9.

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Me bajé del coche de Ian, quien me había traído hasta casa. Había querido llevarme al hospital, pero me había negado rotundamente. No estaba herida, no tenía porqué ir y no quería preocupar a mi familia.

A parte de que Jake y mi padre estaban trabajando y no quería que, por manos del destino, me vieran llegar al hospital o acabar justamente en el que alguno de los dos trabajaba.

-Gracias por lo de esta noche, Ian. -Le dije apoyada por fuera de su puerta, la cual tenía el cristal bajado.

-No me agradezcas nada, que estés bien es suficiente, preciosa. -Me comenzaba a gustar que me llamara así.

-Te invitaría a subir, pero mi casa ahora va a ser un interrogatorio. -Suspiré.

-Ya vendré otro día, no te preocupes por ello. -Acarició mi mano con la suya.

-¿Podrías disculparte por mí? -Frunció el ceño. -Con Alice y con Néstor. -Aclaré.

-No hay porqué disculparse, pero se lo diré de todas maneras si te sentirás mejor así. -Asentí.

-Tampoco le digas nada a Blake de lo que iba a hacer. -Asintió él. -Ni a Blake ni a nadie. -Volvió a asentir.

-Solo prométeme que no volverás a pensarlo o a intentarlo. -Dijo serio.

-Te lo prometo. -Sonrió de lado. -¿Sabes? -Levantó una ceja curioso. -Me gusta este Ian. -Dije.

-¿Cuál? -Preguntó.

-El cariñoso, dulce, preocupado y no el intimidante, el que me pone nerviosa e intenta excitarme a todas horas. -Reí un poco pero él solo sonrió.

-Ese Ian nunca se ha ido, preciosa. Sigo queriendo meterme entre tus piernas con mucha urgencia. -Dijo con diversión, pero sabía que hablaba en serio.

-Qué manera de estropear el momento. -Murmuré.

-Has empezado tú. -Me reí.

-Solo era un comentario agradable. -Me excusé.

-Lo mío también. Es un halago que alguien quiera acostarse contigo. -Ladeé la cabeza.

-Pero para eso está Blake, Ian, mi novio, tu hijo. -Aclaré señalándolos respectivamente y él se encogió de hombros.

-Necesitarás a alguien cuando él no esté. -Abrí los ojos sorprendida por su comentario.

-Vale, creo que no es momento para hablar de esto, pero tendremos que hablarlo. -Él asintió conforme. -Me esperan arriba. -Señalé la ventana iluminada del edificio donde estaba mi casa y miró hacia ahí.

Él se quitó el cinturón de seguridad y abrió la puerta, por lo que tuve que retroceder unos cuantos pasos hacia atrás, observando curiosa porqué se bajaba del coche.

Cerró la puerta cuando estuvo fuera y se paró frente a mí pero entonces, cuando iba a preguntarle qué pasaba, agarró mi mejilla y mi cadera juntando nuestros labios suavemente.

Dejé de pensar en todos mis males y tormentos mientras sus labios se movían con dulzura sobre los míos.

Mis manos fueron hasta sus brazos, agarrándome de ellos, pues si no lo hacía estaba segura de que me caería, y subieron hasta su cuello.

El beso se fue volviendo más intenso y más salvaje, sintiendo un fuego acumulándose en mi vientre y un poco más abajo.

Me puse de puntillas, profundizando el beso cuando mi espalda chocó contra uno de los árboles que decoraban la calle, no sabiendo muy bien cuándo había comenzado a retroceder.

El padre de mi novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora