No, 5 semanas no.

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Daniel subió a la habitación de Elizabeth, fue horrible pasar este momento.

Regina los acompañaba.

Me quede en la sala, limpiándome las lagrimas que a duras penas trataba de evitar.

Quedarme fue la peor decisión que pude tomar, esto no hubiera pasado nunca, el hubiera llegado y le dirían sobre mi, que como tengo entendido sabia de mi existencia.

-lo siento.-su voz me hizo levantar la vista, sonaba forzado. Aguardaba en el portal.-por como te trate.-quizas vio mi confusión, pero no era eso, sino su cabello, lucia tan lindo…-hace rato…-señalaba el comedor.

Me reí, así sali de mis pensamientos.

-no importa, lo entiendo.-asegure.-solo que el señor Daniel…-derrame un par de lagrimas.

Se acerco, pasos lentos.

Se sento a mi lado.

-tranquila, también lo entendera.-dijo con una sonrisa.

-¿como supiste que…? –miro al fondo.

-es difícil de explicar.-volvio a mirarme.-no lo se, tu mirada.-nos miramos a lo ojos.-son iguales, pero no tienen el mismo brillo, no son los mismos.-levanto su mano, trato de tocarme la mejilla.-tus labios, esos si no son iguales, ella cuando sonríe, curva ligeramente sus labios y mueve su nariz…-senti el toque de sus dedos con mi piel y cerré los ojos para grabar este contacto.

-cuñado.-aclaro su garganta e instantáneamente la volteamos a ver.-Daniel quiere verte.

Mire fijamente el adorno de la mesita de centro. Me concentre en las flores que tenia ahí…tenia que dejar de pensar en Leonardo.

-vámonos.-la mire, sonreía.

-¿A dónde? –le pregunte confundida.

Soltó una risa y vino a levantarme, para salir casi corriendo de la casa.

Pasamos por todas las tiendas del centro comercial, compramos un monton de ropa y cosas para mi casa, regalo de bodas de parte de Elizabeth y de Regina.

Pasamos a comer, ella pidió una parrillada.

Le ponía cosas, chile, cebolla…

El asco volvió y tome del agua que compre.

Cerré los ojos, concentrándome en no vomitar.

-¿tienes algo?

La mire, luego a la carne y no lo pude evitar, tome la bolsa de alguna tienda y devolví todo lo que acaba de comer.

Regina me levantaba el cabello.

-¿Qué te pasa? –me dio una servilleta, limpie mi boca y volví a sentarme, Regina también volvió a su silla.-estas palida, ¿quieres ir al medico?

Negué.

-ya se lo que tengo.-le dije, agarre la bolsa y la tire a la basura, por suerte solo tenia una blusa.

-¿estas enferma? –su rostro se lleno de preocupación.

-no, no.-respondí.-no puedes decírselo a nadie, estoy embarazada.-dije sonriendo y su cara cambio por completo.

La lleno una sonrisa enorme, salto en mi abrazandome.

-¡voy a ser tia de nuevo! –grito.

Me reí, era tan linda. No pude tener una mejor hermana que Regina.

La mire, sonriendo.

-tienes que ir, y que mejor que con tu hermana.-me dijo en forma de regaño, pero volvió a reírse.-y también porque quiero escuchar su corazoncito.

sweet dreams...againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora