Sirrah Black & el Prisionero de Azkaban | SBLAH #3

Capítulo XIX: S.B

El fin de año estaba ya a la vuelta de la esquina. Por cada parte del castillo encontraban personas opinando acerca de la huida de Sirius. Nadie le atinaba a la historia verdadera, por supuesto, y casi todo el mundo se me había acercado para saber si yo sabía algo o lo había ayudado. Así era difícil no extrañarlo.

No sabía qué esperar para este verano, pero se veía prometedor. Lo primero que quería hacer era reencontrarme con Remus para ejecutar nuestra arriesgadísimo plan de llevar mi madre a Canuto, aunque también es cierto que me emocionaba mucho que en unas semanas iríamos al fin con la familia Tonks ¡y luego sería el Mundial! Jamás estuve más impaciente por ver un año escolar terminar.

Percy continuaba hablando muy seguido conmigo. Ahora que iba a graduarse, me había pedido clases de la etiqueta en la mesa, en las conversaciones cortas y en la vestimenta, ya que quería hacer una buena impresión desde el principio de su carrera en el Ministerio. Como yo me lo sabía todo de pe a pa, accedí sin reparos. También me servía para vigilarlo (pedido de los gemelos), pues había terminado con la Ravenclaw Penélope y nadie sabía por qué.

Mi primo vivía irritado la mayoría del tiempo debido al escape de Buckbeak. Consideraba que era una falta de respeto para él y Lucius, así que entre Theo y yo intentábamos distraerlo casi todo el tiempo. No había quién lo soportara de lo contrario.

Por último, los resultados de los exámenes llegaron. Harry, Ron, Hermione y yo pasamos todas las asignaturas y Percy obtuvo las calificaciones más altas en los EXTASIS. Gryffindor también ganó por tercer año consecutivo la Copa de las Casas, pero a las serpientes no pudo importarnos menos. Al menos ya no teníamos puntos negativos y el fin de nuestro castigo se acercaba. Por eso, en la noche del banquete, los de Slytherin tomamos nuestros platos de comida del Gran Comedor y bajamos a las mazmorras para formarnos en un sólo grupo y celebrar con nuestro himno y bandera.

— Así que la localización del Baile Sagrado ya está totalmente confirmada —habló Daphne a nuestros amigos. Estaba claro que todos irían al baile, pues de allí salían enlaces económicos entre las familias mágicas sangre pura.

— Seremos la sensación —celebró Margot— . Tenemos cuarto y la mitad de quinto año para elegir pareja y la coreografía. Por el momento, nada más podremos organizar. Mejor veamos, ¿dónde nos encontraremos para el Mundial de Quidditch?

— Padre hablará con el ministro para darnos los lugares perfectos —informó Draco airado, apuntándose a él mismo y luego a mí— . Les avisaremos mediante lechuza para que se encuentren con nosotros.

— ¿Pero para entonces no estarán los mejores puestos ocupados? —dudó Astoria, viendo a mi primo con cierta devoción. Él rió obvio.

— Bueno, por algo existe el dinero.

Miré interesada un caldero entre Blaise y Daphne.

— ¿Qué traes ahí? —pregunté.

El morocho sonrió con picardía. Al voltear el enorme caldero sobre la mesa, centenares de caramelos de Hogsmeade cayeron. Mi boca se abrió de sorpresa.

— Provisiones para el fin de año —rió Crabbe.

— ¿A quiénes asaltaron? —pregunté atónita. Los chicos se vieron entre ellos. Al principio creí que era una broma pero, por supuesto, no lo era— ¡Yo quiero adivinar! ¡Esperen!... Uhm... Cinco de Hufflepuff y dos de Ravenclaw, ¿estoy bien?

— ¡Merlín! La próxima vez que vaya a apostar vienes conmigo, Sirrah —dijo Blaise con las cejas enarcadas. No supe porqué, pero me reí a más no poder.

— No tan rápido —advirtió mi primo, sacando un puñado de dulces de su túnica— . A la lista se le suma un Gryffindor —me guiñó el ojo y se metió una gragea a la boca. Todos soltamos una carcajada—. Si quieren apostar en el Mundia, yo confío... mm, ¡guau! Mora azul... —Daphne le agitó el brazo para que continuara informando— . Ah, sí. Confío en que Bulgaria dará una sorpresa.