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El ruido infernal del despertador me levanta haciéndome saber que hoy es lunes y tengo que ir al colegio. Lo tiro al suelo y me acurrucó de nuevo en mis sabanas. Llevó dos días que no puedo dormir bien, mis sueños son de lo más extraños.

Otro ruido hace que brinque de la cama. No es el despertador, es Nancy, o sea, su bocina. ¿Vino por mi? ¿Tan temprano? ¿Cuanto dormí desde que tire el despertador?

Me visto con lo primero que encuentro y salgo al baño, entrando la cabeza en la blusa. Me tropiezo con mi madre.

-Ma, lo siento.

-Auch Megan, no corras por la casa mientras te vistes- me regaña a la vez que se masajea un hombro.- ¿Te quedaste dormida? Si dormiste casi todo el día de ayer.

-Bueno si, eh, creó que no me siento bien.

Me mira muy sería por un momento y después sacude la cabeza.

-Voy a entretener a Nancy unos minutos, tu date prisa.

-¡Gracias! Eres la mejor- la beso en la mejilla.

-Lo se. Basta, deja de llenarme de baba- se queja por los besos que le doy sin haberme lavado la cara, pero ríe.

Cinco minutos después bajo brincando de tres en tres las escaleras. Mi madre esta en la puerta.

-Te amo mamá, gracias, adiós- le doy otro beso fugaz y corro al coche de mi amiga.

Me detengo justo cuando voy a abrir la puerta del frente pero veo que hay alguien sentado en mi lugar habitual. Me toca ir atrás. Abro de mala gana la puerta y entró.

-¡Buenos días dormilona!- me saluda Nancy con una sonrisa de oreja a oreja.

-Hola y hola Dylan- digo sin ninguna emoción.

-Hola Megan, me gusta tu estilo- dice Dylan con una risita.

-Ah si, amiga, tienes la blusa al revés- me deja saber Nancy intentando esconder una risa.

-Demonios- resoplo y me apartó un mechón que se solto del moño flojo que me hice.

-Pase más temprano por ti por que tengo que llevar antes a Dylan a su casa.

-¿Y eso por que? ¿Se averió su coche?

-No, Dylan paso el fin de semana con mi familia, su padre lo llevó hasta allá y yo me encargó de devolverlo sano y salvo- abro y cierro la boca varias veces. No me lo creó. Ella me mira por el espejo arqueando una ceja.

-Ah ya veo. La pasarían genial.

-Es un sitio muy bonito y logramos fugarnos unas cuantas veces. ¿Verdad amor?- Dylan lo dice acercándose a Nancy y dándole besos en los labios y en el cuello.

-Genial- farfulló, no porque me alegre, sino porque tendré que soportar sus empalagosos besos por un rato.

Después de dejar a su novio y conocer a los padres de Dylan, nos apuramos a llegar al colegio que no queda muy lejos. Ahora entiendo como es que él siempre esta metido en el colegio, si es que vive cerca. No hablo mucho más con mi amiga ya que corro al baño para arreglarme la ropa antes de que me vea demasiada gente.

-Por eso no te pude llamar ayer. Estuve todo él día con él. Eso era lo que quería contarte el sábado. No me esperaba que él me diera esa sorpresa, lo había insinuado, pero no creí que fuera y lo más romántico fue que llevó flores para todas. La abuela y mamá lo amaron al instante.

Nancy no para de hablar de su espectacular viaje de fin de semana. Estamos sentadas en nuestra mesa a la hora de almuerzo. No he cruzado ni una palabra con Leo en todo el día. Lo ignoró como él me ignora a mí.
La clase de baile fue un asco, Leo se excusó diciendo que estaba lesionado y se sentó a dar instrucciones a los demás cuando la profesora se lo encomendó.

Ahora esta sentado a unas mesas de la nuestra con los chicos y una que otra chica, entre ellas la que se ríe exageradamente de cada palabra que dice Leo. Esa que le decía cosas demasiado cerca el otro día y la que hace que me hierva la sangre cada vez que los veo cerca.

-No has hablado con él- le digo a Nancy en voz baja lanzándole una mirada rápida al susodicho.

-No, me olvide que me llamo varias veces ayer pero no pude contestar. Dylan tuvo su lengua dentro de mi boca la mayor parte del día.

-Que asco, no necesito tanta información.

Ella toma su celular y empieza a teclear de la forma más rápida que he visto.

-¿Que haces?- le pregunto.

-Me disculpó con mi amigo- me mira un segundo y se carcajea. Miró a Leo y también esta en su celular y se ríe.

-¿Que le dijiste?

-Le conte de mi fin de semana romántico y de que la lengua de Dylan metida en mi boca no me permitió contestar sus llamadas. Esta tan asqueado que cree que debe ir a vomitar- se ríe. Dejó escapar una sonrisa y lo miro. Esta muy concentrado en teclear y se ve muy hermoso. Se acomoda en la silla y mira en nuestra dirección. Miró a otro lado.

-¿Que dice ahora?

-Megan, deja de torturarte. Sólo ve y habla con él. ¿Ves lo fácil que es? Yo no le conteste sus llamadas, se que estuvo mal. Me disculpó y le hago unas cuantas bromas y ya todo esta igual que antes.

La miro mal. No voy a pedirle perdón. Sigo molesta y él ni me ha buscado. Ha estado conectado en facebook e instagram y lo se, en vez de pasar la mayor parte del día de ayer durmiendo como le dije a mi madre, estuve acostada si, pero viendo sus fotos y esperando a que se dignara a escribirme aunque fuera por whatsapp en el que estuvo en línea cada vez que yo entraba y nada. Eso me quito el sueño y lo poco que dormí tuve pesadillas. Pues yo no voy a ser la que le suplique.

-He dicho que no.

-Bueno pues allá tú. Sigue negando que lo amas y perdiendo el tiempo. Si te fijas hay otras adelantándose.

-Agg- gruñó levantándome de la mesa.- No me importa, que se meta con quien le de la gana- grito.

Antes de desaparecer siento la mirada de muchos sobre mí. Volteo y veo a Leo que me mira con el ceño fruncido. No me importa, sigo caminando.

Le pido por favor a la profesora Acosta que me excuse de la clase de educación física y me permita practicar esa hora. Después de explicarle que soy pésima en deportes y que me siento mal con esa clase y que necesito adelantar para lograr mi verdadero sueño, me apoya. La verdad es que no quiero ver a Leo y lo logro.

De camino a casa Nancy no toca el tema y lo agradezco. Le hago preguntas del fin de semana y eso basta para que hable por un mes si no la detengo. Gracias a Dios llegó sin marearme de escuchar tanto de Dylan y lo bueno que esta. Me dice que Nico andaba preguntando por mí, pero al parecer logre esconderme de todos hoy, es más me parece no haber visto a la pareja del momento estrujandose por los pasillos. Al fin y al cabo ya poco me importan. Tengo peores cosas de las que preocuparme, por ejemplo, si debo pedirle perdón a mi mejor amigo o no.

Candidato al primer besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora