Quise alejarme de todo

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Al día siguiente abrí los ojos y Andy se encontraba una vez más a mi lado. El doctor, luego de colocarme el yeso, me comunicó que debía quedarme unos dos días más ya que todavía no estaba totalmente recuperada, pero ya no soportaba ni un segundo más allí.
-Buenos días. -Dijo besando mis labios levemente. La sensación era rara, pero debía aceptar que me gustaba...
-Hola, ¿cómo estás?
-¿Yo? Perfecto, ¿y tú?
-Igual, pero algo cansada. -Contesté con una media sonrisa.
-¿Cansada de qué?
-De esto, detesto los hospitales, son lo peor.
-Solamente faltan dos días.
-48 horas son demasiado para mi. -Rodó los ojos divertido.
-Te traje algo de comer.
-¿Por qué te preocupas tanto por hacer que coma?
-Me preocupas, no quiero que termines siendo anoréxica.
-No lo seré, estoy bien.
-Me dijo la doctora que estabas demasiado delgada cuando viniste, que parecías desnutrida.
-¿Y?
-Y me dijo que debíamos internarte en un centro de trastornos alimenticios...
-¿¡Qué!?
-Tranquila, le dije que estarías bien y que me encargaría de que comieras sano.
-No necesito que te preocupes por mi.
-No quiero que te lleven, debo hacerlo.
-Pero...
-Mira, ¿qué prefieres? ¿Estar en casa conmigo o en un hospital rodeada de esqueletos?
-Eso fue cruel.
-Es la verdad, respóndeme.
-En casa.
-Entonces deberás comer, aunque sea un poco para tener un peso normal.
-No soy anoréxica.
-Lo sé.
-Entonces, ¿por qué haces esto?
-¿Comenzaremos otra vez a discutir? Déjalo así, además te traje una hamburguesa.
-Bien, comeré. -Soltó una risa casi inaudible. -¿Acaso no viste mi teléfono?
-Si, está en casa, ¿por qué?
-No lo sé.
-Te aviso desde ahora que no dejaré que Paul se acerque a ti.
-No es por Paul, es por su hermanita y su padre, ambos me conocen desde que tengo memoria y les tengo mucho cariño, no quiero que les llene la cabeza y no quieran volver a hablarme nunca más en la vida.
-¿Por qué quieres hablarles?
-Les debo muchos favores, Blake fue como el padre que nunca tuve para mi, siempre me ayudó y no me gustaría perder el contacto.
-¿Cómo es su padre?
-Grande, rubio, ojos avellana... ¿por qué?
-Un hombre así vino ayer, pero habló con la enfermera.
-¿No oíste nada de lo que dijo?
-No, pero Alex pudo haberlo reconocido, ¿quieres que la llame?
-Claro. -Salió de la habitación y yo le di un pequeño bocado a la hamburguesa. Al entrar me dirigió una sonrisa, él salió y ella se sentó a mi lado.
-Hola, ¡vaya milagro el verte comer! -Reí.
-Andy me obligó.
-Lo supuse, ¿qué tal están ustedes dos?
-Bien, tenemos una buena relación creo. -Asintió con la cabeza. -Quería preguntarte si has visto a Blake por aquí.
-Si, vino ayer unos minutos.
-¿Por mi?
-Si, preguntó como estabas y dijo que te dijera que todo está bien, que todo sigue igual que antes. -Suspiré aliviada.
-Genial.
-¿Qué te preocupaba? Por lo que sé, Paul no les dijo nada sobre lo que pasó en el colegio, ni siquiera a la directora que llegó luego de que escaparas.
-Creo que me sobrepasé, ahora recuerdo todo, la manera en la que lo golpeé, cuando lo escupí, fue demasiado.
-Pero te entiendo, tuviste que sacar toda la furia acumulada de alguna manera, él no tiene derecho a hacer lo que hizo, ni él ni nadie.
-Pero Alex, a lo que voy es que fue demasiado.
-Tal vez te sobrepasaste un poco, pero lo merecía.
-Como digas, ¿podrías traerme algo de beber por favor?
-Claro, en un segundo vuelvo. -Me sonrió y salió de la habitación, pero se paró frente a la ventana de vidrio frente a ella al ver a Andy, ella comenzó a hablarle mientras él la miraba cautelosa, de pronto él abrió los ojos sorprendido y agachó la mirada, dijo algo que no pude entender, ella tomó su mentón y... se besaron, sus labios se unieron y lo peor fue que él no se alejó. Me había traicionado y con mi mejor amiga... Me paré rápidamente y al buscar mi ropa que estaba en una mochila debajo de la cama caminé hacia el baño, donde me cambié cuidadosamente y, ya lista, le eché un último vistazo a los dos que al fin se separaron y se observaron confundidos, caminé y abrí la ventana, la que provocó un maldito chirrido, haciendo que Alex y Andy voltearan hacia mi, observé afuera y por suerte estaba en un primer piso, salté y comencé a correr con todas mis fuerzas entre toda la gente que me observaba extrañada mientras trataba de esquivarla a toda costa para pasar más rápido. Cuando me alejé un poco de toda la civilización me encontré en la nada, en una carretera desolada por la que solamente pasaban uno auto cada quince minutos. Me dirigí hacia los árboles y comencé a caminar otra vez un poco más tranquila. Luego de unos minutos de caminar no soporté más el nudo en la garganta y caí al suelo, dejando que las lágrimas recorrieran mi rostro... ¡sabía que no debía darle una maldita oportunidad! Fui tan estúpida. Sequé mis lágrimas y apoyé mi espalda a un árbol. Un minuto luego las gotas provenientes del cielo comenzaron a humedecer mi cabello y mi ropa haciendo que comenzara a tiritar sin control, pero no le di importancia, abracé mis rodillas y me quedé allí en silencio oyendo el sonido de las gotas golpeando el suelo.
Unos minutos luego oí pasos cerca de mi, traté de pararme, pero estaba demasiado débil como para hacerlo, así que traté de esconder mi rostro con mis piernas, pero no lo logré, una persona encapuchada comenzó a caminar hacia mi, cuando se quitó la capucha me sorprendí al ver a un bonito chico que me observó con cautela.
-Hey, ¿qué haces aquí?
-M... me perdí. -Contesté tiritando.
-¿De dónde vienes y por qué estás aquí? -Preguntó tendiéndome una mano para ayudarme a levantarme.
-Vengo... vengo de un hospital y quise alejarme de una per...persona.
-¿Novio?
-Más o menos. No puedo levantarme. -Contesté.
-Toma el paraguas, te cargaré. -Le hice caso y me tomó entre sus brazos. -Estás heladísima.
-Lo sé, pero por favor, no me lleves al hospital otra vez, no soy un tipo de psicópata que se escapó. -Rió.
-Lo noto, pero no debiste venir aquí, es muy peligroso. Iremos a mi departamento por aquí cerca si es que no te molesta.
-Sería genial, gracias. -Contesté apoyando mi cabeza sobre su hombro, ¿qué estaba por hacer? Estaba a punto de ir a la casa de un completo desconocido, pero era mejor que quedarme muerta de frío y mojada en un bosque. Cuando al fin llegamos a la carretera otra vez visualicé una enorme camioneta negra.
-¿Es tuya? -Asintió con la cabeza, abrió la puerta del copiloto, me colocó el cinturón y la cerró, luego de subirse él y arrancar comenzó a conducir.
-Quítate la chaqueta, te daré la mía.
-¿Por qué?
-Porque podrías morir de hipotermia. -Me tendió una enorme chaqueta de cuero que me coloqué al quitarme la mía completamente empapada.
-Bien, ¿puedo saber tu nombre?
-Stephen... ¿y el tuyo?
-_____.
-Bonito nombre, ¿qué te sucedió en el brazo?
-Tuve un accidente en coche.
-Wow, que mala suerte.
-Si... oye, ¿qué hacías en el bosque?
-Escapaba de problemas, al igual que tú.
-¿Novia?
-Ahora ex.
-Oh, lo lamento.
-¿Por qué?
-No lo sé, ¿no es correcto decirlo?
-No lo sé, depende de lo que consideres correcto. -Nos observamos mutuamente y reímos.
-¿Puedo preguntar tu edad?
-16, ¿tú? -Contesté.
-Oh, me parecías más grande... tengo 20.
-¿Qué edad aparento?
-Unos 18 tal vez.
-Pues te equivocaste.
-Lo sé. Llegamos. -Se bajó y me abrió la puerta siguiéndome con el paraguas detrás de mi. Entramos al edificio y subimos al ascensor, donde él presionó el botón 8 y comenzamos a subir en completo silencio. Al llegar caminé detrás de él hacia una de las puertas, abrió y ambos entramos a la casa.
-Puedes quitarte la ropa en el baño. -Me apuntó con el dedo una puerta. -En seguida te daré ropa, supongo que mi ex dejó algo por allí.
-Gracias Stephen. -Contesté sonriendo y devolviéndole la chaqueta.
-No hay de qué _____. -Me devolvió la sonrisa. Al entrar al baño me quité toda la ropa y sin pensarlo abrí el grifo de la ducha, estaba demasiado helada... me adentré y me situé debajo del relajante chorro de agua. Me quemó un poco, pero luego se volvió totalmente relajante. Un minuto luego oí como la puerta se abría lentamente, corrí la cortina un poco para observar a Stephen dejando la ropa encima de un mueble.
-Aquí tienes la ropa.
-Gracias. -Contesté y volví a cerrar la cortina con tanta mala suerte que se cayó y me quedé completamente desnuda frente a él, me observó un segundo pero luego parpadeó un par de veces y se dio la vuelta.
-Lo lamento, la cortina está rota. Tienes una toalla a tu lado. -Salió totalmente avergonzado sin quitar la vista del suelo y apenas cerró la puerta tomé la toalla y me sequé sin darle tanta importancia a lo que había pasado. Me coloqué la ropa que me había dado, la que sorprendentemente me quedaba perfecta y luego de secar mi cabello salí caminando con tranquilidad. Lo encontré sentado en el sofá tecleando algo en su teléfono, le quitó la vista y me observó.
-Wow, te queda perfecta.
-Si, es muy bonita. Te la devolveré apenas llegue a casa.
-No te preocupes, no la necesito, no siempre me encuentro una bonita chica en el bosque totalmente empapada y perdida que escapó de un hospital. -Reí.
-¿Bonita?
-Hermosa diría yo. -Volví a reír tímidamente. -¿Quieres que te lleve a tu casa o... quieres quedarte?
-¿Podría?
-Por supuesto, tengo una habitación de huéspedes.
-Pero, ni siquiera te conozco.
-Oye, no soy un violador, puedes confiar en mi.
-Bien, lo haré, muchas gracias Stephen.
-No hay de qué. Ya son casi las seis de la tarde, ¿qué te gustaría cenar?
-Cualquier cosa estará bien pero, ¿te molesta si me acuesto ahora y luego me despiertas para cenar? Estoy en verdad muy cansada.
-Lo entiendo, claro que no, a dos puertas del baño está la habitación de huéspedes.
-Gracias. -Le sonreí y caminé hacia la habitación.

Jamas cambiaras (Andy Biersack y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora