Veintitrés Horas

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STILES YA SE HABÍA levantado de la cama, o bueno, más bien ya había despertado, Theo le había tenido entre sus brazos toda la mañana mientras le contaba historias que hacían reír mucho al castaño. Pero ya era bastante tarde y el novio del muchacho de ojos whisky había decidido tomar una ducha, y después Stiles pues estaban decididos a gastar esos dos cupones de regalo del castaño.

Stiles estaba en la cama aún con su desnudes como vestimenta, miraba el techo con un ojo tapado por un brazo, pensaba en Derek, no debía hacerlo pues la noche anterior había sido maravillosa, pero la idea era infrenable, cada segundo era como una tortura para su filosofía y había leído por ahí que los deseos del alma sólo nos aprisionaban a nosotros mismos y debíamos sucumbir ante la tentación porque no nos aprisionaríamos más, seríamos libres. Entonces estar con Derek era un acto de libertad, pero ¿de qué se liberaba con exactitud? Esa era la cuestión. Según el libro del Génesis, Adam y Eva vivían en total desconocimiento de sus propias conciencias. Existían en un estado de letargo constante e infinito de felicidad apacible. Hasta que llegó la serpiente y les dio independencia y conciencia. Pero al mismo tiempo, esa libertad les había condenado. Entonces no era libertad. Sin embargo ¿qué era mejor? ¿Vivir en un letargo plano de comodidad? O ¿vivir condenado a una libertad falsa? Según otras palabras, la vida que está llena de placeres y felicidad, es fácil de olvidar pues siempre es lo mismo y nunca hay relevancia alguna, ninguna cosa que valga la pena recordar. En cambió aunque la vida de uno esté llena de eventos desafortunados, éstos te llenaran de lecciones, y los buenos momentos de bienestar se evocarán con relevancia y felicidad en nuestras mentes. Tal vez después de todo, podría valer la pena estar con Derek....

Le daba demasiadas vueltas, así que sólo se limitó a permanecer tendido hasta que llegara su novio. Iban a ir al cine y después a una cena, todo pagado por el bolsillo adinerado de Stiles, pues para ser sinceros, eso no le faltaba.

EL JOVEN HALE ESTABA SALIENDO por la puerta de forma apresurada.

—¡Derek no quiero que hagas ninguna estupidez! —gritó la chica levantándose de la alta mesa—. Te diré dónde está, sólo no salgas así como así a hacer estupideces.

El Hale se giró.

—Pues dímelo. Sabes que no haré nada malo. Le quiero demasiado y me conoces lo suficiente para saberlo. Puedes confiar en mí.

¿Lydia sería capaz de decirle su ubicación a Derek? ¿Traicionaría la confianza de Stiles e incluso a ella misma? Tal vez Derek hallara a Stiles, pero eso significaba entrar en los dominios de Theo. Definitivamente le sacaría de esa casa. Además se suponía que ella no quería que Derek estuviera con Stiles, era un pecado capital.

—Está con su novio —respondió ella con nervios, mordiendo una de sus costosas uñas y mirando el suelo. El moreno le miró con incredulidad.

—¿Crees que eso no lo sabía? Si es más que obvio —bramó Derek abriendo los brazos.

—Bueno pues...

—¿Dónde vive él? —interrogó el otro, cada vez más irritado.

—La casa de Theo... —balbuceó la chica girando sobre sí misma para no ver al chico—. No sé dónde está... —mintió pero esta vez su falacia no fue creíble como siempre lo eran.

—Claro que lo sabes. ¡¿Por qué no me lo dices?! —cuestionó entonces escuchándose dolido, le golpeaba el corazón que su mejor amiga no le quisiera decir la ubicación de su amor de la vida.

—¡Porque no quiero que arruines su relación! —gritó la pelirroja encarando con valentía al moreno. Sus cabellos se movieron tan rápido que aún se acomodaban de nuevo.

DECEMBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora