23.

32.3K 1.8K 288
                                    

Estaba en nuestro sitio, en la plaza al lado del acantilado, caminando de un lado hacia el otro ensayando lo que le iba a decir a Blake mientras gesticulaba con las manos.

El motor de su coche se oyó a lo lejos y aparcó lentamente al lado de mi moto, bajándose despacio, poniéndole la alarma y acercándose a mí con pasos cortos, como si no quisiera que llegara el momento.

Se sentó en el banco jugando con el llavero entre sus manos y la cabeza agachada sin querer mirarme y lo entendía, yo tampoco querría estar en su situación y, sinceramente, en la mía tampoco, pero lo estaba.

-Blake... -Me senté a su lado.

-Lo hay. -Me miró con los ojos cristalizados y rojos. -Hay otro hombre. -Suspiré.

-Sí, lo hay. -Afirmé.

-¿Quién es? -Me mantuve con la boca cerrada.

-No te lo voy a decir. No puedo. -Asintió.

-Lo averiguaré, no te preocupes por ello. -Retó. -Pero, ¿por qué? -Preguntó.

-Mucha distancia, no he sabido llevarlo bien. Tú te ibas a volver a ir un domingo, él estaba ahí... No sé cuándo fue que pasó, pero pasó. Demasiado rápido tal vez, no me di cuenta de que había pasado hasta que lo pensé en frío. -Bufé.

-Eso quiere decir que te has acostado con él, ¿verdad? -Me mantuve callada de nuevo. -Creo que no hace falta que respondas. -Suspiró.

-Lo siento tanto. No quise hacerte daño, no pensé lo que estaba haciendo. Solo quería a alguien que estuviera aquí conmigo y él estaba ahí. -Suspiré yo.

-Si me lo hubieras dicho, me hubiera quedado contigo. Te lo dije mil veces y me decías que no. -Me eché el pelo hacia detrás.

-Tu futuro es la música, Blake. No voy a pedirte que renuncies a algo de lo que puedes vivir, a algo que te puede dar de comer, por mí cuando ni siquiera he sabido llevar que no estés físicamente conmigo. -Aclaré.

-¿Cuánto hace que...? -Dejó la pregunta en el aire.

-Un mes o casi un mes. -Asintió mirando hacia adelante de nuevo.

-Entonces, se ha acabado, ¿verdad? -Preguntó lentamente.

-Eso me temo. -Afirmé.

-No pensé que acabaríamos así porque, sinceramente, no pensé que acabaríamos. -Dijo entrecortado.

-Yo tampoco lo pensé. -Me sinceré.

-Hasta que llegó él y te conquistó aprovechándose de que yo no podía estar contigo. -Me miró. -Si tan solo me hubiera dado cuenta antes, podría haberte reconquistado. -Dijo con rabia.

-No lo sé si hubieras podido. -Me sinceré. -No se puede volver a atrás para saberlo. -Negó.

-No se puede, pero sí puedo averiguar quién me ha robado a la chica y, cuando lo haga, lo voy a matar. -Amenazó.

-No lo harás. -Las lágrimas caían por mi rostro.

-¿Por qué no? ¿Lo conozco? -Frunció el ceño.

-No te voy a decir nada de él, pero no le vas a hacer nada. -Confirmé.

Blake se mantuvo en silencio mirando hacia adelante a mi lado, los dos en el último momento juntos en nuestro sitio, en nuestra plaza al lado del acantilado.

Este sitio era el que nos había visto hacer tantas cosas desde reír, llorar, besarnos, divertirnos, discutir, tener relaciones hasta verme a mí casi saltando del muro y a Ian agarrándome impidiendo que cayera.

Ambos nos levantamos a la vez, nos miramos y fuimos hasta nuestros respectivos vehículos sin decir una sola palabra pero, cuando llegué a mi moto, él se paró a mi lado.

-¿Puedo darte el último beso? -Pidió con voz entrecortada.

-Claro. -Asentí no muy convencida.

Se agarró de mi cintura y yo de sus hombros, acercando sus labios a los míos y degustándonos por última y pequeña vez, aunque sus saladas lágrimas dejaban un gusto amargo en el momento.

Suponía que él esperaba un beso más largo del que pude darle, porque me separé aún cuando él quería más y comenzó a meter las manos por dentro de mi camiseta mientras yo le separaba.

-Blake, para. -Le pedí cuando me arrinconó contra su coche.

-Volverás a ser mía. -Dijo con rabia en la voz.

Comenzó a besar mi cuello y yo a apartarlo pero no podía con él mientras las lágrimas de agobio mezclado con miedo ya salían al sentir sus pellizcos en mi cuerpo.

-¡Suéltame! -Le grité empujándolo y golpeando su mejilla con una cachetada, mas no me dejaba.

-La última vez, amor. -Sentí su erección en mi muslo y subí la rodilla golpeándole justo ahí.

-¡Te he dicho que me sueltes! -Él se llevó ambas manos a la entrepierna y se dobló hacia adelante.

Aproveché el momento, me subí en la moto, me puse el casco y, a toda velocidad, salí de ahí dejándolo quejándose en el suelo de dolor, pero me dio igual porque sino lo hubiera parado, no sabía qué habría sido capaz de hacerme.

Comencé a ir por calles y calles hasta que me alejé lo suficiente como para llegar al trabajo de Ian, el cual me había dicho que, aunque era domingo, tenía que dejar unas reuniones preparadas para mañana a primera hora.

El subconsciente me había traído hasta aquí y no le iba a llevar la contraria, así que me bajé de la moto después de aparcar y entré al edificio en llanto de pánico.

Para mi suerte, no había nadie a la vista y, aunque no debía hacerlo, tomé el ascensor hasta el piso quince y me arrinconé a llorar en una esquina, sintiendo aún las manos de Blake en mi cuerpo, tocándome y pellizcándome.

Las puertas se abrieron y salí del ascensor corriendo, sintiendo que ya comenzaba a faltarme el aire culpa de la claustrofobia que poco me importó para el momento que estaba viviendo.

Fui hasta la puerta de Ian y toqué en ella, pues su secretaria no estaba y no podía preguntarle a ella. Al fin y al cabo, era domingo por la noche, la mujer no tenía porqué estar aquí.

Él mismo fue quien abrió la puerta con gesto extrañado de quién estaba tocando la puerta de su despacho a estas horas de la noche, un domingo, cuando se suponía que no había nadie en la oficina.

Me abalancé sobre Ian llorando hasta que no podía más y sentía que había comenzado a temblar, siendo él quien me cargó hasta sentarme en un sofá y darme un vaso de agua que llenó de una máquina.

-Preciosa, ¿qué pasa? -Dijo con mucha preocupación arrodillado frente a mí.

-Blake... Él... Le conté... Pero... Luego, él... -No podía respirar y él mismo fue quien me ayudó a controlar la respiración.

-Hey, tranquila. Respira. No pasa nada, estoy aquí. -Puse una mano en mi pecho respirando y la otra la entrelacé con la suya.

-Blake... -Suspiré.

-¿Qué ha pasado? -Preguntó confuso.

-Le conté que estaba con otro hombre aunque no lo dije quien. -Respiré hondo. -Luego, quedamos más o menos bien, no se enfadó como esperaba. -Él medio sonrió.

-Eso está bien, ¿no? -Negué.

-Después me dijo que si podía besarme por última vez y, aunque no estaba muy convencida, le dije que sí, así que fue corto, no quería seguir y él comenzó a tocarme por dentro de la ropa, yo a pedirle que parara y... -Comencé a llorar.

-¿Y qué? -Dijo con rabia.

-Le golpeé y me fui. -Me tiré hacia adelante sobre él y cayó de espaldas abrazándome.

El padre de mi novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora