American Candy.

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Sus ojos azules estaban fijos en ella y Elizabeth lo sabía, sentía como sus ojos no se apartaban de ella, observando cada movimiento, cada acercamiento, cada roce. Él estaba pendiente de todo lo que hacía con Jack haciéndole sentir ansiosa y nerviosa. Podía escuchar como Angelic le reñía por no prestarle suficiente atención y como él le respondía que dejara de molestarle. Y podía asegurar que Jack también podía escucharlos.   

-¡Hey! -le llamó Jack mirándole a los ojos, en sus labios había una cálida sonrisa. 

-¿Ah? -mordió su labio inferior y sostuvo su cabeza entre sus manos- No te estaba escuchando. Lo siento -sonrió y él volvió a rozar sus labios causándole un cosquilleo por todo el cuerpo. 

-No pasa nada. Hablaba de perros, en realidad.

-Mmm... como cosa rara, ¿eh? -rieron.

-No estás cómoda, ¿cierto? -le dio un suave apretón a su mano.

-Estoy bien.

-Effy... 

-¿Escuchas esa discusión?

-Es imposible no hacerlo -sonrió.

-El chico es Mattew -soltó y los dedos de Jack se deslizaron fuera de su alcance.

-Con que es él -se recostó en el sillón en donde se encontraba y giró a ver al pelinegro, sus ojos chocaron de una manera desafiante- El francés

-Así le llama Neith, ¿acaso has estado pasando tiempo con él? -se inclinó sobre la mesa hasta quedar cerca de él- Eso me asusta, ¿eh? -sonrió y él hizo una mueca mientras terminaba de eliminar el espacio que quedaba entre sus labios.

Elizabeth había hablado con Jack varias veces acerca del asunto de Mattew, le había contado de lo que creía sentir por él y para su sorpresa él no lo había tomado mal o por lo menos había fingido no hacerlo. Ella no quería ocultarle nada, pues temía que si empezaba a ocultarle cosas ya no podría detenerse y acabaría enredada en un montón de mentiras. Ella no quería perder a Jack y mucho menos por culpa de Mattew, lo que sentía por ambos era confuso, sí, pero estaba completamente segura de que seguía enamorada de el chico frente a ella.

-Effy -le llamó cuando ella chequeaba algunas cosas en su celular y esperó a que alzara la mirada. Sus ojos eran preciosos, de un violeta brillante cuando estaba feliz, de un morado oscuro cuando se enojaba y de un lila melodioso cuando se entristecía. Su piel pálida y gélida contra la suya. Su cabello lila en perfecto contraste con sus ojos. Su sonrisa tan radiante como el Sol. Ella era hermosa, pero nunca podría ser completamente suya- Te quiero.   

-Yo a ti -le sonrió mientras tomaba su mano por encima de la mesa.

Las puertas del local se abrieron una vez más dándole paso al resto del grupo. Todo parecía en cámara lenta cuando ellos llegaban, todos callaban y observaban, más que todo los admiraban porque quizás ellos fueran portadores del dolor, pero ¿es que acaso el dolor no es belleza? Neith, Heather y Annabeth iban avanzando caminando entre mesas, ignorando completamente las miradas tediosas de la gente alrededor de ellos. Esmeralda, zafiro, alejandrita y amatista chocaron proporcionándoles a cada uno una comodidad que solo podían brindarse cuando estaban juntos. Apartaron las miradas y siguieron andando sin interrumpir a la pareja.  

-¿Qué fue eso? -escuchó preguntar a Jack.

-¿De qué hablas?

-De eso -señaló al inusual grupo prohibido- ¿Está por acabarse el mundo? -ella soltó una carcajada.

-¿En serio, Jack? Por una vez que no me siente con ellos no va a caer un meteorito que acabe con la humanidad.

-Quizás tengas razón, pero no estoy muy seguro de eso. Estás alterando el orden de las cosas.

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