Están por dar las seis de la tarde. He llegado antes a Twins para comer algo. Los gemelos ya andan por allí destruyendo la cafetería. Empiezo a dudar de mi capacidad como tutora. De repente la puerta se abre y suena la campanita que avisa la llegada de un nuevo cliente. Aparto la vista de los gemelos que saltan y dan vueltas en dos sillas altas. Leo entra sacudiendo su cabello negro ya que afuera ha comenzado a llover y parece que no pudo escapar de unas lloviznas. Pasa las manos por su chaqueta y chasquea la lengua molesto por estar bastante mojado. Me río por lo bajo y él me mira. Una fugaz sonrisa surca sus perfectos labios, pero enseguida parece recordar algo y vuelve a estar serio.
Se acerca a Carla y después de hablar unos minutos con ella viene a la mesa donde estoy yo con mi plato vacío.
-Será mejor que nos movamos hasta allá- me habla sin mirarme y señalando una mesa de la esquina.
-¿Por que? Aquí estoy bien- me mira directo a los ojos y tengo que ser yo la que aparta la mirada, demonios.
-Allá será más cómodo para que demos las tutorías. Los niños se distraerán menos y no estorbaremos a la gente que entre a comer- levanta las cejas diciendo, es lógico tonta.
-Aquí estoy bien- me encogo de hombros aunque se que tiene la razón, como siempre.
Se sienta frente a mi, mira a todos lados. Levanta la vista al cielo como pidiendo ayuda divina. Inhala y exhala con fuerza cerrando los ojos mientras lo hace. Es todo un espectáculo ver que yo también agotó su paciencia como él acaba con la mía. Por fin cuando parece haber conseguido paz, me mira.
-Megan, no quiero discutir. No ahora- me habla pausadamente y con voz dulce. Yo se que desea gritarme que le haga caso y ya, en cambio no lo hace.- Vine por que quede en ayudar con los gemelos. Sabes que tengo razón, sólo que quieres volverme loco, irritarme y desquiciarme y lo logras, creeme lo haces, lo sabes, por eso me llevas la contraria aún sabiendo que llevó la razón. Si no quieres mi ayuda y quieres que me vaya sólo dilo.
Me quedó callada un momento, dijo mucho y me enredó. Sólo entendí que lo vuelvo loco y que le llevó la contraria en todo. Eso es cierto, además yo tampoco quiero discutir con él, necesito su ayuda. Así que sin decir nada recojo mis cosas y los platos. Camino al lugar donde Jorge deja los cacharros sucios para lavarlos cuando puede y me voy a sentar a la mesa que me indicó minutos antes.
Niega con la cabeza y sonríe. Se levanta. Camina llevándose una mano a la boca y pasando su dedo índice por los labios. Lo hace todo el tiempo, especialmente cuando disimula una sonrisa, pero ahora ese gesto me parece tan sexy. Bajo la vista nerviosa de repente. Llama a los gemelos y comenzamos con lo que nos toca.
Media hora después o un poco más tomamos un descanso.-Están insoportables- le comentó a Leo.
-Si, son difícil de controlar. Este lugar tampoco ayuda, se le quedan viendo hasta a las moscas si pasan- me rió.
-Tienes un...- le señalo su frente y después la mía para que sepa que el pelo alborotado le cae en la frente.- El... Arreglate...
-¿Que?
-Tienes todo el pelo en la frente.
-¿Dónde?
-Ahí- vuelvo a hacer gestos, pero se pasa la mano por donde no es.
Desesperada lo hago yo. Me subo a la silla colocando las rodillas para estirar mi mano y acomodar su cabello. Es tan suave como lo recordaba. Desdé niños pasaba largo rato jugando con sus mechones largos y el enrollando los míos en sus dedos mientras hablábamos o simplemente guardábamos silencio acostados bajo un árbol, el sofá o en una de nuestras camas. No había nada malo en eso, somos los mejores amigos. ¿Entonces, que nos alejó?
Hacía tanto tiempo que no lo tocaba. Él recuesta su cabeza en mi mano y cierra los ojos, sus largas pestañas como un abanico y una sonrisa de satisfacción hacen que me atreva a levantar mi otra mano y pasarla por el otro lado. La paso dos veces y luego la paso lentamente por detrás de su oreja, de paso le doy un suave apretón al lóbulo. Abre los ojos de golpe, traga hondo y antes de que saque las manos me agarra ambas muñecas.
-Ayy, sueltame- chilló- ¿Que haces?
-¿Que haces tú?- me dice pegándose a mí.
Me estremezco. ¿Que se supone que hacia? ¿Acomodando sus mechones rebeldes por la lluvia? ¿Recordando lo mucho que me encantaba hacerle eso? Lo mucho que extraño nuestra cercanía. Acostarme en su pecho para escuchar sus latidos o que él lleve mis dedos a su boca para arrancar mis uñas. Si, lo extraño y lo necesito mucho. Quiero que vuelvan esas trivialidades que pasaban día a día. Quiero que nos reunamos bajo ese enorme árbol de mi patio como siempre hacíamos a planear quien sería la próxima víctima de una de nuestras travesuras. Quiero reír hasta llorar luego de que la realizáramos. Correr hasta fatigarme a su lado para no ser atrapados y luego recuperar el aire abrazados. Ver las mejores y peores películas vistiendo nuestra camiseta de los Knicks con la mesa repleta de sodas y chucherías. Amo esas cosas y lo amo a él.
Si, eso es, lo amo.
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Candidato al primer beso
Teen FictionTengo 17 años y aun no he tenido mi primer beso. Nunca me he preocupado por eso. Hay cosas mas importantes de las que preocuparme. Una de ellas es conseguir la entrada a la universidad que he soñado desde hace años, otra cosa es que debo estar prepa...