Capítulo VI: La Salida a Hogsmeade

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Semanas habían pasado. Todas las noches me acostaba tapada en deberes, ya que debía adelantarme de muchas materias porque andaba algo descuidada académicamente. Hermione siempre me explicaba con detalle lo que decían en las clases y yo ayudaba a disipar la sospecha de los chicos (Ron, principalmente) de que ella les oculta algo. Margot, en cambio, estaba cada día más asustada, pues faltaba poco para luna llena y tan sólo sería su segunda transformación. No dejaba de hablar de ello en nuestra clase de Encantamientos.

— Me acompañarás, ¿verdad? —me preguntó por centésima vez, fingiendo escribir en su pergamino para que el maestro Flitwick no nos regañara.

— Sí, Margot, lo haré —confirmé, contemplando sus ojos consternados— . No te preocupes, hallaré la manera de salir del castillo —esbozó una sonrisa— . ¿Te han dicho algo de la poción? Ya deberías comenzar a beberla.

— No, Snape sólo me avisó que la dejaría en el despacho del profesor Lupin esta tarde —mojó nuevamente la punta de su pluma en tinta.

— ¿Qué tiene que ver el profesor Lupin? —dudé confundida y bajé la cabeza rápidamente, el profesor nos estaba mirando con recelo.

— No tengo idea —se encogió de hombros— . Aunque siempre lo está nombrando. Snape lo odia, ¿lo has notado? 

— Todos lo han notado —suspiré, trazando círculos con mi pluma en donde debería estar escrita la actividad. De repente, me sentí acometida por un pensamiento, y me incorporé de golpe, asustando a mi amiga— . ¿Recuerdas el boggart del profesor Lupin? 

— Sí, una bola de cristal —confirmó con monotonía— . ¿Por qué...? Me pregunto si el de Granger, tu amiga, serían los resultados de los T.I.M.O.S con ninguna nota mayor a nueve —rió entre dientes, forzándose a no ser descubierta.

— ¿Y si no lo era? —continué mi idea con la vista fija en los círculos de mi pergamino— . Quiero decir, ¿quién le tendría miedo a una bola de cristal?... ¿Y si era la... la luna llena? —ella se cubrió su boca con ambas manos, aterrorizada.

— ¿Estás... estás insinuando que el... el profesor Lupin es un... un... licántropo? —susurró la última palabra, como si alguien le fuera a cortar la lengua por decirlo.

— Sé que es una acusación muy seria pero... No lo sé ¿Tu sentido del olfato no te dice que hay alguien de tu condición por aquí?

— Sirrah —me cortó fulminante— , soy humana hasta luna llena, no tengo superpoderes ahora —se cruzó de brazos, mirando a los estudiantes que escribían en silencio.

— Ah, pero sí un hambre voraz —me apoyé en mi mano con aburrimiento.

— Tal vez le tenga miedo a los licánt- Ahg ¿Me das copia de la cuatro? —cambió el tema bruscamente, con evidente irritación.

— Claro —observé los tachones en el papel de mi escritorio— , ¿me pasas las preguntas?

*

Al finalizar la clase me escurrí por los pasillos dispuesta a tomar un poco de aire. El invierno estaba a la vuelta y quería averiguar si tenía forma de manipularlo, quizá acelerarlo. Con mis amigos de Gryffindor habíamos estado hablando de teorías sobre la magia a la que Dumbledore se refería; Hermione creía que teníamos que averiguar primero cómo controlar mi magia para evitar accidentes antes de buscar otra cosa, mientras que Ron, por alguna razón, había entendido que yo podría ser una de esas brujas que salen en el periódico para hablar del clima con poca ropa. Harry, en cambio, se había quedado pensando cómo podía estar yo emparentada con la madre de Voldemort y, no hace falta decirlo, todo se volvió horriblemente tenso. 

Sirrah Black & el Prisionero de Azkaban | SBLAH #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora