Fractura

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Comencé a ver de nuevo la luz del sol, parecía que llevaba tanto tiempo sin verla, que casi me quedé ciego frente aquel amanecer que se postraba frente mío. No había brisa y sentía una humedad, que de alguna manera terminaba mareandome. Estaba recostado en el suelo y de pronto un insecto pasó sobre mi frente, lo espanté con una de mis manos y fue en ese momento que sentí un líquido en una de mis mejillas. Cuando puse mi mano frente a la luz, me di cuenta que estaba llena de sangre. 

Palpé mi rostro una y otra vez, dándome cuenta que estaba repleto de ella. Me levanté, y mi ropa, mis sandalias, todo yo repleto de ese color rojizo...miré para todas partes, intentando encontrar una explicación, pero lo que vi solo empeoró todo.  Había uno... dos...cinco...nueve...

Ninjas  tirados en el suelo, esparcidos al rededor mio, con cortes profundos, con la piel polvorienta y la ropa rasgada. Un hilo de sangre se esparcía por la tierra hasta llegar debajo de mis pies y al lado, un kunai manchado de sangre. Lo reconocí enseguida y en ese momento, lo único que pude ver, fue mi terrible acto sangriento...había sido yo quien mató a todos. La cabeza me dolía y la memoria me traía el recuerdo de un enmascarado, una serpiente y un viejo atacándome. Sin duda era yo pero en un cuerpo que no me pertenecía. 

Las piernas me temblaban  y la vista la tenía ya perdida frente aquel recuerdo. Caí de rodillas y de repente me odié tanto a mi mismo . La culpa  la tenía yo al haber sido tan débil, al haberme dejado controlar tan fácilmente y mientras tomaba el kunai ensangrentado hacía mi pecho, podía ver la solución a todos los errores que había cometido.

Mis ojos se humedecieron y a decir verdad no podía controlar las lágrimas. Un calor intenso circulaba en todo mi cuerpo a medida que hundía poco a poco el kunai en mi pecho...estaba a punto de clavarlo de golpe, pero unas manos me detuvieron. 

Levanté la mirada. Un ninja de cabello gris y despeinado estaba de cuclillas enfrente mio. Mantenía agarrado el kunai con fuerza y  me miraba fijamente sin parpadeos. Jaló para sacar el arma que tenía medio hundida y con su otro brazo me sostuvo para no caer frente a él al  momento de sacar el kunai.

Su rostro cambió en un segundo, a pesar de la máscara que tenía cubriendo su boca, noté una gran sonrisa y sus ojos, se habían cerrado. El ninja se paró y soltó una pequeña risa, un sonido que me pareció hasta cierto punto dulce.


-Con que aquí estabas, Tenzou...


Un Nuevo CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora