La “visitante sorpresa” se acercó a Helen decidida. Ésta última no desaprovechó ni un segundo en subirse de nuevo la ropa interior. No entendía nada, ¿quién es esta chica? ¿Por qué Nick simplemente no la detiene y sigue con lo suyo? Helen miraba de reojo a los ojos de Nick, temiendo que éste, de un momento a otro, detuviera a la joven que acababa de entrar y así le arrebatara definitivamente su única esperanza de ser rescatada.
–¡Rose, ¿qué mierda haces?! –gritó Nick enfadado, sin embargo, no hizo nada para impedir que la joven actuara. Todos los de la banda simplemente se le quedaron mirando sin hacer nada. –Jeremy, ¡detenla! –gritó Nick de nuevo, pero ya nadie quería hacerle caso, sabían que aquello había llegado demasiado lejos.
Asustada, se agarró del brazo de la chica mientras ella la cubría con un abrigo por la espalda.
Mathew, el cual estaba recostado con la frente pegada al suelo, sonrió. De su ojo derecho salió una lágrima. Realmente creyó que tendría que escuchar como ese cabrón violaba a Helen… Ahora ya no le importaba nada, estaría bien por él si en ese instante Nick decidiera matarle o torturarle hasta la muerte, si ella estaba a salvo, por él, eso estaba bien… Mientras Helen aún caminaba hacia la salida con ayuda de Rose, la puerta del almacén se abrió de golpe.
–¿Qué pasa, putitas? –grita Jonathan sonriente mientras detrás de él entran otros cinco amigos.
¿Jonathan? ¿Mi hermano? ¡¿Qué demonios pinta él aquí?! Pensó Mathew e intentó despegarse del suelo para observar la escena. Pronto, Jon y sus amigos tenían acorralados a la banda de Nick y, a la sorpresa del rubio, Jeremy les ayudó.
–Venga, Mat, levanta. –dijo Jonathan sonriente mientras ayudaba a su hermano a levantarse. –La policía está de camino, dejad a éste atado allí en medio de la sala y abriros de aquí cuanto antes. –ordenó Jon señalando hacia Nick y salió del almacén agarrando fuerte a Mat. –Hermanito… ¿en qué te has metido? –añadió mientras lo dejaba dentro del coche, en los asientos de atrás.
–Pasé mucho miedo… –comentó Rose preocupada sentándose en el asiento del copiloto, tras dejar a Helen igualmente en los asientos de atrás.
–Sabía que a ti no podría hacerte nada… –sonrió y se acercó a darle un beso a la chica. Mat observaba la escena desde atrás.
Por primera vez en muchos años, estaba descubriendo algo de la vida privada de su hermano, y no era precisamente el tipo de restaurantes que le gustaba visitar, sino, un hecho mucho más privado, ¡y tan de golpe! Mat estaba impresionado, pero se alegraba pensando que a partir de ese entonces, las cosas deberían de ir mucho mejor entre ellos dos.
El camino hacia el hospital fue silencioso. Rose y Jonathan se miraban de vez en cuando con sonrisitas coquetas, sin decirse ni una sola palabra. Estaban perdidamente enamorados, y se les notaba. Mientras tanto, Helen estaba girada de espaldas a Mathew, tenía la cara tapada con las manos y se sobreentendía que se había pasado todo el trayecto llorando en silencio.
–Helen… perdóname… –decía Mathew acariciándole la espalda a la chica, pero todos sus esfuerzos por que ella le hiciera caso fueron en vano.
–No esperes que te perdone así tan a la ligera, chico. –soltó Rose encendiéndose un cigarro. –Ha sido un gran shock para ella, dale un tiempo para procesar todo lo sucedido.
–Ya, pero… –echaba unas miradas entristecidas a Helen cada dos por tres– Me parte el corazón verla así… yo… me siento muy impotente, quiero hacer algo y no puedo.
–Te entiendo... –afirmó Jonathan. Tras sus palabras, en el coche se formó un rato de silencio.
Al llegar al hospital todo fue muy rápido. Los paramédicos rápidamente se llevaron a Mathew en una camilla. Veía como Helen estaba cada vez más y más lejos de él, es más, la sentía más lejos... ¿Por qué tenía ese sentimiento de que le iba a costar horrores recuperar su confianza?
–¿Cómo se encuentra, Mathew? –preguntaba la enfermera– ¡No cierre los ojos, no los cierre! ¡Siga aquí conmigo, escuche mi voz!
–Tranquila... me encuentro bien... –balbuceaba a duras penas, aunque las ganas de dormirse aumentaban por segundos. Se restregaba los ojos con ambas manos, intentando mantenerlos abiertos y por ello se manchaba más y más la cara de sangre.
Había perdido mucha sangre, pero no era nada desesperado, se iba a poner bien. Helen se sentó en las sillas de la sala de espera. Sus manos temblaban, al igual que todo su cuerpo, vamos. Rose se sentó a su lado abrazándola por la espalda y atrayéndola hacia sí.
–Todo estará bien... –decía Rose intentando calmarla. –No tienes que culpar a nadie de lo sucedido, si eso sólo a Nick. No le guardes rencor a Mathew por esto...
–Pero... Nick dijo... la chica que violó... él, yo... –intentaba decir algo con sentido, pero sus palabras se mezclaban en su cabeza impidiéndole mantener una simple charla.
Rose rió, al igual que Jon.
–Yo soy la chica a la que supuestamente Mat "violó"–dijo Rose y Helen por fin notó como sus pensamientos iban cogiendo forma. –Nick simplemente no pudo aceptar que yo prefiriera a Mat antes que a él, y en una fiesta apuñaló a un chico hasta tal punto que estuvo al borde de la muerte. Siempre culpó a Mathew de sus actos, pero Mat no ha hecho nada malo.
–¿Y ahora estás con el hermano de Mat? ¿Cómo es eso? –preguntó Helen arqueando la ceja.
–Yo siempre estuve enamorada de Jonathan, y con Mathew la cosa no fue más allá de la segunda cita, pero eso Nick no lo sabía...
–Por eso él no te detuvo allí en el almacén, porque sigue enamorado de ti... Ya veo... –decía Helen llevándose un dedo a la boca pensativa.
–Sí, es un poco raro y lioso todo, pero así es. –afirmó Jonathan y se sentó al otro lado de Helen.
–Yo... no puedo. –dijo la joven y se levantó de golpe del sitio. Jon y Rose la miraban expectantes, sin comprender nada. –Es demasiado complicado, y tú... ¿tú cómo sabías que estábamos en el almacén?
–Tengo mis contactos. –Jon le guiñó el ojo y se acomodó en el asiento colocando ambos brazos tras la nuca.
–No estoy segura si es esto lo que realmente quiero para mí. Yo antes tenía una pacífica vida, ¿sabéis? Donde no había ni secuestros, ni visitas al hospital, ni sangre y lágrimas. Yo no necesito todo esto. –apoyada contra la pared miraba hacia el suelo y hacia sus pies descalzos. Jonathan se encogió de hombros mientras Rose la miraba preocupada.
–Pero... se nota que él te quiere mucho.
–Yo... ya lo sé. Pero no quiero formar parte de su vida si cada dos por tres voy a estar corriendo riesgo. –afirmó sincera. –Voy a pedir ropa a la enfermera, luego me iré. Decidle que lo siento, o algo... –dijo antes de desaparecer por el pasillo del hospital.
Rose y Jon suspiraron al unísono.
–¿Tú crees que va enserio? –preguntó Jonathan y vio como, preocupada, Rose asentía lentamente con la cabeza.

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The Bitter End
JugendliteraturA veces, las pequeñas y malas decisiones de un pasado, son los grandes y buenos logros de un futuro. Mathew no sospechaba que su futuro podría cambiar tanto a culpa de una simple apuesta que surgió de borrachera. Su corazón le jugó una mala pasada...