Eran las doce de la noche cuando Genevive tocó la puerta de Elizabeth, la pelirroja arrastró los pies hasta la puerta y apoyó en esta mirando a su madre con los ojos entrecerrados cuando la abrió.
-¿Qué pasa? -bostezó.
-Es Neith -al escuchar su nombre se despierto por completo.
-¿Qué paso con él? ¿Está bien? -preguntó impaciente.
-Effy, Neith ha despertado -sonrió.
Elizabeth no supo si reír, llorar, saltar, bailar. Neith había despertado, él estaba bien.
Entró a su habitación calzándose con sus botas y salió de nuevo corriendo al cuarto de su hermano. Se lanzó sobre él moviéndolo de un lado a otro.
-¡Dy, vamos! ¡Neith despertó! -su hermano abrió los ojos y los frotó.
-¿No estás bromeando?
-¿Crees que bromearía con algo así? ¡Dylan! -rió y se levantó halándolo con ella- ¡Mamá, hay que ir al hospital!
Genevive miró a Elizabeth asegurándose de que esas palabras sí habían salido de su boca. Ella no la había llamado mamá desde que tenía catorce.
Tomó las llaves del auto y salió detrás de sus hijos. Dylan se acurrucó contra Elizabeth en el asiento trasero mientras la pelirroja no podía dejar de sonreír y reír. Al llegar saltaron fuera del auto y corrieron a recepción donde se encontraba Amy junto a George.
Elizabeth fue hacia Amy y la abrazó.
-¿Ya viste a Neith? ¿Esta bien?
-Sí, ya lo ví, cariño. Sólo que... los golpes que le provocaron le causaron una contusión en la cabeza causando que... olvidara todo lo que paso después del tiroteo, ni siquiera recuerda este.
-Él me recuerda, ¿verdad? -su voz se volvió débil.
-Claro que lo hace -acarició su cabello- No creo que él pudiera olvidarte nunca. Además, fuiste la primera persona por la que preguntó.
-¿Puedo pasar a verlo?
-Ve -le sonrió.
Elizabeth corrió por los pasillos hasta llegar frente a la puerta de la habitación de Neith, abrió la puerta con las manos temblorosas y al verlo despierto sus ojos se llenaron de lágrimas, corrió hasta él y al llegar a este la rodeó con sus brazos y hundió su cabeza en el hueco de su cuello.
-Effy -susurró su nombre y ella nunca se sintió tan viva- Tenía miedo de que no siguieras en mi vida -ella rió.
-No es fácil deshacerse de mí.
-Tampoco es que quiera hacerlo -se miraron- Todo es tan raro, Eff. Papá no está, Albert tampoco y no puedo entender nada.
-Poco a poco lo harás, tus recuerdos no se irán para siempre.
-¿Y lo hacen?
-Entonces yo seré tu memoria. En estos años hemos pasado más tiempo juntos que separados -le sonrió posando sus manos sobre sus hombros.
-¿Qué le paso a tus muñecas? -le preguntó confundido al ver las cicatrices.
-Intente suicidarme hace unos años -bajó la mirada.
-Creo que ya tendrás tiempo para explicarme eso.
-Tengo tanto que explicarte, Neith. Me alegra tanto que estés devuelta -volvió a abrazarlo- Te extrañé.
-¿Sabes? Me paso algo muy raro cuando despertaba. Effy, sólo podía escucharte llamándome y sentía que debía regresar sólo por ti.
-¿Ves estos brazaletes? -le enseñó el suyo y le tomó de la mano para que pudiese ver el de él- Son una promesa. Yo no te dejaré nunca mientras tu me sigas a todos lados. La hicimos cuando teníamos catorce.
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Purple Eyes
CasualeElizabeth Snow es la chica a la que siempre encontraras sonriendo, ocultando sus ojos con lentes al estilo John Lennon y sus inseparables botas de agua celestes con pequeñas margaritas, pero sobre todas las cosas siempre la encontraras junto a su me...