Investigaciones y preparativos.

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Cerré la puerta.

Ana y Cristóbal…mi futuro esposo, se acababan de ir.

-tenemos que hablar.-me gire y Diego estaba tras de mi.-ahora no, después.

Lexie venia caminando al lado de mi papá.

-no.-le respondí.-tú y yo jamás vamos a volver a hablar sobre algo más que no sea de asuntos familiares.-le dije.

Me tomo de la muñeca, apretándome.

Nos mirábamos, retándonos de igual manera.

-¿pasa algo? –la voz de Lexie hizo que me soltara.

-nada.-luego sonreí.-solo Diego que me felicitaba, me decía que Cristóbal es el mejor esposo que podía haber escogido.

Mi papá se rio.

-¿ahora te caí bien?

Diego estaba mucho mas enojado.

-no, solo que si ella dijo que sí, yo ya no puedo hacer nada.-respondió, pero ya no enojado…

Sus ojos parecían llenarse de lágrimas.

-lo mismo digo yo.-murmuro mi papá.

-nos vamos.-le tomo la mano a Lexie.-hasta luego.

-adiós.-Lexie beso en la mejilla a mi papá, al pasar a mi lado ¡sonrió! –Adiós Romina.-se pego al brazo de Diego.-gane.-articulo en sus labios.

¡Maldita perra!

La boda seria dentro de un mes, nos casaríamos por el civil y por la iglesia.

Era una decisión extrema casarme por la iglesia tan joven, pero así lo requería mi suegra.

Le quisimos dar el gusto a mi papá de llevarme del brazo y a ella llevar al altar a Cristóbal.

Además mi suegra era esplendida, claro, su único hijo se casaría.

Hablábamos sobre las invitaciones.

-quisiera una cajita roja.-le dije.-podría llevar algo dentro.

-¿Cómo una rosa? –opino, sonreí.

-eso es bueno…

-ven princesa.-llego a la sala, tomándome de la mano.-ahora es mi turno madre.-le dijo, nos reímos.

-oh claro.-musito ella.

-la tuviste toda la tarde, eso quiere decir que me corresponde la noche.-agarraba mi bolsa.

-está bien, solo llévala temprano a casa que mañana es día de escuela.-decía antes de salir.

-hasta luego Ana.-me despedí al cerrar la puerta.-¿Qué te pasa? 

Me apreso contra la pared, besándome.

La noche había caído. 

La luna estaba casi llena y alumbraba el rio con una hermosa luz.

Estábamos sobre el capacete del auto, boca abajo y recargados en nuestros codos.

-¡esto es muy divino! –dije, mirando.

-hace un par de días pase por aquí, decidí que tenía que traerte a verlo.

Lo mire, luego a mi anillo.

-¿Por qué me pediste que nos casáramos?

-porque te amo.-se puso de lado y me acariciaba la mejilla.-porque sé que eres la mujer de mi vida, porque no se qué hacer sin ti…

sweet dreams...againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora