Fue inevitable para los dos

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Al llegar al fin a casa, ambos nos bajamos y me extrañé al ver luces dentro de la casa.

-¿Tú encendiste las luces antes de irnos? -Le pregunté a Andy.

-No, me aseguré de haberlas apagado antes de salir... -Me contestó muy confundido.

-¿Crees que hay alguien dentro?

-No lo sé... Quédate aquí afuera, iré a revisar. -Asentí y tomé su mano antes de que se alejara.

-Ten mucho cuidado por favor.

-Tranquila, todo estará bien. -Acarició mi mejilla, besó mis labios, me dirigió una sonrisa y se adentró a la casa. Esperé unos diez minutos y no había señales, así que me decidí por entrar. Lo busqué en la cocina, el living pero pude encontrarlo. Subí a la habitación donde de pronto oí dos gritos masculinos. Entré a la habitación de mi padre y me encontré con una escena perturbadora... mi padre sostenía a Andy por los hombros mientras él luchaba por zafarse de sus manos, cuando de pronto se subió a la ventana y mi padre lo empujó sin intenciones, o quién sabe... corrí hacia allí, pero ya había caído, solté un grito ahogado con el rostro lleno de lágrimas y comencé a golpear el pecho de mi padre que olía a alcohol más que nunca.

-¡Aléjate de mi maldito hijo de perra! ¡Desde ahora no eres más mi maldito padre! -Me observó desconcertado, pero no le di importancia y corrí escaleras abajo, tomé el teléfono y marqué el número de emergecias.

-Emergencias médicas, ¿cuál es su urgencia? -Preguntó una mujer del otro lado.

-Mi padre... mi padre empujó a mi hermanastro por la ventana, creo que está inconsciente. -Dije tratando de calmar mi llanto.

-En seguida irá una patrulla señorita. -Corté y volví a correr hacia el patio trasero, donde Andy yacía en el largo y descuidado césped sin mostrar signos vitales. Lo tomé y pegué mi oído a su pecho, suspiré al oír el latido de su corazón, pero seguí abrazada a él tratando de que despertara.

-Por favor no me dejes, no podría perderte, no a tí. Por favor cariño, te amo... te amo, sabes que te amo, siempre te amaré. -Susurré en su oído, pero no movía ni un músculo. De pronto oí las sirenas detrás de la puerta, lo dejé allí y la abrí, dándole espacio a los paramédicos que entraban a toda velocidad con una camilla en sus manos. Me empujaron a un lado y frente a la puerta de mi casa noté que un policía entraba, cuando lo logró, lo observé correr dentro con otros dos detrás. Al salir unos minutos después, llevaban a mi padre esposado a un lado... me negué a acercarme a él, lo único que hice fue observarlo con repugnancia, porque había perdido por completo a mi padre. Sus ojos desconcertados con ojeras se dirigieron hacia mi y me observaron sin expresión alguna mientras lo llevaban hacia el coche. Las luces rojas y azules sobre su rostro pálido fue lo último que vi de mi viejo y ya completamente arruinado padre... Sentí un pequeño golpecito en mi hombro y me di la vuelta, era un policía.

-Disculpe señorita, ¿usted hizo la llamada a emergencias? -Asentí secando mis lágrimas y tratando de soltar una palabra coherente.

-Si, fui yo. -Logré decir con voz ronca.

-Bien, necesito hacerle algunas preguntas, ¿le parece?

-¿Es necesario que las haga ahora? Necesito ir con mi hermano. -Dije notando que la camilla entraba a la ambulancia.

-Claro, lo lamento, mañana yo o uno de mis compañeros irá al hospital, si le parece.

-No hay problema señor. -Contesté subiendo al camión, todos me observaron confundidos, pero no pararon de gritar y siguieron colocándole el suero y el respirador a Andy. Una mujer a un lado con uniforme de enfermera se dirigió hacia mi con calma.

Jamas cambiaras (Andy Biersack y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora