Las semanas habían transcurrido y mi madre y yo nos encontrábamos solas de nuevo. Margot se había ido casi recuperada, con su habitual alegría a pesar de que en un mes tendría que volver a enfrentarse a su nueva fobia. En eso había ayudado algo mi madre, que había preparado poción para dormir sin sueños para una nación.
Faltaban pocos días para entrar nuevamente a Hogwarts y yo no me sentía preparada. Tenía siempre los pelos de punta y últimamente me daba claustrofobia cosas como ir al baño. Además, ahora más que nunca, temo al fuego.
Aunque no le dijera nada, madre se daba cuenta. Todos los días usaba su kit de pociones y me tendía una cada tanto. «Para los nervios» decía.
— Nos quedaremos en el Callejón Diagon —me dijo alegremente mientras caminábamos por la calle Charing Cross—. Tenemos que comprar tus cosas para el colegio. Y creo que te vendría bien estar con más gente, ¿no crees?
Asentí levemente.
— El Caldero Chorreante me parece una buena idea —continuó—, ¿qué dices?
— Bien.
Estar con más gente.
A las únicas personas a las que me emocionaba de ver son mis mejores amigos de Gryffindor, la razón principal por la que mi propio padre me detesta. Me había planteado seriamente dejar de hablar con ellos, sólo por seguridad. Tal vez pudiera recluirme en Slytherin por los siguientes años... olvidar todo lo que hemos vivido... No puede ser tan difícil, después de todo están en otra casa enteramente, ¿no?
Cruzamos la calle y nos detuvimos en el pequeño bar andrajoso. Nos adentramos por entre las tablas de madera rotas para luego detenernos en frente de un hombre. Éste sacudía las mesas con su dedo para que se limpiaran solas.
— Buenos días —saludó madre cordial— , necesito dos habitaciones.
El hombre la observó de pies a cabeza, sin dejar de mover su dedo índice.
— Por supuesto. Regístrense allá. Firme el pergamino ese, pague y las habitaciones son suyas —indicó desinteresado.
En cuanto pagamos, subimos por las bonitas escaleras de madera añeja que nos conducían a las puertas marcadas con piezas de plata que indicaban el número de la habitación.
— Sirrah, lleva tus cosas a tu recámara —soltó un bostezo— . Caminamos toda la madrugada, ¿no te parece comprar todo mañana?
— Madre, mañana se llenará todo —repuse—, si no está lleno ya.
— Entonces ve tú, ¿te parece? Te sabes el callejón de memoria —asentí en modo de respuesta.
Madre se dio la vuelta con sus ojos entrecerrados y se adentró en su habitación, desplomándose automáticamente en la cama. Me acerqué a paso lento y le cerré la puerta, no sin antes tomar la carta de Hogwarts de su mano.
Recorrí nuevamente los pasillos en búsqueda de las escaleras para poder salir del bar. No obstante, mientras merodeaba por la estancia, visualicé a alguien que me dejó con el pulso al mil en mi sitio. No estaba segura de si era él, pues estaba más alto y con el cabello más despeinado e indomable de lo normal. Contemplé su perfil y me quedé inmóvil, tratando de reconocerlo entre la iluminación de una inquieta antorcha.
Debió haber sentido mi mirada, porque se giró.
— ¡Sirrah! —Harry corrió hacia mí. Mi primer instinto fue huir, pero en cuanto sentí sus brazos rodearme, supe que mi plan se iba directo a la basura—. ¿Estás bien? ¿Qué pasó? Llevo meses enviándote cartas, pero Hedwig nunca te encontró y Ron dice que tampoco ellos pu... —lo abracé más fuerte y recosté mi cabeza contra su pecho.
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Sirrah Black & el Prisionero de Azkaban | SBLAH #3
FanfictionSirrah Black ha sufrido las consecuencias de su desobediencia y, de mano de su madre y el director Dumbledore, encontrará verdades sobre su origen que presagian un futuro bastante turbulento. Sin lograr desligarse completamente de su familia, Sirra...