24 de Diciembre del 2015 (Madrugada)

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Abrió los ojos lento, de tan apretados que los tenía, alzó la mirada para encontrar la de Derek, quien tenía una expresión indescifrable en la cara, como apacible pero sorprendida a la vez, algo de curiosidad por tener a la persona que menos imaginaba entre sus brazos, porque le salvó de caer. La boca de Stiles estaba entreabierta, cosa que Derek no dejó pasar, la observó con escrutinio, cada detalle, cada hendidura, los diferentes colores del labio inferior y el superior; imaginó como se sentirían al tacto con sus dedos, con sus mejillas, ¿con los suyos propios? ¿Acaso se estaba volviendo loco? ¿Estaba bien hacer lo que pensaba hacer? Sam Smith daba la última exclamación de su canción "Have Yourself a Merry Little Christmas" cuando Stiles decidió arriesgarse, y se avecinaba a los labios del moreno...

Lento, veía los labios de Derek ya tan cerca, y luego le veía a los ojos para segurarse de que no se arrepintiera. Sólo unos milímetros desesperantes, la última tecla aguda fue tocada y resonó en toda la habitación cuando Derek no terminó la distancia, sino la alargó unos dos centímetros. No pudo evitar ver los ojos del castaño como pidiendo disculpas mientras la mirada de Stiles era destilaba de esos inocentes y relucientes globos oculares algo que mezclaba arrepentimiento y decepción con pocas trazas de otras cosas.

—Yo... —empezó Derek con la boca tan abierta que parecía que en cualquier momento iba a hiperventilar.

—No te preocupes... —murmuró Stiles sin mirarlo a los ojos, ahora su atención era más digna hacia el suelo, no merecía Derek que esos ojos le miraran otra vez, había herido los sentimientos del castaño y ¡cómo no! Todo parecía tan minuciosamente montado, que el de ojos verdes no trajera nada más en la mochila más que alcohol, que estuvieran solos en la casa adornando, que el moreno se hubiera vestido con esa ropa tan provocadora, para al final, sólo jugar con sus sentimientos. Acercarse en el último momento, para después alejarse de él.

Derek aún tenía sus manos en la espalda baja del castaño, las retiró lento sintiendo la sensación del cuerpo del castaño perdurar en su piel. Se fue por el lado derecho del chico sin decir nada más, miraba hacia el suelo con los labios apretados, subió las escaleras un poco rápido. Se detuvo en el marco de la puerta de su habitación con el puño cerrado puesto en su frente, suspiró después de regañarse a sí mismo.

Stiles se quedó en medio de la sala, no se había movido ni un poco. Respiraba un poco muy lento, lo sabía en el fondo, era demasiado bueno para ser cierto, le dolía en el corazón una vez más. Podía escuchar el sonido del refrigerador enfriando comida y a Scott: "¿Lo ves? Eres un pendejo. Ya no le haré caso otra vez a tus lloriqueos. Maldito gay"

—Es que él... —murmuró acabado mientras se sentaba en una silla.

"¿Quieres que te hable así?, pues te lo mereces por ser tan iluso" "Marica, no todos los hombre son gais como tú"

Recordaba la conversación como si hubiera sido hace unos momentos atrás, siempre se recordaba todas las conversaciones que involucraban el tema "Wall-e" Scott no se sentía a gusto diciéndole cosas tan crueles, pero era necesario que le hiciera saber todas esas cosas. Todo el año Derek Hale se la había pasado rechazándole, qué idiota había sido al creer en los milagros navideños.

—Esas mierdas no existen —escupió con coraje, pero le seguía doliendo, seguía teniendo esperanzas.

Tocó su bolsillo, en la bolsa izquierda del pantalón siempre guardaba una bolsa pequeña con cierre hermético, las cosas que ahí estaban apenas se las mostraba a Lydia. Quería abrirla y liberar dentro de su cuerpo toda esa cosa. Pero no, le había prometido a Theo que nunca más lo haría. Theo, ese chico tan bueno, ¡cómo no se había dado cuenta! Ese joven de buen cuerpo y sonrisa perfecta era su milagro. Él le había cambiado la vida y ahora que lo podía ver con claridad, estaba tan agradecido por tener de novio a un chico tan bueno como lo era Raeken. Metió la mano dentro del bolsillo, apretó la bolsa con toda la mano, con mucha fuerza, la traía consigo para probarse lo fuerte que podía ser, aunque su fortaleza no duraba más de una semana.

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