La niña ingenua.

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Después del largo camino hacia una residencia escondida pero muy linda a su alrededor  subimos hacia un departamento tipo estudio muy bonito,  era de un tamaño mediano, muy acogedor. Ya estaba más calmada pero necesitaba estar sola, y por lo que creía Matías no se despegaría de mi lado.

—Esta será tu casa, no tengo ni idea si la vas a compartir. Arregla tus cosas cualquierproblema o circunstancia  estaré en la cocina— Matías hablaba mientras yo solo quería estar a solas.

Decidí ir a una de las habitaciones, y hubo una de las tres que había que me encanto, cuando entre vi su frescura . Era sencilla linda y fresca. Su vista daba a toda la ciudad de Bogotá, a pesar que no conocía prácticamente nada, por suerte Matías ponía un poco de su madurez y me indicaba a veces a donde estábamos, cuando le convenía.

Me acerque a la venta y estuve como veinte minutos observando, cuando me canse de estar de pie. Salí de la habitación y me di cuenta que estaba sola. Ya no estaba tan molesta como al principio, aunque no sé si expresar la palabra molesta era todo lo que sentía en ese momento creo que habían más palabras para expresarlo.

El departamento se veía muy cómodo, había unas cajas abiertas y decidí ver que estaba adentro, cuando encontré una nota que decía:

"Niñita Maya, dentro de estas cajas están algunas cosas para que arregles a tu gusto. Tu padre me informo que no vas a compartir tu departamento. Llámame si me necesitas. Mi número está en la mesa de la cocina y en ese mismo lugar está el teléfono."

Matías.

En sus cartas, parecía una persona tan noble, pero en persona era el ser más odioso del mundo.

Al saber que el departamento seria solo para mí, no sentí una emoción si no una carga encima jamás en mi vida había hecho cosas de la cocina de vez en cuando hacía unas tostadas pero siempre era con Beatriz.

Beatriz era la que siempre se encargaba de ayudarme hacer mis cosas, y en la cocina ella era una maestra. La extraño muchísimo igual que a Choe, me pregunto si ellos estaban al tanto de todo esto.

Arregle el departamento con las cosas que estaban, y puse algunos floreros de vidrios en su lugar el igual que otras cosas.

El departamento era todo de blanco con unos sofás color negros y cojines blancos. Al rededor estaba el comedor de color negro con un jarrón gris, y de esa misma manera era la cocina de color blanca con mármoles negros. Le faltaba algo colorido a decir verdad.

Puse algunos jarrones y floreros que estaban en las cajas, y un porta retrato vacío, para ser sincera si todo esto lo estaba organizando mi padre me daba igual iba a seguirle la corriente como si nunca fuese pasado algo. Al terminar de arreglar las cosas fui a ver que había para comer y ya había un buen refrigerio en la nevera aproveche para tratar de cocinar, intente de prender miles de veces la cocina ya que era digital me confundía porque a veces se ponía súper caliente, hasta que conseguí que quedara como yo quería puse a cocina una milanesa, pero al creer que estaba lista creo que me pase de sal.. Mi milanesa había quedado horrible, por suerte conseguí unos enlatados y eso fue lo que pude comer.

Me senté un rato en el sofá a pensar todo lo ocurrido, a decir verdad no deje que mi padre hablara pero ese momento me molesto tanto. ¿Cuál era su objetivo? Para que me hiciera venir a un lugar desconocido, con gente totalmente extraña. Tal vez estaba pensando muchas cosas mientras él ya estaba planeando algún otro invento. Aún tenía la gran duda si lo del tal Ministro era verdadero o falso. Realmente ya se estaba volviendo más difícil de lo normal creerle a mi papá.

Escuche el timbre de la entrada, pero no estaba esperando a nadie, ni mucho menos conocía a nadie en este lugar. Hasta que escuche una voz masculina conocida pero no tan precisa, era Matías.

— ¡ Ah buen tiempo, que abres ¡ — Matías venía con un montón de bolsas, estaba súper enredado ni podía cerrar bien la puerta así que tuve que ayudarlo.

—No podías llamarme o algo parecido antes, obviamente no te iba abrir.

Su mirada era la misma del día anterior, concentrado e intimidante.

—Maya, cállate.

¡Que! Me estaba mandando a callar de la manera más mal educada y seca que podía existir. Ah, claro si él era Don perfección que se podía esperar.

—La educación por delante, ¿no? —Murmure, pero se acercó rápidamente hacia a mí para taparme la boca.

No entendí por cual motivo fue el gesto, hasta que sacó un arma desde su cintura. No entendía que le pasaba pero algo malo podía ser.

— Escóndete donde está la pared de la cocina, creo que hay una persona detrás de la puerta de la habitación. —Susurro.

Mis piernas se pusieron como gelatina, pero como podía estar una persona en la puerta detrás de la habitación si yo estuve todo un buen rato sola y en ningún momento ni escuche ni vi absolutamente nada.

Me fui como él dijo hacia la pared que dividía la cocina con la sala principal, estaba un poco nerviosa y más con el silencio que había. Llego un momento que era para mí una eternidad estar en el mismo sitio, no escuchaba ni un solo ruido ni unos pasos absolutamente nada hasta que decidí salir un poco para ver si pasaba algo.

Mis ojos vieron la sala sola y todo el departamento vacío, decidí salir completamente y me encontré con Matías sentado en el sofá.

— ¿ Qué haces sentado, Revisaste si había alguien ? —Le pregunté.

— Por dios Maya, es parte de tu entrenamiento, no ser tan ingenua. Todo ese tiempo que estuviste escondida no sabía cómo contener las risas pero si pude. Tienes que aprender a estar atenta a lo que pasa a tu alrededor, como iba a estar alguien en el departamento si estuviste aquí un buen rato y me imagino que revisaste todo, aparte yo también estuve. Y tú misma cerraste la puerta.

¡Qué tonta fui ¡ Realmente todo el mundo me veía como la niña estúpida, que no entiende nada, la confundida, la niña ingenua. Obviamente eso había pasado por mi mente pero su actuación fue tan buena que jamás hubiese imaginado que no hubiera nadie.

—Eres un estúpido.

—Me dices estúpido a mí cuando tú eres la despistada en todos los sentidos. Por favor.

Estaba tan cómodo al decir todo que me daba coraje seguirle reclamando, de qué manera me iba asustar así. Era un tarado. Pero me la iba a descombrar. Pensé. Me fui a la habitación y me quede sumergida en un sueño, que el cansancio el estrés y todo lo que tenia dentro de mi exploto. La rabia se despojo de mi cuerpo, me seria mas relajada.Pude calmarme y analizar.


Mi   historia       con el NarcotraficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora