Capítulo 26: Mejores amigas.

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Y así pasó el día, estaba cabisbaja... Triste pero intentaba sonreír para Len aunque se me fuera difícil.

Era de noche y yo estaba con Len en la cocina ya que preparábamos algo para comer cuando escuchamos la puerta. Le dije a Len que abriera, no quería malas sorpresas de nuevo...

- ¿Kaito? ¿Qué haces aquí? - Preguntó Len, obvio escuché porque estaba prestando atención.

- Pensé que Miku querría ver a Rin un rato. - Sonreí al escuchar el nombre de Miku y me dirigí a la puerta.

- ¡Hola Len! - Sonrió Miku.

- Oh, no te había visto... - Suspiró.

- ¡Sé que soy bajita pero no es para tanto! - Infló las mejillas.

- Bueno, bueno, no discutan. - Agregué yo. - Pasen. - Sonreí.

Pensé en contarle a Miku lo de mis padres pero luego lo dudé, no sabía si contárselo pero al final me decidí, sí se lo diría.

- Miku, ¿puedo hablar contigo?

- Claro Rin. - Respondió sonriente, como siempre.

- Ven... - Le agarré de la mano y la llevé hasta la cocina, donde no podían escucharnos. - Tengo algo que decirte..

- ¿Pasó algo malo...?

- Sí... - Agarré aire para poder continuar. - Soy huérfana ahora...

Vi la mirada de Miku, una mirada llena de tristeza y de pesar, sorprendida al igual, lo había entendido al instante.

- Rin... Cuanto lo siento... ¿Te enteraste hoy..?

- Sí, hace algunas horas... - Suspiré. - Intento mantener la compostura pero se me es difícil...

- Tranquila Rin, sabes que me tienes a mi... Incondicionalmente sin importar que... - Sonrió de medio lado y me abrazó. - Mejores amigas hasta el fin, ¿recuerdas...?

Correspondí. - Sí, mejores amigas hasta el fin de los tiempos... - Abrí un poco los ojos después de que me abrazó, Miku... ¡Estaba ardiendo en fiebre! - Miku, ¿te sientes....- - Sentí como su peso se abalanzó sobre mi, me alarmé y empecé a moverla, ¡no respondía! - ¡Ayúdenme! - Grité desesperada, no podía con el peso de Miku.

En eso llegó Kaito y Len, quienes me ayudaron al instante.

- ¿¡Qué pasó!? - Preguntó Kaito mientras la agarraba en brazos.

- N-no lo sé, estaba...Estábamos hablando y... Y... La abracé, me di cuenta de que estaba ardiendo en fiebre y cuando le pregunté que si sentía bien... ¡Se desplomó! - Estaba alterada, Len lo notó al instante y me abrazó, yo me apegué a él.

- Esto es malo, muy malo... - Kaito estaba igual de preocupado, su rostro había cambiado a ser una alegre a una temerosa. - ¿Tienes un termómetro?

Afirmé con la cabeza y corrí al botiquín del baño, ahí tenía un viejo termómetro con el que me median la fiebre cuando era una niña, después volví para poder entregárselo a Kaito.

Él lo puso en la boca de Miku con cuidado; el termómetro subía y subía, hasta que se se detuvo... No me la creía... ¡Cuarenta y ocho grados de temperatura!

- Hay que llevarla al hospital. - Dije sin vacilar.

Kaito aceptó y se llevó a Miku, nosotros le seguiríamos después, tenía que llamar a la madre de Miku y decirle sobre lo que había pasado, además de llevarle una mochila con ropa por si acaso.

Recordé entonces que la madre de Miku era azafata, por ende, no debía estar en el país en ese instante. No perdía nada con intentarlo.

Le llamé unas seis veces y nunca contestó, lo que indicaba que tendría que dejarle un mensaje de texto:

Me enamoré de mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora