Capítulo XI: La Muerte de Scabbers

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El movimiento en la sala común me despertó. Por orden del profesor Snape, cada estudiante de Slytherin nos quedamos a dormir juntos, mientras que él y otras directivas requisaban el castillo. Todo para que al final anunciaran que Sirius Black había vuelto a escaparse.

— Vamos —llamé a Margot para que subiéramos a bañarnos. Yo tenía unas inmensas ganas de salir para poder asegurarme de que Ron estaba bien; y luego gritarle a él y a Harry por abandonar a Hermione.

Al estar listas, bajamos solamente hasta la mitad de las gradas para poder tener una vista panorámica del desastre de nuestra sala. Había un Draco abrazado a Theo, un Crabbe babeando en el vientre de un Goyle, un Blaise con la mano en la cara de Daphne, una Bulstrode pateando a una Parkinson... En fin, nada que no fuese digno de fotografiar.

— ¿Tienes alguna cám...? —no terminé de preguntarle a Margot cuando escuché el "click".

— Tú realizas la Poción Reveladora —me pasó la fotografía. Asentí y caminé hacia la alfombra humana para poder saltar por sus espacios libres y llegar hasta el muro.

"Salazar sobre los tres" —tras decir la contraseña, salí hacia las mazmorras, mientras que Margot se quedó despertando a nuestros amigos.

Subiendo las escaleras hacia el vestíbulo pude oír la voz de quien más me preocupaba para entonces:

— Estaba dormido y oí rasgar las cortinas, pero creí que ocurría en un sueño —me asomé por el Gran Comedor, siguiendo aquella voz tan misteriosa que mantenía el suspenso en su relato— . Entonces sentí una corriente... Me desperté y vi que una de las cortinas de mi cama estaba caída... Me di la vuelta y lo vi ante mí, como un esqueleto, toneladas de pelo muy sucio... empuñando un cuchillo largo y-

— ¡¡WAAAAAAAAAAAHHHH!! —grité sumamente duro, espantando a todas las personas (mayormente chicas) que escuchaban con atención y aires de admiración a Ron.

Todos pegaron un salto y muchos salieron corriendo con un semblante de horror.

— ¡Sirrah! —protestó él con sus brazos cruzados.

— ¡Ahh, no! ¡Yo malditamente asustada de que te hubiese sucedido algo y tú aquí, tomando ventaja de ello! —exclamé, agarrando sus brazos para observalos— ¿Estás bien? ¿Algún daño severo? Deletrea "patas de araña".

— ¡Sirrah! —volvió a exclamar, esta vez con fobia en su voz.

— Estás bien —suspiré, antes de encerrarlo en un enorme abrazo. Ron bufó, pero sé que no pudo resistirse porque me correspondió a los segundos. Finalmente, estaba tranquila.

— Claro, buenos días a ti también —escuché a Harry detrás de mí.

Mis nervios reaparecieron, pero intenté calmarme al instante. Le dediqué una sonrisa tan natural como pude.

— Buenos días. ¿Qué tal las celebraciones anoche? —pregunté— Imagino que entre la caída de Slytherin y su victoria sobre Ravenclaw, tuvieron mucho que festejar.

Harry, vacilante, asintió.

— No estuvo mal, pero podrías haber ido.

— Ya, lo dudo —lancé una mirada a los relojes de puntos—. No tengo puntos para perder —no lo hagas, no lo hagas, no lo hagas—. ¿Y... qué tal el partido de ayer, entonces? ¿Tu relación con otros buscadores... bien, normal?

Harry frunció el ceño.

— Sí, bien, ¿por...?

— ¡Deberías haber visto a Sirius Black, Sirrah! —intervino Ron, impaciente por hablar del tema— . Está peor que en las fotografías de El Profeta. ¡Luce como un maníaco total!

Sirrah Black & el Prisionero de Azkaban | SBLAH #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora