CAPÍTULO 14 MIEDO

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"El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma."

Aldous Huxley

Algo me estaba calentando y haciéndome sentir incomoda, quería moverme y no podía, no era una pesadilla, era real, tenía calor, cuando por fin mi cabeza supo identificar que era, me quedé paralizada por unos segundos, Peeta, se había quedado dormido en mi cama, conmigo e Ethan, por supuesto.

Bueno, Ethan, estaba en su cuna pero de todos modos era... ¿mágico? ¿Por qué estoy pensando que el hecho de que Peeta, se quedara a dormir era mágico? no, no, mis pensamientos me estaban traicionando, yo no quería enamorarme, quería tener sexo y nada más pero la verdad es que tener solo sexo no era mi estilo.

¿Qué es lo que debía hacer? Me sentía confundida, Peeta, era tan diferente a lo que yo pensaba, él quería a Ethan, mientras pensaba que hacer Peeta, me haló abrazándome y me pegó más contra él, por un microsegundo pensé que sentiría miedo pero no, estar con él, me hacía sentir segura y de alguna forma ¿querida?, él me quería, como amiga, eso era seguro ¿Y si tener sexo arruinaba lo que habíamos logrado?

Pero Peeta,  era un hombre sexual por así decirlo, ¡cielos! ya me había hecho bolas yo sola con tanto pensar, dejaría fluir las cosas, que lo tuviera que ser fuera y ya. Ya no podía dormirme pero tampoco quería despertar a Peeta, por salirme de su abrazo el cual no quería dejar, entonces me puse a verlo dormir. Dormido era tan lindo, no había más que paz en su rostro, se veía feliz. Con mi dedo se me ocurrió delinear su perfil, él se movió un poco y me apretó aún más, ahora si tenía que zafarme, me estaba apretando demasiado, me moví un poco y logré que aflojara un poco el agarre, así que me moví un poco más.

Si te sigues moviendo voy a tener que sacar a Ethan, del cuarto — ¡diablos! lo había despertado.
— ¡Everdeen! Es sábado, no puedes dormir un poquito más.

—Es que me estabas apretando mucho — y no mentía.

Lo siento —dijo y aflojo su agarre sin soltarme del todo —. ¿Sabes que hablas dormida?

¡Ay no! ¿Ahora que dije?

Sí, un poco ¿qué dije? —por favor que no se me haya ocurrido decir algo vergonzoso.

Me gusta la estrategia que planeaste para el caso de la embarazada corrida por el jefe y lo digo así porque era como tú lo hacías —él se movió un poco y sacó algo de su pantalón, su teléfono —. ¡Everdeen, maldición! son las 6 de la mañana, ahora ya no voy a poder dormirme, ¿qué vamos a hacer?

— ¿Quieres saber que hago los sábados en la mañana? —por lo que llevaba de conocer a Peeta, creo que le gustaría lavar la ropa.

— ¿Qué haces los sábados por la mañana? —me dijo curioso.

Hago lo que toda madre trabajadora hace, me toca lavar, limpiar y demás cosas del hogar, aunque hoy solo pondré la lavadora porque tengo que acompañar a Johanna al gin... — ¡diablos! – ¿gimnasio?

Voy a hacer como que no escuché nada, no te preocupes, pero puedo saber algo ¿Por qué van?

Mellark, y dicen que los hombres no son chismosos, voy a acompañarla a que se haga el Papanicolaou, ¡sí! a eso vamos, a una revisión general.

— ¿Tú también?

—Claro, soy una mujer consciente de mi salud pero a mí ya me tocó antes, solo voy de apoyo moral. Y todo por tu culpa. Por todas las veces que le tocó soportar a Delly. Todos nos sabemos el discurso sobre ti casi de memoria.

Sufrir, Vivir, Amar.  🌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora