15.

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Me subí a la moto y me abroché el casco cuando la arranqué. Ian estaba en su coche a mi lado, esperando para seguirme aunque él sabía el camino a casa por haberme llevado el domingo.

-Ten cuidado. -Dijo antes de que bajara el cristal y le sonreí.

Me gustaba que se preocupara por mí aunque yo ya fuera bastante experta en usar motos, pues llevaba desde los quince años usándola. Aunque ahora tenía permiso, antes lo hacía sin él, pero lo hacía.

Aceleré quitando la pata que la sostenía en equilibrio y la equilibré yo poniendo rumbo a la carretera, oyendo por el camino el sonido ambiente que el casco me dejaba oír.

Cuando paraba en un semáforo en rojo, le miraba a él, quien no dejaba de mirarme con un brazo por fuera del cristal bajado y media sonrisa.

¿Qué me has hecho?

Eso era lo único en lo que pensaba cuando lo miraba o pensaba en él, en sus labios, en sus brazos, sus manos por mi cuerpo, su voz, sus pequeñas cosas.

Al llegar a casa, aparcó él primero, así yo dejaba la moto en el hueco que dejara su vehículo. En efecto, así fue, y me bajé quitándome el casco y sacando la mochila con mis cosas del maletero.

Él estaba a mi lado observándome y yo puse el candado reglamentario en la rueda trasera para que, al levantarme por la mañana, hubiera un pequeño porcentaje esperanzador de que la moto siguiera aquí.

Comenzamos a caminar hasta el portal de mi edificio, pidiéndole disculpas por lo mal cuidado que estaba todo, tanto la fachada como la puerta destrozada, como las escaleras sucias y rotas.

Llegamos a la puerta de casa y abrí sacando la llave de mi bolsillo. Al abrir, mis dos hermanos y papá estaban en la barra de la cocina. Ellos dos por el lado del salón y papá por el de la cocina.

Al pasar, le hice una seña a Ian que entró con las manos en los bolsillos y cerré detrás de él. Brian, al verlo, se congeló y parecía que solo yo me di cuenta de ello.

-Buenas noches. -Saludé dejando el casco en la barra y me devolvieron el saludo.

Besé las mejillas de mis hermanos y otro a mi padre quien me abrazó en un gran abrazo. No le veía desde el sábado en la pequeña cena familiar que hacíamos de vez en cuando.

-Él es el señor Collins, el padre de Blake. -Mi padre me dio una mirada. -Sí, papá, al que conocí semi desnuda. -Rodé los ojos y todos reímos.

-Ian. -Habló él rectificando que le había presentado por el apellido.

-Yo soy Jayden. -Mi padre estiró la mano y ambos la estrecharon.

"Si mi padre supiera donde han estado esas manos", pensé riendo y todos me miraron extrañados.

-Nada, solo pensaba. -Me excusé encogiéndome de hombros. -Al señor Collins le gustaría hablar contigo, papá. -Asintió.

-Claro, tomemos asiento, por favor. -Dijo mi progenitor y ambos se sentaron cada uno en uno de los dos sofás.

Por otro lado, nosotros tres nos sentamos en la barra de la cocina y mis hermanos me hablaban de algo a lo que no prestaba atención.

No podía dejar de mirar a Ian hablando seriamente con mi padre sobre el tema de las deudas y descubrí todo lo que me gustaba observarle siendo lo que era, un hombre serio.

-¡Hey! -Charlie chasqueó los dedos frente a mi cara.

-¿Qué pasa? -Dije mirándolos a los dos.

-¿Tanto te afectó que te viera casi desnuda? -Volvió a hablar el mellizo riendo.

-Fue incómodo, pero no pensaba en eso. Es por lo que están hablando. -Me excusé.

El padre de mi novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora