Jueves, 16 de Diciembre del 2015

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Ahí estaba sentado en la mesa de la cocina porque estaba haciendo tarea que era para el siguiente día, o mejor dicho para dentro de unas cuantas horas. Había pasado un día desde aquella fiesta y da gracias a Dios que no haya besado a ninguna persona como en la anterior, donde todo mundo se enteró de que se había besado con Danny Mahealani, o como se llame, también lo había hecho con Lydia y con Malia y con otra chica que no conocía.

Bailaba atrás de su computadora mientras esperaba que ésta se destrabara, la cabeza se le movía hacia la derecha y luego a la izquierda a la vez que sus cabellos cambiaban de dirección con brusquedad debido al cambio de movimiento repentino. Sus hombros se agitaban arriba y hacia abajo, uno a la vez, y los dedos de las manos hacían algo que para otras personas seráa un poco extraño, pues estaba moviéndolos de una manera tal que parecía que estaba masturbando a una chica y a la vez tocando el piano.

—¡Joder ya apurate! —estalló repentino, su cuerpo dejó de moverse y el aire divertido fue eliminado de repente mientras se colocaba una aura tensa y oscura.

La computadora aún estaba en el mismo proceso sin poder si quiera hacer el movimiento del mouse, era frustrante después de tres minutos treinta y cuatro segundos de moverse como un idiota frente a la estática pantalla.

Decidido a hacer algo para distraerse, se levantó hacia la sala, caminó y vio el mueble donde estaba la televisión y un teatro en casa, el mueble ya le parecía pequeño, hace un año era más grande aquel artefacto. Su corazón avanzó un poco mas rápido al darse cuenta que se sentía extraño, era como el efecto post fiesta, estar entre la realidad y la fantasía. Había estado tan colocado los últimos treinta días que ya hasta parecía que todo el tiempo lo estaba, era algo aterrador que lo hacia pensar en muchas cosas. Dio media vuelta para caminar sobre la linea recta que formaban los azulejos en el suelo y lo logró sin complicaciones, a pesar de que sus movimientos habían quedado torpes de forma permanente, aparentemente.

Se sentó en el sillón esperando a que la vida se le escapara entre las manos así de repente pero no pasó nada. Tomó su celular y lo desbloqueó después de haber formado un triangulo entre los puntos, también esperó a que tal vez por error Derek le enviara un mensaje por WhatsApp pero tampoco sucedió. A veces en esa clase de momentos se preguntaba si alguna vez Derek se fijaría en su estado o de menos en su foto de perfil, pero quién lo sabía.

—Entonces... Recordé a Wall-e —escribió Stiles refiriéndose a que se acordaba de Derek, Wall-e era el nombre clave que le había puesto a Derek para que nadie supiera que hablaban de un Derek, o de un hombre, y también era algo curioso, pues Wall-e es por completo diferente a Derek Hale.

El mensaje fue enviado hacia el teléfono de Lydia Martín a una hora en la madrugada.

—¿Otra vez? —preguntó ella tecleando en su habitación pasados unos minutos desde que había arribado el texto, tenía una conversación que no era más interesante pero si más importante.

—Sí lo sé, soy un idiota —respondió el castaño mientras admiraba como la realidad cada vez se volvía mas surreal y perdía el sentido con las luces que prendían y apagaban en el árbol de Navidad que habían colocado hace dos semanas frente a la sala.

—Espera, estoy hablando con él —confesó ella mientras dudaba en hacer cierta cosa.

—¿En serio? Tienes que decirme de qué hablan —estalló en silencio emocionado el castaño mientras leía las palabras que se formaban en su pantalla, su cuerpo se inclinaba hacia adelante y atrás, el sillón crujía un poco en la madera.

—Pues cortaron hace unos minutos y está mal —puso ella en el texto que no tardó en escribir y enviar.

—Diablos... Pero dime cómo fue, qué tal mal está. —El castaño estaba demasiado ansioso de poder saber cómo y por qué habían sucedido las cosas.

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