es lo mejor...me repeti hasta cansarme.

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Diego.

Decidimos que dentro una semana Romina se enteraría de aquello.

No me hablaba mucho y evitaba mirarme.

Los tres estábamos cenando, aunque ella solo picaba el plato.

Le quite la cuchara, tome algo de sopa.

-abre la boca.-le dije.

No contesto. Le acerque la cuchara hasta la boca, aun así no la abría.

-no lo hagas difícil.-le dijo Efrén.- querías a Diego aquí, ahora obedécelo.

Lo miro con enojo.

-pero no quiero comer.-por fin contesto.

-tienes que comer.-le dije.

Su mirada fue a encontrarse con la mía, sentí que ya no era odio.

Me quito la cuchara y ella comenzó a comer sin que le dijéramos palabra alguna.

-¿ya? –Comió muy rápido.- ¿me puedo ir?

Suspire. Apenas teníamos 3 días juntos y se seguía comportando igual.

-con permiso.-me levante de la silla, tome mis platos y los deje en el lavado.-quisiera que todo fuera como antes.-dije y fui a mi habitación.

*

Sentía caricias y besos en mi cara.

Pase mis manos por su cuerpo, sabía que era ella.

-Efrén puede entrar.

-mi papá ya se fue.-dijo, aun besándome.

-es mejor que te vayas…

-shhh.-puso su dedo en mi boca, luego la beso.-dijiste que querías que fuera como antes, hay que hacer que así sea.

Se acomodo arriba de mí, abriéndose de piernas, la bese.

Contra mi voluntad, me sentía perfectamente bien, me excitaba tanto que no quería parar.

Y no lo haría.

Sería mi venganza por lo que me hizo, por otra parte, sería mi despedida y aun mas, mañana se molestaría por haber permitido esto siendo su tío.

Hoy solo me dejaría llevar por la pasión y excitación.

La tome de la cintura, girándola, para ponerla boca abajo. Le quite el brassier de un solo jalón. Comencé a besar su espalda, así como acariciaba sus senos. Le baje el bóxer a la altura de sus rodillas.

***

Miraba su cara, su hermoso rostro, a pesar de que aún le quedaban un poco de ojeras y sus labios apenas se curaban. Aun así, era hermosa.

Suspire. No tenía ni idea de que pasaría después de que supiera un poco de mi pasado. La destruiría.

Me levante, comencé a vestirme, Efrén podía llegar en cualquier momento.

La mire, su cuerpo me volvía loco. ¿Cómo es que una niña de tan solo 16 años podía hacerme perder la cabeza de esta forma?

Era tan dependiente de ella…no puedo, ni quiero, separarme de ella.

Fui al despacho de Efrén, llevaba un par de fotografías de mi hermana. Me senté en la silla y comencé a verlas, pensando en lo mejor que tendría que pasar entre Romina y yo.

-con solo decirle que eres mi hermana, bastara.-le dije, hablado solamente con su fotografía.-sé que me odiara y eso la alejara de mi, ya no podre hacerle más daño, me iré si ella me lo pide, si desea que no me quiere ver, me iré todo el tiempo que sea necesario…

sweet dreams...againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora