19.

41.6K 2K 285
                                    

*Capítulo con contenido sexual.

Habíamos acabado de comer en la terraza entre risas, conversaciones y más besos, así que ahora estábamos caminando por el pequeño camino que se veía desde la casa rural.

Me había quedado el piso de abajo por terminar de descubrir pero Ian me dijo que, esa ultima puerta que no abrí, era una sorpresa, así que salimos de la casa con mi curiosidad.

Mi cámara réflex iba colgando de mi cuello y la sostenía con mi mano izquierda mientras que la derecha era ocupada por la de Ian, teniendo él así la otra en su bolsillo.

Se sentía tan bien tener mi mano entrelazada con la suya. Me sentía tan libre de poder estar con él sin nada que temer porque aquí no había nadie de quien ocultarnos.

Desearía que nuestro día a día pudiera ser así siempre, pero por ahora teníamos que seguir fingiendo un poco más.

De vez en cuando me paraba para sacar alguna fotografía de una bonita flor o de un curioso animal que no solía ver, como una ardilla, o algún pájaro un poco exótico que solo vivía en el bosque.

De vez en cuando también le sacaba alguna foto a él o a ambos, sintiendo que no podía sentirme mejor y que toda la culpabilidad se había ido.

Al fin y al cabo, yo no elegí enamorarme de Ian, así que no podía sentirme culpable de algo que no podía controlar o evitar.

Asimismo, hablando con nuestros dedos entrelazados, llegamos al río que se veía desde la casa rural. Quedé impresionada al verlo e Ian me abrazó por detrás, susurrando cosas en mi oído que erizaban mi piel.

Quitó la cámara de mi cuello y la dejó en el suelo, junto a un pequeño bolso con nuestras cosas, a un lado debajo de un árbol mientras yo seguía atónita viendo el paisaje.

Sus manos fueron hasta el borde de mi camisa y la levantó, haciendo que levantara los brazos y acabara por quitármela. Ahí reaccioné y me giré.

Para cuando lo hice, sus labios se encontraron suavemente con los míos y me abrazó, sintiendo un escalofrío por el templado tiempo que se había metido.

Mis manos quitaron su camiseta del medio, tirándola al pasto cerca o lejos, no sabía, de la mía. Sus manos subieron por mi espalda hasta llegar al broche de mi sujetador, el cual quitó y tiró de nuevo al suelo.

Recorrió la silueta de mi cuerpo despacio, tomándose su tiempo con sus grandes y suaves manos, mientras besaba tiernamente mi cuello y yo me derretía sosteniéndome de sus hombros.

Nos miramos a los ojos cuando sus manos cayeron en mis caderas y yo abracé su cuello.

-No quiero follarte más porque a partir de ahora solo quiero hacerte el amor, preciosa. -Susurró cerca de mis labios y eso fue suficiente para que yo terminara de juntarlos con los suyos.

Enredé las piernas alrededor de su cintura y él comenzó a caminar hasta el río, el cual estaba helado, pero no me quejé porque el momento no lo requería.

Temblé un poco entre sus brazos, pero estaba segura de que era por la sensación de sus labios sobre mi pecho.

Lentamente, acabamos por quitarnos las ropa que faltaba, los pantalones y botas, y por tirarlas de nuevo al césped junto a nuestras camisetas.

Hice que se sentara sobre una lisa piedra y me senté sobre él, haciendo que entrara despacio en mí, pues con el agua todo resbalaba mucho mejor.

El agua cubría hasta nuestros abdómenes y las pequeñas olas causadas por los movimientos de nuestros cuerpos salpicaban hasta nuestros pechos.

En el silencio del bosque, solo se oían nuestros jadeos y gemidos, nuestros gruñidos y nuestras risas cómplices, nuestras palabras de amor, junto a algún sonido ambiente de los animales por los alrededores.

El padre de mi novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora