-No has cambiado nada –comentó la chica mirándole de arriba abajo.
-Veo que tú sí, y bastante… –dijo Mathew y se apoyó contra la pared de su casa– ¿Qué querías, Paola?
-Veo que era verdad lo que dijiste aquel día. ¿Ya no te importo nada de nada?
-No, ni siquiera intentes comprobarlo. –dijo Mat y miró a la chica sonriente. –Estoy bastante bien sin ti.
-Ya lo veo… Tanto como para estar en el tejado fumando en ropa interior. ¿Aún no le has contado a tu madre que fumas? –la chica hizo una pausa y sonrió. Luego añadió– Interesante… –fue lo que dijo Paola, y Mathew soltó unas carcajadas.
-¿Piensas amenazarme con contarle eso a mi madre? –preguntó él y terminó de reírse. –Si piensas hacerlo, hazlo ya, estoy un poco cansado de la colonia de mi hermano.
-Huele bien. –dijo Paola y le guiñó un ojo.
-Ya, lo que tú digas, Paola. –refunfuñó con pasotismo y esperó a que la chica dijera algo.
-Bueno, venía para avisarte de que terminaré el curso aquí en la ciudad.
-Deberías de haberte quedado dónde estabas… –argumentó Mat– No es por nada, sólo que paso de tu cara, ¿sabes? Ni siquiera sé por qué estás aquí diciéndome esto. Cómo si quieres tirarte del puente, tía, ¿a mí qué mierda me estás contando? –añadió él y Paola se quedó sorprendida.
Ella no tenía ni idea lo mucho que había cambiado su vida en tan sólo un año. Verdaderamente, su ida lo dejó bastante destrozado, ya que por aquel entonces no tenía casi nadie en quien confiar a parte de Chester y Paola, y yéndose ella, sólo le quedaba Ches. Y aunque ahora ha vuelto… las cosas ya no podrán ser como antes, por mucho que Paola lo desee.
-Deberías de tenerle un poco más de respeto a tu novia.
-¡Ex novia, Paola, ex! ¡Hemos cortado, ¿te puedes meter eso en la cabeza ya de una vez o tendré que estar repitiéndotelo siempre que nos veamos?! –dijo Mat enfadado. –Vete a tu casa, anda, no quiero saber nada más de ti.
-Eres un desgraciado, Mathew –decía Paola mientras se iba caminando calle abajo. –No encontrarás ninguna chica mejor que yo, te lo puedo asegurar.
-¡Ya la he encontrado, no te preocupes! –gritó no muy seguro de sus palabras.
¿A quién se refería con aquello? ¿A Helen? ¿Tan pronto le había empezado a gustar? ¿Había hecho lo correcto en decirle a Paola, la chica de la que estuvo enamorado más de cuatro años, que había encontrado ya una chica mejor que ella? Tantas preguntas recorrían su cabeza en ese instante, pero la satisfacción de ver a Paola huir avergonzada valía la pena aquello y más.
Rió ligeramente y entró de nuevo a casa. Sigilosamente subió a su cuarto, apagó las luces y se acostó en su cama. El sueño no tardó en llegar…
A esa misma hora, casa de Chester.
Por los altavoces sonaba Lonely Boy de The Black Keys. Chester se fumaba un porro mientras yacía desnudo en la bañera, con el agua medio tibia. Había hecho mal en ponerse a fumar, teniendo en cuenta que el día anterior se lo había pasado fumando, bebiendo y llorando en soledad, y ese porro que parecía que no hacía nada, podría terminar con lo mismo con lo que terminó ayer.
Ni su padre, ni su madre, ni su hermana habían pisado su casa desde ayer por la noche, y ya había pasado exactamente un día desde aquel hecho. No tenía ni idea dónde demonios se habían metido todos, y eso le preocupaba, en gran parte, pero por otra empezaba a dejar de tener esperanzas de que su madre pudiera recuperarse, y de que pudieran volver a ser una familia normal, todo eso ya no iba con ellos, ellos no eran una familia normal, ¡qué demonios!, ya ni siquiera eran una familia.
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The Bitter End
Novela JuvenilA veces, las pequeñas y malas decisiones de un pasado, son los grandes y buenos logros de un futuro. Mathew no sospechaba que su futuro podría cambiar tanto a culpa de una simple apuesta que surgió de borrachera. Su corazón le jugó una mala pasada...