CAPÍTULO 27 MAMÁ

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"No hay manera de ser una madre perfecta, hay un millón de maneras de ser una buena madre."

Jill Churchill

Cuatro semanas habían pasado desde el "Catering gate", así era como Annie, había nombrado al episodio de la intoxicación con la comida molecular.

Todo había entrado en una relativa calma, aunque Annie, seguía volviéndome loca con los preparativos de la boda, habíamos encontrado un equilibrio.

Después de un pequeño ataque de pánico de mi parte porque según, Annie, nos faltaban no sé qué cosas... Peeta, habló conmigo.

Amor, esto se nos está saliendo de las manos —musitó sentándose a mi lado— Deberían ser momentos felices pero todo esto se ha vuelto estresante. Tenemos que hablar con Annie, o se controla o le quitamos las riendas de nuestra boda. Lo haremos nosotros... si algo sale mal o no, pues... ni modo. Quiero ser feliz en mi boda, no sufrirla y con ello todo el camino. Odio verte enferma. Estresada.

Después de mucho pensarlo hablamos con Annie, y aunque parecía extraño, ella entendió. Peeta, colocó algunos parámetros en cuanto a preparativos; al principio, Annie, refunfuñó por ciertos puntos, luego se dio cuenta que Peeta, podría quitarle la diversión y accedió.

Teníamos ahora nuestros domingos familiares; solo él, Ethan y yo. Salíamos a desayunar, al parque o simplemente nos quedábamos en casa, disfrutándonos como familia.

Mi vestido estaría listo en cuanto tuviera los zapatos. Todavía no encontraba los zapatos perfectos y eso era algo que me preocupaba. Cuando di con el salón de mis sueños solo tenían una fecha libre de aquí a diciembre y era dentro de cuatro semanas a principios de octubre, para ser más exactos el primer fin de semana.

Hoy era jueves y quería, no, no quería, necesitaba ir a buscar mis zapatos. Deseaba algo bonito, sencillo, elegante; en dos versiones, unos con un tacón alto y otros de menor tacón. Había decidido disfrutar mi boda, sin parar.

Peeta, estaba aún más emocionado que yo, ya tenía su traje, el cual no me dejaría ver porque yo no iba a dejarle ver mi vestido y no solo eso, había conseguido el mismo traje para Ethan; iban a ir iguales mis dos hombres, ya quería verlos.

Papá había venido la semana pasada en un viaje relámpago para medirse su smoking, se había quejado que no le gustaba ser pingüino pero sabía que estaba feliz. El único inconveniente que tenía era que su novia, era una mujer despistada y llena de vida, siempre con una ocurrencia.

Cuando conoció a Ethan, dijo que era idéntico a Peeta, que no podía haber duda que era el papá; con eso ganó mi corazón. Ella no recordaba que nos habíamos conocido unos meses antes en Redmond.

Papá toleraba a Prim, pero no le perdonaba que Alma, se quedara con ella. Estaba sorprendido por la relación de Cato, con ella, pero al final estaba feliz. Sobre todo por su nuevo nieto, que estaba casi por llegar; técnicamente la bebé de Johana y Gale, tendría que llegar una semana después de la boda, pero con los bebés nunca se sabe.

Definitivamente no iría por los zapatos el día de hoy, terminaría el trabajo y saldría temprano el viernes, así podría dedicarle toda la tarde a la búsqueda de los zapatos perfectos.

Miré el reloj, cinco y media de la tarde, Peeta, no tardaría en pasar por mí y como si lo hubiera invocado abrió la puerta.

— ¿Está lista, futura señora Mellark? —Sonrió mostrándome sus dientes blancos.

Lo miré y le hice una mueca.

Lamento decirle que me quedaré para adelantar trabajo, necesito salir mañana temprano.

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