No me puedo casar...

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-¡Listo! –canto Regina al termíname de poner el velo.

Camine lento hacia el espejo.

No podía ni verme, solo alisaba el vestido.

-mira que tu suegra tiene buen gusto hija.-decía.-es hermoso el vestido.

Regina se acercó a mi lado, me levanto la cara e inevitablemente me mire al espejo.

Realmente era lindo el vestido…

No pude controlarme más y solté a llorar…

Solloce unos segundos, hasta sentir la mano de Elizabeth en mi hombro.

La mire y tampoco me contuve y la abrace, llorando en su pecho.

-tranquila, es normal que sientas eso, te casaras con el hombre que más te ama y tú lo amas a el…-llore más fuerte al escucharla.

Cristóbal no se merecía eso.

-si te digo que no ayudas con eso, es porque realmente no ayuda, así que no le digas nada mejor.-le dijo a Elizabeth.

La solté y me mire al espejo.

-No me puedo casar…-susurre.-no así.

-¿acaso no te gusto el vestido? –Me acaricio el cabello.

-¡Ay Elizabeth! El vestido no tiene nada que ver.-me hizo que la mirara.-Romina, no por una simple posibilidad vas a dejar ir al hombre que está dispuesto a pasar su vida contigo, no por un hijo…- Elizabeth la pellizco, venia una grosería.-…no por un estúpido vas a dejar ir el amor, ¿entiendes?

Lo entendía, sí. Pero no podía solo aceptar y pasar una vida al lado de él sabiendo que nuestro hijo podría ser solo mío.

-¿Qué tienes Romina? –ella me miro con dolor, casi podía decir que mi sentimiento se respiraba y contagiaba como gripe.

Volví a mirarme al espejo.

Este vestido me incomodaba, no lo tolere y me lo desabroche con desesperación.

Trataban de detenerme, pero nuevamente me aturdí y solo pensaba en sacármelo.

Me sentía sucia como para usar un vestido de novia embarazada probablemente de alguien que no sería mi esposo.

-¡NO! –me arranque el velo.-¡NO QUIERO CASARME!

Lloraba, manoteaba y gritaba sin control.

Después de varios segundos de lucha, el vestido salió  por completo de mi cuerpo.

Me quite los zapatos y los avente sin mirar a donde.

Me hice bolita en la cama, llorando y murmurando que esto no podía ser verdad.

-…cálmate hija.-logre escuchar a Elizabeth, la mire y la abrace, quedando casi encima de ella.

Logre ver a Regina parada, sorprendida y sin moverse.

-no me quiero casar…-seguía diciendo.-no puedo casarme así…

Elizabeth me acariciaba el cabello, acción que poco a poco me fue tranquilizando.

Mañana temprano nos iríamos a Guadalajara, como era el plan inicial. Solo disponía de unas horas para hablar con Cristóbal.

Mi celular sonó. Quizás era el, ¿Quién más me llamaría a las 3 de la madrugada?

Diego, él también podía hacerlo.

-¿niña? –suspire.

Una lágrima rodo por mi mejilla, inconscientemente me acaricie el vientre.

sweet dreams...againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora