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-¿Estás seguro de que estamos solos, cariño? -Le dije entre jadeos a mi novio Blake mientras besaba mi cuello.

-Sí, mi amor, -me quitó la camisa-, mis padres se han ido a buscar a un amigo al aeropuerto. -Besó mis labios. -Podemos hacer todo el ruido que queramos. -Reí entre besos mientras continuábamos quitándonos la ropa mutuamente.

Blake y yo llevábamos tres años juntos pero aún no conocía a sus padres, aunque él sí conocía al mío y a mis hermanos.

De hecho, lo conoció el viernes pasado en una cena, pues a mis hermanos los conocía de antes, a uno de ellos por ser su mejor amigo.

Besó mis labios, mi cuello y yo gemía con cada roce. Le di la vuelta a la situación, quedando yo encima y comencé a besarle a él, moviéndome y restregando nuestros sexos desnudos.

Agarró mis partes traseras con fuerza y entró en mí con un solo movimiento de cadera, haciendo que echara la cabeza hacia atrás y gimiera de placer cuando nos movíamos.

Tomaba la pastilla anticonceptiva, así que no había problema en no usar algún otro tipo de protección física en estos casos.

Además, que yo ya tenía 22 años, era adulta y sabía lo que hacía. Blake era mayor que yo por tres, así que él tenía 25.

Él vivía en otro país con cuatro amigos, pues estaban persiguiendo su sueño de ser un grupo musical, por lo que solo nos veíamos las pocas veces que venía a visitarnos y aprovechábamos el tiempo.

A veces venía solo unos días o a veces, incluso, por meses o semanas, como era el caso en el que nos encontrábamos que había venido por dos semanas.

Ambos gemíamos y jadeábamos en un volumen medio, aunque a veces se nos escapaba alguno más alto que otro, pero ¿qué más daba? Estábamos solos.

Acabamos exhaustos y sedientos, así que me bajé de su regazo y me acosté a su lado. Él besó mi cabeza y acarició mi estómago colocándose de perfil.

-Eres increíble, mi amor. -Le miré sentándome en la orilla de la cama. -Es una pena que me vaya el domingo por la noche otra vez. -Asentí.

-Al menos nos podemos ver de vez en cuando, cariño. -Me levanté y me puse su camiseta que me quedaba unos dos dedos más abajo de mi cadera.

-¿Dónde vas? -Preguntó levantándose y poniéndose el bóxer junto al pantalón vaquero.

-A beber agua. -Me puse mis braguitas que estaban tiradas por algún rincón.

-Voy contigo. -Me dio una palmada en el culo y abrió la puerta de su habitación.

Salí riéndome y sobándome el sitio donde había golpeado, haciendo que se diera la vuelta y me besara chocando mi espalda contra la puerta cerrada.

Agarré sus mejillas con mis manos y él mi cintura con una, pues la otra la usó para apoyarse en la puerta con el antebrazo.

La mano que estaba en mi cintura fue bajando hasta mi culo, donde acarició por encima de la ropa interior sin dejar de besarme y me reí en sus labios, pero un carraspeo nos hizo separarnos y mirar hacia la izquierda.

Un hombre estaba ahí de brazos cruzados subiendo el último escalón. Tenía una mirada de diversión y una sonrisa ladeada mirándonos a ambos.

Era alto, un poco más que Blake. Pelo castaño peinado hacia atrás como si de un tupé se tratara. Tenía los ojos color miel, y vestía formal, con una camisa azul de botones, vaquero y unos zapatos.

Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y la camisa, con dos botones desabrochados mostrando un esculpido pecho, se apretaba alrededor de sus bíceps, al igual que el vaquero se apretaba a sus piernas.

El padre de mi novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora