Humans ➳ MYG + KSJ [#1].

Capítulo 29; ¿Mom?

Decidí irme del bar, sin avisarle a los chicos.

Al salir del bar, intenté encontrar algún taxi, pero la verdad es qué no fue así.

Las calles afueran del bar estaban algo solitarias, tanto qué mi corazón comenzó a latir pero de miedo.

Cómo ustedes lo escuchan.

La maravillosa Valentina Ramos asustada por el estar sola, cuándo se suponía qué en verdad no debería ser así.

El miedo me invadía precisamente ahora.

Estaba asustada al ser raptada o por decirlo así, a ser llevada por alguien sumamente peligroso.

Y el otro motivo principal era, el no llegar a casa antes de tiempo.

Agarré mi teléfono, para llamar a Jesús, quién quizás me ayudaría.

Tenía poca batería pero aún así, quizás debía servir para hallar alguna solución antes de qué fuese tarde.

—¿Hola?

—Hola Jesús, soy yo Valentina, necesito de tu ayuda urgentemente

—Claro, dime qué es lo que ocurre.

—Estoy en un cumpleaños del amigo de Harley, y estoy sola, necesito irme a casa realmente no me siento muy bien—Afirmé algo nerviosa.

—¿En qué sitio te encuentras?

—En un bar, dentro de la zona G, es demasiado reconocido—Respondí.

—Creo ya saber dónde es, te sugiero qué no salgas de ese sitio, es algo peligroso—Dice Jesús en tono de advertencia y rápidamente no dejé de observar todo mi alrededor asustada.—Dentro de un rato pasaré a buscarte, adiós.

Guardé mi teléfono, dentro de mi bolso y quedarme parada frente a la pared, ya qué no había ningún lugar dónde sentarme.

Los segundos pasaban y comenzaba a sentir demasiado frío.

Sentía el inmenso frío recorrer todo mi cuerpo inclusive dentro de mis huesos provocándome un pequeño escalofrío.

Sí, mi vestido podía traer mangas largas, pero en verdad, ni yo misma llegaba a soportar el frío.

Pero toda aquella preocupación desapareció cuándo observé el carro de Jesús precisamente estacionado.

Comencé a caminar algo rápido, hasta llegar sin antes saludar a Jesús quién estaba dentro del carro.

—Lamento, la demora—Dice Jesús, al verme entrar.

—No es nada, vamos a casa, en verdad no soporto el estar aquí—Digo mientras me abrochaba el cinturón.

—Tienes el maquillaje totalmente regado, cómo si hubieses llorado—Mencionó Jesús con preocupación, al verme.

—Deberíamos ir a casa, mi hermano debe estar en cualquier...

—Está bien, pero cuándo lleguemos a tu casa, espero qué me cuentes todo—Dice Jesús al volante y asentí con mi cabeza, para después caer dormida.

Sentí varias voces murmurar desde lo lejos, causándome preocupación.

Abrí mis ojos lentamente para observar en qué lugar me encontraba, precisamente en mi habitación rodeada de todos los chicos.

—¿Cómo pudiste dejar qué se fuera así?—Preguntó Harley.

—¡No sabía lo que ocurría! ¡No iba a dejarla fuera de ese lugar!—Respondió Jesús.

Todos los chicos estaban atentos a aquella discusión entre mi mejor amigo y mi hermano, tanto qué no se dieron cuenta qué me había levantado.

—¡Oigan chicos! ¡Deténganse!—Exclamé sin comprender lo que ocurría.

—¿Te encuentras bien?—Preguntó Danielle.

—Sí, solamente necesito descansar—Respondí.

—¿Necesitas algo o...pero

—Quiero estar sola—Afirmé observando a los chicos, quiénes rápidamente salieron de mi habitación sin antes levantarse de sus asientos y despedirse.

Solté un suspiro al observar mi habitación vacía, para enrollar mis piernas y comenzar a llorar.

Los llantos se hicieron aún más fuertes, sin saber qué quién menos lo esperaba estaba detrás de mí, dándome un poco de compañía, la cuál necesitaba, nada menos qué la mujer qué me dio la vida, mi madre.

—Mamá..—Susurré entre lágrimas mientras alzaba mi cabeza, encontrándome con ella.

—Me enteré de todo lo ocurrido, por redes sociales gracias a Daniel y no dudé en llegar—Dice mi madre y fruncí el ceño, ya qué se suponía qué Daniel no sabía nada sobre lo ocurría.

—¿Y...

—Su teléfono estaba totalmente lleno de aquellas notificaciones de odio, dónde mostraban aquella fotografía de hace unos 10 años, pero eso es algo qué no importa.

—Llora cariño, llora en mi hombro, todo lo que quieras, aquí estaré para consolarte—Añadió mi madre extendiendo sus brazos y accedí a acercarme a sus brazos, para derramar aquellas lágrimas qué había mantenido a guardar durante un tiempo.

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