Viernes , 18 de Diciembre del 2015

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Ya era el último día para ir a la escuela, tal vez quería ir o no, el único motivo que tenía para poder ir ese viernes era que podía ir a ver a Derek a su salón y estar con él, pero no quería verse muy hostigoso metido en el salón del moreno todo el día. La oscuridad de su cuarto reinaba hermosa a su alrededor, de vez en cuando iluminada por los rayos del sol que entraban curiosos por la ventana y calentaban el ambiente. Sus ojos no dejaban en paz ese foco estático que colgaba sobre el techo frío y apagado tal y como deseaba que fuera su corazón, y de hecho, cuando lo pensaba, su corazón era un foco incandescente prendido, lleno de luz y calor y sobre todo, fácil de quebrar. Derek sólo jugaba con el apagador de su foco y poco faltaba para que lo quebrara o fundiera.
Su mano se extendía hasta su muslo para posarse ahí y tocarse sin pudor pues estaba en la oscuridad y apenas iban a dar las ocho de la mañana. Su celular vibró de pronto, la vibración se extendió por todo el colchón sintiendo las caricias en su espalda.
  —Stiles Stilinski, eres un chico muy sucio —habló Theo jadeante a través de un audio donde se podía escuchar su respiración sin rumbo y agitada como las olas del mar por la noche.
  —Theo, quiero que toques muy lento mis muslos, pongas tus manos en mis nalgas y luego te hundas muy lento en ellas como haces siempre —susurraba el castaño con los ojos entrecerrados mientras se acariciaba su entrada con el dedo índice.
  —¿Te gusta como lo hago? —preguntaba el otro mientras se tocaba la entrepierna, Stiles hacía lo mismo pero ya estaba dentro de sí mismo.
  —Sí, siempre que me tocas no puedo evitar derretirme y tener ganas de gemir. —La respiración de Stiles comenzaba a ser agitada.
  —Quiero que gimas para mí —Theo no quería decirlo pero—, quiero que lo hagas maldita perra.
  Pero Stiles se lo había ordenado desde hace mucho pues le ponía cachondo que le insultaran, era literalmente su placer culposo. El castaño introdujo otro dedo dentro de él, sosteniendo con fuerza el teléfono celular en su mano derecha.
  —¡Joder! —fue lo primero que salió de su boca al escuchar "maldita perra", seguido de algunas otras exclamaciones inentendibles.
  —¡Di mi nombre! —gritó el novio del castaño al micrófono de su celular mientras ya estaba llegando al clímax, la cabeza de su pene parecía que iba a estallar de lo hinchada que estaba, llevaba un buen rato esperando el orgasmo y su cuerpo denunciaba que sucediera ese evento maravilloso y placentero que demolería sus piernas.
  —¡Joder Theo! —exclamó Stiles mientras ya tenía un tercer dedo dentro de él (aunque no sabía exactamente donde estaba su próstata) y su pene tenía espasmos, ya casi...
  La puerta de la casa fue golpeada pero ya llevaban media hora enviándose mensajes y después audios por WhatsApp, no se iba a detener sólo por un toquido en la puerta de su casa, después del primer toquido, llegó de una lluvia de ellos.
Era tan divertido y ya empezaba su orgasmo cuando los dedos de sus pies se doblaron y su boca se abría involuntaria, estaba siendo uno de los mejores orgasmos en un meses...
  —¡Ya deja ese maldito celular Stiles y ve a ver quién toca la puerta tan temprano! —Ocho de la mañana en punto y Scott McCall ya empezaba a fastidiar dentro de su habitación, ni siquiera tenía que estar presente para molestar.
  —¡Maldita sea! —voceó muy molesto, hubo una explosión en su cabeza que le continuaba produciendo placer y se seguía viniendo sobre su abdomen, pero a la vez estaba furioso.
  Se levantó de la cama después de limpiarse el semen con la sabana de la cama, sus manos se limpiaron con la tela de su pijama.
  —¡Scott estoy usando una de tus pijamas! —vociferó a la puerta del cuarto del moreno para molestarlo por haberlo interrumpido.
  —Mierda, eso es muy enfermo y a la vez asqueroso —susurró el chico entre las cobijas—. Espera...
El moreno se levantó un poco confundido y enojado de su cama. Stiles Stilinski abrió la puerta con ímpetu.
  —¿Quién mierda es? —preguntó Stiles en voz alta con la cara arrugada por la molestia.
  —Buenos días Stilinski —saludó el dueño de la casa, con unos diez centímetros menos de estatura que el castaño, la mano del adulto se extendía a la mano con semen seco de Stiles, para después estrecharse éstas mutuamente... Las manos.
  —Stiles ¿tuviste sexting con mi pijama puesta? —interrogó Scott saliendo de su habitación viendo al casero frente a Stiles.
  Stiles volteó a verlo y después soltó la mano del hombre.
  —¿Quién es ese chico? —preguntó el casero señalando a Scotty—. ¿Vive aquí?
  —No... —susurró Scott con las piernas paralizadas. Se suponía que el casero no debía verlo o les subiría el alquiler.
  —Hablemos a fuera —habló bajo y serio Stiles caminando hacia fuera de la casa entrecerrado la puerta.
  —Tienen que pagar la renta —dijo el hombre con un tono grave en la voz, y la expresión dura.
  —Lo sé, pero denos un poco de tiempo...
  —Hoy se cumplen tres meses que no pagan la renta chico, yo tengo que mantener a mi familia también, al igual que tu padre te mantiene a ti —espetó el hombre cruzando los brazos para no ahorcar al adolescente.
  —Denos un tiempo para para buscar el dinero, se lo pagarémos...
  —¡¿Por qué dejaste que te viera?! —gritó/susurró Lydia molesta hacia Scott. Stiles y el casero podían escuchar las voces desde afuera de la casa.
  —¡No sabia que era el casero! —se defendía el chico.
  —¡¿Le dijiste que vives aquí?! —interrogaba la chica pelirroja con las manos en el cuello del moreno.
  —¡No, nunca le diría, se supone que no debe de enterarse! —exclamó aterrad0 Scott sintiendo que lo reprendía su madre.
  Stiles negó con la cabeza mientras su mano derecha se postraba sobre su frente, a veces sus amigos podían ser estúpidos... Pero no tanto.
  —Les doy hasta el Martes, y si no tienen el dinero será mejor que no estén aquí cuando vuelva. ¿Me escuchaste? —cuestionó serio y oscuro el hombre señalando con el dedo la pálida cara del castaño.
  —Sí —respondió el chico apretando los labios mientras observaba como el hombre si iba pisando fuerte la acera—. Mierda —susurró cerrando la puerta tras de sí.
  —¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Lydia soltando a Scott para después ponerse delante de éste y escuchar a Stiles.
  —Será mejor que vayan empacando sus cosas chicos, nos quedamos sin casa —declaró desanimado el castaño mirando el piso derrotado. Sabía que no iban a recolectar el dinero, y aun lo hicieran, no podían pagarlo.
  Los tres chicos se acercaron y se dieron un abrazo mutuo, para después separarse y empezar a empacar todas sus pertenencias.


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