Dije una verdad que es mentira

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Diego.

La abrace.

Amaba tanto a mi niña, no podía vivir sin ella, era extraordinariamente hermosa.

Además, tenía que hablar con ella, sobre Lexie.

-niña, yo y Lexie estamos juntos de nuevo.-me miro y sonrió.-¿no me dirás algo?

-no, yo no soy la estúpida engañada.

Se subió en mí.

-ya no quiero mentirte…-me tapo la boca, recostándose en mi pecho.

Bese su cabello, olía riquísimo.

-hueles delicioso.

-gracias.-comenzó a besarme el cuello, luego me mordía.

Cosa que hizo que me excitara…mucho.

La tome de la cintura, se abrió de piernas y entre en ella, gimió al momento que encaja sus uñas en mis brazos, aun seguía recostada, pero al ritmo que lo hacía, hizo que se sentara, puso sus manos en mi pecho y ella se movía.

-¡Diego!-ay no.

-¡Lexie!-instantáneamente baje a Romina, estaba desesperado.

Tome mi bóxer y me pantalón, los metí en una fracción de segundo a mi cuerpo.

Al mirarme al espejo, note que mi cuello estaba rojo, saque una camiseta de cuello y me la puse.

-ponte algo.

-¡amor!

Salí de la habitación, lo último que quería era que mirara a Romina en nuestra cama.

Al bajar, mire que aun seguía en la puerta, se quitaba su saco.

-¿Qué pasa?

-nada, es solo que…aquí está mi niña.

Puso una cara de molestia, se acerco a mí y comenzó a besarme.

-yo que quería estar contigo…

-¡compórtate Lexie!- la aleje.

-¿por ella?-pregunto molesta.

-sí, es por ella.

-¡NO QUIERO QUE DUERMA AQUÍ!- Me grito.

-¿pasa algo?-pregunto en tono serio y suave.

-niña ve a la habitación, por favor.

-¡no Diego!-me dijo y luego la volteo a ver.-que se entere, mira muchacha, ya estas demasiado grandecita como para dormir en la casa de un hombre casado y usando… ¡espera! ¿Por qué usa tu camisa?

-no trajo piyama.-conteste.

-¿y por eso esta semidesnuda?

-eso a ti no te importa.-le dijo mi niña.-¿es más, y si estaba sin ropa?

-niña lo estas empeorando, sube por favor.

-¡SAL DE MI CASA!- le grito Lexie.

Romina se soltó riendo.

-¡esta no es tu casa!

-¡Diego, córrela!- me grito.

No sabía qué hacer. Pero era obvio que no haría tal cosa.

-¡NO LE GRITES ESTÚPIDA!

-¡Diego!-me miro.

-te espero en la habitación Diego.-me dijo en tono muy suave.

Al girarse, note que se le veía un poco su trasero.

Lexie se puso roja del coraje, quizá hasta era rabia.

-cálmate.-le dije.

-¿Qué me calme?-ahora estaba más que enojada.-¡por dios Diego, se le veía todo! Y además está en tu cama, ¿Qué, que es lo que dice Efrén de esto?

-siempre a estado de acuerdo.

-quédate con esa lepa jodida.-se ponía bruscamente su saco.

-Lexie, por favor.

Trate de abrazarla pero forcejeaba.

-creí que me amabas…pero…-trate de tomarle su brazo pero se jaloneaba, así que solté.

Abrió la puerta y salió, fui tras ella.

Me asegure de cerrar la puerta.

-es mi sobrina.-le dije, se quedo parada, se recargo en el auto.

-que mentira tan mas grande, de verdad Diego, mejor di que eres gay y te lo puedo creer mas.

- Miriam era mi hermana…

-¿y por qué no se lo dicen?-me interrumpió, casi lo gritaba.

-shhh.-le tape la boca.-es un secreto que Miriam y yo quisimos guardar.-la solté.

-¿para qué?

-no lo sé, solo le prometí cuidarla.

-¿Efrén lo sabe?

-claro, sino no veo manera de que la dejara quedar conmigo.

La abrace, esta vez cedió.

-¿me amas?

¿Qué debía responder? No lo sé…

-por supuesto que sí Lexie.

No sé si sonó convincente, pero no dijo nada, solo me abrazo.

sweet dreams...againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora