El amor a veces es injusto

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El hecho de que alguien hubiese escuchado la confesión del peliplata por Yamato, a Kakashi ya no le importaba. Si todo mundo llegara a enterarse de ello, le daba lo mismo. Lo único que él quería era deshacerse de una vez por todas de ese sentimiento con el que llevaba cargando durante días y le producía un gran peso, si Yamato llegaba a comprenderlo eso ya estaba de más.

Miraba a Yamato aún sabiendo que difícilmente obtendría una respuesta, ignorando completamente el sonido de la puerta. Yamato por otra parte, nervioso, miró simultáneamente a la puerta y luego al peliplata, como diciéndole a Kakashi si aquello fuese a afectar su imagen como Hokage.

-Bueno eso es todo -rompió el silencio Kakashi- ¿algo más que quieras saber?

Yamato bajó la mirada- será mejor que me retire -y Yamato salió de la oficina.

Kakashi sabía que estaba siendo algo frío con Yamato, pero ya había pensado que dejarlo ir era lo mejor para ambos- nunca funcionaria.. -susurró el peliplata con una sonrisa triste.

Cuando Yamato salió del edificio del Hokage y se dirigía a su departamento, mientras restregaba su cabello en búsqueda de una respuesta lógica a lo que acaba de escuchar, con la mirada al suelo e inmerso en sus pensamientos, vio los pies de una persona que interceptó su camino.

-Eres un idiota -se escuchaba una voz varonil

Yamato levantó la mirada -Iruka...

-¿A qué diablos estás jugando con él?

-¿De qué hablas?

Iruka le soltó un puñetazo al lado izquierdo del rostro de Yamato, había sido tan fuerte como para sacarle algo de sangre a un costado de su ojo y labios. El golpe también lo desequilibró y terminó apoyando sus brazos sobre el piso para no caer. Intentó pararse y sintiendo el dolor en su cara, con una de sus manos se limpió un poco de la sangre que había en su labio.

-¡¿Qué te sucede Iruka?!

Iruka apretó los puños, conteniendo la furia que llevaba dentro -hace unos días me dijiste que te gustaba Kakashi y ahora lo rechazas...

-Yo nunc..

-Me costó tanto acercarme a él -interrumpió Iruka- incluso me rechazó y hoy por fin me di cuenta de quién hablaba cuando me dijo que estaba enamorado de alguien más...

-No sé de qué hablas -decía Yamato terminándose de parar y con la mirada entrecerrada por el golpe- yo nunca me enamoré de Kakashi

Esa respuesta hizo enojar tanto a Iruka, que rápidamente se acercó a Yamato y le tomó del cuello de su playera con la suficientemente fuerza como para alzarlo frente suyo. Yamato con esfuerzo, trataba de zafarse de ello y tomaba de las manos de Iruka para alejarlas de su cuello. Apenas y podía hablar.

-Escucha Iruka...de verdad no sé qué está pasando...no sé si todo esto sea por mi operacion -hablaba entrecortado Yamato.

Iruka entonces recordó que una noche mientras peleaba con Yamato, después de que los dos confesaron estar interesados por kakashi, le dijo precisamente eso, que sus sentimientos por el peliplata eran solo parte de su "enfermedad".

Entonces soltó del cuello de Yamato y lo dejó caer al piso. veía cómo Yamato intentaba levantarse y giró el rostro disgustado.

-No deberías dejar ir a alguien como kakashi..no lo arruines o volveré a intentar ir tras él -dijo Iruka antes de que se diera la vuelta y desapareciera del lugar.

Yamato se levantó por segunda vez del suelo y se quedó mirando la sombra de Iruka que se iba. En un solo día se había percatado de que había pasado algo entre él, Iruka y Kakashi, que el peliplata estaba enamorado de él y que por su culpa Iruka había sido rechazado- ¿Qué diablos hice durante estos días? -se preguntaba Yamato- ¿en cuántos problemas me he metido?

Por alguna extraña razón que Yamato no entendía, de todo lo que pasaba por su mente, había algo que le dolía sobre todo lo demás, tenía miedo a un vacío próximo de no mantener la amistad con su sempai, de la persona a quien más admiraba. Un sentimiento profundo que lo dejó sin dormir la noche de ese día.

...

Todo estaba oscuro, Yamato miraba el techo de su habitación, ni siquiera había destendido la cama y había dejado la ventana abierta para que el aire circulara; así es como siempre lo hacía. Se palpó una vez más la herida en su labio y pensó de nuevo en Iruka, pero de repente se escuchó el tintineo de unos cascabeles que tenía en la manija de su ventana. Aquello le pareció extraño, pues estos eran lo suficientemente pesados como para que el suave viento de aquella noche los moviera, solo podía tratarse de algún animal o persona. Se levantó haciendo el menor ruido posible y de repente vio la sombra de un hombre que parecía traer máscara y lo último que alcanzó a ver fue una especie de popote. El intruso le había lanzado una púa que terminó sedándolo. 

Un Nuevo CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora