Margaritas marchitas.

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Unas semanas después Elizabeth volvió a la escuela, en esta le miraban raro, algunos con burla y otros con lastima.

Algo que usualmente le hacía sentirse incómoda era el hecho de que al acercarse a ella los ojos de las personas siempre se posaban sobre sus muñecas, las cuales ella seguía ocultando bajo vendas y grandes jerseys.

Un día Neith y ella se encontraban sentados bajo el árbol de siempre esperando a Heather que aún no salía de clases. Una chica de grandes ojos verdes, más oscuros de que los de Neith, pero igual de atractivos y largo cabello negro se acercó a ellos dándole a cada uno una margarita marchita.

-¿Qué significa? -preguntó Neith sonando más brusco de lo que pretendía.

-Que las cosas que fueron hermosas nunca pierden su belleza por completo -les sonrió y se marchó.

-¿Cómo se llama? -preguntó la nuevamente pelilila.

-Annabeth Lee -colocó un chicle en su boca.

-Vale -acomodó los lentes naranjas sobre sus ojos e hizo una pompa de chicle.

Heather llegó a ellos con tres malteadas que había conseguido en la cafetería, se sentó y les sonrió entregándole su malteada a cada uno.

-¿Conoces a Annabeth Lee? -le preguntó a Heather después de darle un sorbo a su baso.

-Esta en mi clase de literatura Hispanoamericana, ¿por?

-Nada. Curiosidad -mordió la pajilla- Se acerca tu cumpleaños.

-Ya lo sé -dijo la peliazul.

-¿Qué haremos ese día?

-Nada -jugó con la grama entre sus dedos.

-¿Puedes dormir en mi casa? -recargó su espalda en el tronco del árbol.

-¿Para qué?

-Para hacer algo, tonta -miró a Neith que tenía su cabeza en su regazo.

-Creo que no habría problema -tomó de su malteada.

-Genial -se levantó del suelo sacudiendo sus jeans blancos- Vayamos al invernadero.

-¿Mi invernadero? -preguntó el rubio apoyándose en sus codos.

-Sí, es hora de que Heather lo conozca.

-¿Van a hacerme un ritual de iniciación? -bromeo.

Elizabeth miró a Neith riendo y luego lo ayudo a levantarse, entrelazó sus dedos con los de él y avanzaron junto a Heather hasta la salida. Subieron al autobús de la ruta escolar sentándose en los asientos de atrás junto a Matt, ese chico francés de intercambio que se preocupaba por Elizabeth y que tanto molestaba a Neith.

Bajaron en la parada de Neith y caminaron un poco hasta su casa, al llegar el rubio abrió la puerta con sus llaves y tiró la mochila al suelo, al igual que Elizabeth, Heather no tenía mucha idea de que hacer así que la pelilila tuvo que girarse para quitarle la mochila y luego tirarla al suelo riendo.

Neith se quito su chaqueta y la dejo en el perchero mientras su mejor amiga se quitaba las botas de agua, luego volvieron a tomarse de la mano. El rubio tomó indiferente la de Heather, que sintió algo sacudirla de pies a cabeza y las guió por la estancia y el jardín.

Empujaron las puertas de cristal del invernadero y los ojos azules de Heather se abrieron a más no poder.

El lugar era hermoso.

Había muchos tipos de flores que ella ni siquiera conocía, pero desde donde estaba podía sentir el olor de sus favoritas. Los tulipanes.

-Sabía que esa sería tu reacción -dijo Elizabeth soltando la mano de Neith y acercándose a las margaritas.

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