Viernes, 25 de diciembre del 2015. (Navidad)

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El camino a la casa de Derek tan sólo quedaba a unas tres calles de la casa de Theo. Se extrañó cuando llegó a la fachada, había un automóvil de un desconocido. Al entrar a la casa se encontró con un hombre mirando los bambús del jardín de Derek.

—¡Qué sorpresa! ¿Vives aquí? —preguntó la persona que estaba parada de espaldas a la puerta de entrada.

—¿Hombre del antro? —interrogó Stiles con mucha sorpresa.

¿Sería Stiles capaz de cumplir su promesa con Theo? ¿Qué pasaría si no pudiera controlar a su animal sexual que tenía adentro?

—Tenemos algo pendiente Stiles. Llámame Peter, amor —respondió el otro, girando y mirándole con chulería.

—¿Qué mierda haces aquí?! No, no, no, mejor dicho ¡¿cómo es que entraste?! —interrogó más que asustado, casi pegado a la puerta.

—Yo te pregunto lo mismo —habló acercándose al temeroso castaño.

—Yo vivo aquí... —susurró cada vez más aterrado, su único defecto, el poco autocontrol sobre sus piernas y sus instintos más salvajes.

—Yo viví aquí —respondió tan sereno como siempre, ya de pie frente al castaño.

Stiles mantenía las manos apretadas contra sus muslos, sus débiles, delgados y temblorosos muslos. Tragó fuerte al ver como Peter extendía el brazo izquierdo para atraparlo contra la puerta.

—Vaya, tienes una cara linda de cerca, esas pestañas son muy largas, le quedan a tus ojos —alagó el de ojos claros al castaño, con el dedo índice de su mano derecha acarició las pestañas desde la raíz hasta la punta.

—Tu voz es más sexy de lo que pensaba —comentó el castaño empezando a nublarse el juicio.

—¿En serio? ¿Haz estado pensando en qué tan sexy es mi voz? —susurró Peter a unos cuantos centímetros de la boca del castaño.

—La verdad es que no tanto. —Aunque ya estaba casi hipnotizado.

—Pues yo sí que he pensado mucho en esos deliciosos labios mi amor —siseó, sólo unos milímetros más cerca y...

—¡Lydia! —gritó desesperado el castaño en un momento de cordura extraño.

—¡Stiles! —prorrumpió ella saliendo de la casa con celular en mano, estaba demasiado preocupada y ofuscada—. ¡No contestas! ¿Sabes lo alterada que...? —Pero toda esa preocupación se había desvanecido al verlo tan junto de aquel hombre extraño, y se convirtió en enojo—. ¡Stiles Stilinski! ¿Qué carajos estás haciendo? —interrogó ella con las orejas calientes, las cejas muy fruncidas y ganas de cortar carne con una hacha.

—Diablos, ahora sí que se enojó —murmuró Peter, empezando a moverse al ver que la chica iba hacia ellos.

—¡Haste a un lado! —ladró empujando a Peter hacia la derecha con más fuerza de la que poseía.

—¡Nada nada nada! —exclamó con temor el chico Stilinski, pero de que le metieran una paliza con el bolso más caro de Chanel que haya visto en todo su vida.

—Estabas a punto de besar a este extraño. ¡Maldito! ¡Ya quisiera yo tener un novio como Theo! —le reclamaba mientras le jalaba de la oreja para meterlo en la casa por completo.

Cuando entraron, lo primero que vio Stiles fue a Scott completamente desmayado con el culo hacia el techo.

—¿Qué le pasó? —interrogó el castaño alarmado mientras le veía la retaguardia con detenimiento. Cómo si fuera una cabeza atrapada dentro de un balón.

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