Los corazones migran, el amor permanece.

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Llegó la noche y Kakashi fue a buscar a Yamato a su departamento, tocó la puerta pero nadie le abrió. Se asomó insistente por la ventana pero tampoco vio a nadie adentro, la cama seguía tendida y no se veía ninguna prenda tirada que diera indicios de que Yamato estuviera allí- qué extraño -pensó- ¿dónde estaría tan noche? -una oleada de viento fresco pasó frente suyo, unas cuantas hojas se mezclaban con él y generaban un olor que le fascinaba al peliplata y cerró los ojos para disfrutar de aquello- ¡debe estar ahí! -gritó.

El peliplata partió a toda prisa, se alejó un poco de la aldea y se adentró al bosque. Miraba para todas partes mientras saltaba de árbol en árbol, incluso usaba su fino olfato para encontrar a Yamato, aquel hombre siempre tuvo un olor peculiar entre hierba fresca y roble- si no está aquí no sé dónde más podría encontrarlo.. -susurró

El viento se volvía cada vez más frío, el bosque se hacía más denso y eso mismo generaba grandes olas de viento que revolvían los cabellos del peliplata.

-¡Mokuton! -se escuchó de pronto una voz desde la parte baja de la zona.

Kakashi se detuvo en seco y bajó de un salto con un aterrizaje perfecto en el suelo. Había llegado a un lugar que dejaría a cualquiera boquiabierto por su belleza. Si lo viéramos desde las alturas, parecería un gran círculo llano, con pasto húmedo, fresco y verde; y en el centro, se encontraba un enorme árbol frondoso. A pesar de no tener luz, por alguna razón las luciérnagas se acercaban a él y lo hacían lucir aún más fantástico. Yamato se encontraba justo ahí, tenía un brazo elevado y su palma recargada sobre el enorme tronco, estaba tratando de activar su estilo madera, sin embargo, no brotaba ninguna rama de su cuerpo como era de costumbre.

Kakashi le observó unos segundos desde la oscuridad, sintió algo de tristeza al ver al castaño luchando por que aquel gran poder regresara a su cuerpo. Yamato expulsaba una gran cantidad de chakra de su cuerpo y la concentraba toda en aquella palma con la esperanza de que su estilo madera volviera. Había ocupado tanta energía que terminó cayendo al suelo, estaba muy agotado y se recargó sobre el mismo tronco, y su frustración la dejó salir con una larga exhalación. Levantó la cabeza hacía las ramas de aquel árbol que desde esa posición le impedían ver el cielo y cerró los ojos, se había rendido de intentar algo imposible. La frustración hizo que las lágrimas comenzaran a salir y por eso mismo se mantenía mirando arriba, para evitar que salieran más.

Fue ahí cuando el peliplata se acercó. Kakashi se sentía algo enojado, no le gustaba que Yamato se rindiera tan fácil, después de que toda su vida luchó por su propia cuenta, sin ayuda de nadie, ni siquiera de amigos como los que él fue afortunado de tener. Aquel hombre que veía llorar no tenía la esencia del Tenzou alegre que siempre le animó. No quería verlo de aquella forma y entonces se puso de cuclillas frente suyo, bajó de su mentón y le dio un beso.

Yamato asustado por sentir un tacto desconocido e imprevisto, abrió sus ojos húmedos y vio frente suyo la cara de Kakashi, el cual mostraba una sonrisa.

-Te devuelvo el beso que me robaste aquella vez en el bosque -dijo Kakashi

-Sempai... -Yamato lo miró un instante asombrado y casi por instinto volteo rápidamente a su izquierda y luego a su derecha, solo para asegurarse que nadie hubiera visto aquello

-Aquí no hay nadie Tenzou -Kakashi se levantó, dio unos cuantos pasos atrás para poder observar completo a aquel enorme árbol y puso las manos sobre las caderas- ¡Ven a ver esto Tenzou!, ¡esto es casi tan increíble como tú!, realmente no puedo creer que vengas a pedirle ayuda a este árbol, si tu eres incluso más fuerte

Yamato se había quedado pasmado observando al peliplata, lo que estaba diciendo parecía una broma para por el tono intenso con el que Kakashi hablaba. Luego hubo un silencio, solo se escuchaba el sonido de los grillos y del agua que brotaba de alguna parte de aquel bosque. Kakashi se volvió a acercar a Yamato y se sentó a un lado suyo.

Un Nuevo CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora