Camino a lo desconocido.

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Mi cabeza daba tantas vueltas, solo tenía una semana para organizarme.

En esa semana mis clases las resumimos y pude acabar con lo que iba a ver en el mes, cuando Beatriz se enteró lloramos como dos niñas y Choe frió como siempre pero las palabras de aliento me reanimaron. El profesor Ignacio llegaba a las siete de la mañana y se iba a las siete de la noche, toda esa semana no tuve nada de descanso y llegaba un momento que mi cabeza no tenía espacio para nada mas, pero aun así tuve que arreglar todo y organizarme.

Al fin y al cabo tantos años querer cumplir mis sueños de ser una modelo, y entrar en ese medio de artistas tal vez se fueran a cumplir alejada de mi padre, tarde o temprano me daría cuenta.

Para terminar de ordenar mis cosas utilice una maleta mediana, donde seguí las órdenes de mi padre, organice lo justo y necesario. Mi vuelo saldría mañana a las dos y media de la tarde, uno de los trabajadores me dejaría en una estación de taxi y después me llevarían al aeropuerto internacional, al llegar a Colombia me esperarían en una camioneta ejecutiva color blanco entre otras características. Y en ese mismo momento todo comenzaría.

Mientras terminaba de arreglar mis cosas, entro mi padre.

—¿Cómo va todo? —

—Bien, eso creo. Me falta saber si podré utilizar mi verdadero nombre o tengo que cambiarlo.

—Serás tu misma, de todas maneras no has tenido cargos ni nada por el estilo, todo estará bien. Precaución.

—Está bien.

Al día siguiente, me sentía de una manera muy extraña no era un presentimiento pero algo dentro de mi estaba lleno de nervios. Iba a ser la primera vez que jugaba con mi suerte de ser libre, de no pertenecer a los negocios sucios ni mucho menos a dañar mi adolescencia.

Tome una ducha y me vestí de la manera más cómoda posible un Jeans ajustados color claro, llevaba una camisa de algodón color negra, y unos botines negros. Me hice una cola alta y para finalizar unos lentes oscuros.

Me pude despedir de mi linda nana Beatriz y Choe, sus palabras no fueros de un adiós ni nada por el estilo fue un hasta luego. Lo sentí.

Luego llego la despedida de mi padre, fue lo más simple que había podido percibir incluso llegue a pensar si realmente se preocupaba por mi bienestar. Nos dijimos unas palabras y fin, fue lo más raro que pude ver pero no quise darle importancia.

Eran las doce en punto de la tarde y ya iba camino al aeropuerto, viendo las calles me sentía diferente sin nadie que me dijera que hacer y que no me sentía libre, lo único falso que llevaba era mis documentos que según decían que era mayor de edad, era la única mentira que llevaba conmigo al salir de mi país.

Llegando hice todo lo que me pedían en la seguridad del aeropuerto, quería tener en la mente que no iba hacer nada malo en Colombia, solo iba de paseo y ya. Pero mi mente me engañaba cada vez que podía me trababa pero a Dios gracia, en ningún momento tuve inconvenientes y finalmente ya estaba montada en el avión camino a Colombia, a ver qué pasaría en esa reunión por lo que sabía solo iba a plantear lo que mi padre me había dicho, y después dejaría todo en sus manos. De distinta manera ya estaba pensando como alejarme definitivamente de esos problemas y más allá de mi propio padre.


Al aterrizar inmediatamente, no se ni como ni por que motivo me sentí feliz.

¡Hola Colombia, llego la hija de un narcotraficante a vivir su vida!

Mi   historia       con el NarcotraficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora