Capítulo 20: No estarás sola.

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| El vídeo, es un pequeño regalo que hice para los lectores. No es muy pro y no tiene demasiados efectos ya que no tenía tiempo, espero les gusté. <'3 Los quiero. Conozcan la apariencia de Shizuka. [Sí, es Zatsune, lo sé x'D] 

Cuando desperté, me encontraba en un sitio completamente blanco, miré a los lados y pude darme cuenta así, que estaba en el hospital. Ese olor tan característico a antibióticos que ya conocía tan bien, vi mi muñeca derecha y tenía inyectado el suero, después giré la cabeza y en la izquierda, tenía enrollado en mi muñeca esa cosa que no sé su nombre, con mis datos. 


Sentía como salía y entraba el aire a mis pulmones, era un poco molesto, pero ya estaba acostumbrada, estaba muy bien acostumbrada al respirador. 

Estaba sola en aquel lugar, ni siquiera había una sola enfermera, lo que quería decir que hacía ya tiempo me habían internado y que estaba estable, pero... ¿Hacía cuanto? No había pasado mucho desde que estaba consciente y ya me había parecido una terrible eternidad. Empecé a pensar sobre aquel... ''Sueño'' que había tenido. ¿Había sido sólo eso? ¿Había sido real? Por como estaban las cosas, no sabía que rayos pensar. 


Había pasado al rededor de quince minutos y yo me mantenía en una sola posición, con la cabeza firme y recta viendo hacía el techo con la mirada apagada, tenía mil y un pensamientos rondando en mi cabeza, lo peor era que la mayoría no tenían ningún sentido para mí. 

Llegó una enfermera por fin y tomó mi temperatura, treinta y seis exactos marcaba el termómetro, ella me sonrió. 

— Tu temperatura ha bajado mucho, eso es bueno. 

— ¿Cuanto... Cuanto tiempo he estado sin consciencia...? 

— ¿Uhm? Tal vez unas ocho horas, fue muy difícil estabilizarte, estuviste muy grave, pero no te preocupes, ya estás bien, todo estará bien. 

Créanme cuando les digo que no, nada estará bien, ni yo lo estoy. 

— ¿Alguien... Alguien ha venido conmigo...? 

También pueden creerme cuando les digo que odio hablar así. 

— Ah... Sí, creo que es un chico rubio y uno de cabello azul, no sé cuales son sus nombres, pero si lo desea puedo preguntarlos. 

— No, no... Está bien, gracias. — Sonreí. 

Ella me devolvió la sonrisa. — Ellos aún no pueden verla debido a que debe estar en reposo unas horas más, pero no se preocupe, yo le haré compañía hasta que se duerma. 

 — ¿Por qué eres tan amable... Conmigo? —  Cuestioné. 

— Oh, es porque verás... Tengo una niña pequeña, su nombre es Leila, tiene nueve años de edad y sufre lo mismo que tú además de tener anemia, tú me recuerdas mucho a ella sólo que ella tiene el cabello castaño claro y siempre lleva dos coletas aunque ella no sabe hacerlas muy bien. — Soltó una risa.

Solté una leve risa, cuando dijo lo de las coletas recordé cuando intentaba hacerlas en mi cabello pero siempre quedaban torcidas. 

— Entiendo... — Sonreí después. — ¿Sabe..? Yo siempre.... Quise tener una hermanita para darle mis cuidados...

— Oh, ya veo. — Hizo una pausa. — Estarás un tiempo aquí mientras te estabilizas completamente y mañana, traeré a mi pequeña, si quieres, puedes estar con ella. 

— ¿De verdad? — Mis ojos se iluminaron. 

Una verdad sobre mí, es que amo a los niños.

— Sí, no hay ningún problema. Además por lo que veo eres una buena chica. — Me sonrió. 

Me enamoré de mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora