Al dormir mi larga siesta, desperté en la cama de la habitación mire hacia la ventana y ya no era de día, ya había oscurecido. Me levante de golpe pensando el estar sola en lo desconocido en un país donde no conocía a nadie, y más que eso estaba dentro de una burbujas llenas de mentiras.
Salí de la habitación y vi a Matías sentado en el mismo lugar donde lo había dejado, y recordé inmediatamente su linda broma que me puso un poco nerviosa pero seguí como si no me hubiese importado para nada.
—El niñero está haciendo un trabajo muy bien que no se ha ido. — Le dije en tono de broma a Matías, mientras me servía un vaso de agua en la cocina.
—Las niñas tan tontas como tú no se pueden dejar solas, se pierden en su propio espacio. — Su risa fue de ironía combinada con sarcasmo.
Como no tenía nada más que decir, decidí seguirle la corriente y pensé que si quizás le buscaba conversación dejaría de hacerme tantos comentarios tan cortantes.
— ¿Desde cuando trabajas para mi padre? — Me senté en una de las sillas del comedor junto a mi vaso de agua.
—No te incumbe. —Su voz tan cortante me estreso no hice más que ignorarlo y quedarme callada en el comedor viendo las formas del jarrón gris.
Después de un buen rato, se puso de pie y fue al comedor a sentarse frente a mí, sus ojos color cafés se encontraron con los míos una mirada conversadora entrelazo.
—Trabajo desde hace seis años para tu padre.
—Mmm..Que bien. —Soné lo más cortante que pude, para no ser la única seca y cortante en esta conversación.
—Maya, tu padre te quiere verte mañana temprano. — Murmuro.
Ya me había calmado del incidente con mi padre, pero de verdad no quería verlo en este momento. Sabía que me iba a sentir frágil que esa Maya que salió en aquel momento no era común, tenía que trabajar en eso. En ser fría con las personas que me hacían daño o sencillamente las personas que querían que yo fuera su títere.
—Bueno. —Logre decir.
Después de un silencio tan grande que hubo en el ambiente Matías se puso de pie, fue a la cocina y se quiso poner a cocinar. Bueno eso parecía porque el aroma era buenísimo. Ya me estaba dando hambre, pero quería esperar que él se fuera ya que sabía que haría un tremendo desastre en la cocina, ya me imaginaba todo el desorden, más la comida negra de lo quemado. Y por supuesto no iba a querer otra burlita de él. Me preguntaba si se iba a quedar a dormir, aunque no quería que un extraño durmiera otra vez el mismo lugar que yo, pero tampoco me quería quedar sola en un lugar extraño. Así que no sabía que iba a ser, además había dormido mucho en mi larga siesta eso significaba que toda la noche iba a estar despierta sin hacer nada, viendo por la ventana y mis pensamientos volarían, eso siempre pasaba pero por suerte Beatriz se quedaba hasta tarde viendo sus novelas y así tenía con quien distraerme, aunque aquí era diferente un país diferente, otras culturas. Entre muchas cosas a pesar de todo eso creo que ya estaba agarrando un poco más de confianza aunque solo llevaba un día, quería tener en mi mente que debía acostúmbrame a vivir en este lugar y a saber llevar los problemas, que ya mi vida no dependía solo de mi sino de las decisiones de mi padre, tenía pensado contradecirlo en todo, pero ya que me di cuenta que mientras más lo tratara como el me trataba a mi frente a las personas lo molestaba. Quería que se fuese acostumbrando, que se diera cuenta que puedo ser una caja de sorpresas cuando me lo propongo, solo dos meses simplemente dos meses para cumplir mi mayoría de edad legalmente y quería ya tomar mis decisiones me asustaba estar en un entorno donde no quería crecer, ni mucho menos involucrarme en nada malo. Pero así mi padre quería simplemente tenerme como un títere.
Me iba a entrenar yo misma, pero no en modo de defensas con armamentos sino con actitud, con palabras. Con esos momentos de la verdadera adolescente que quería ser diferente en un entorno toxico.
Luego de un buen rato que Matías duro en la cocina, lo vi salir con dos platos llenos de comida, tuve la cortesía de darle una sonrisa de "Graciaas".
—No, Maya. Esta es mi cena, ve y prepárate la tuya. — Desperdicie mi cortesía por una cara de otra vez burlada por un tonto.
Me levante del comedor y fui hasta la cocina donde había un paquete de panes rebanados, decidí tostarlos en una tostadora solo que hubo un momento que no se cocinaban hasta que me di cuenta que no había prendido la tostadora, sí que torpe. Después de dos minutos estaba sirviéndome mis panes con una jalea que encontré en el refrigerio. Que por suerte no estaba vencida.
Iba a ir a comer a la habitación, pero recordé que era mi departamento y tenía que comenzar a poner los puntos en claro. No me gustaba humillar a las personas por ser mayor o menor que yo en todos los sentidos tanto en edad como en lo económico, o en el trabajo realizado. Pero Matías, me cansaba a veces su manera de ser hacia mí pero no iba a dejar que fuera así conmigo las veces que le diera la gana por mis torpezas. Decidí irme a sentar en el mismo comedor.
—Que tengas un buen provecho Matías. —Le sonreí con mi perfecta actuación de hipocresía, estupendo.
—Maya, toma este plato era para ti. — Después de haberme parado del comedor, irme hacer mi cena el muy estúpido me dice que si era para mi el plato. Otra burlada más.
Quería hacerle una burla a Matías, pero lo que tenía en mente tal vez era demasiado pronto para hacerlo, pero ya me daba igual.
—Matías, sabes eres muy simpático desde que te vi me pareces muy hermoso en todos los sentidos—Me fui acercando a su silla con voz de ingenua. —¿Sabes? Cuanto daría por besar tus labios en este momento.
No sabía si lo estaba haciendo muy bien o muy mal, para mí lo estaba haciendo patético. Pero simplemente quería dejarlo colgado que pensara que lo que decía era cierto. Pero creo que mi nivel me inmadurez era tan alto que hasta eso me salía de forma torpe.
—No, Maya soy gay. —Se enderezo en la silla, acomodándose muy elegante y femeninamente. Mi cara estaba en shock, él era de una forma tan masculina con su forma de caminar, hablar.
Ya va, un momento. Mi pensamiento era emocionar a un hombre y luego decirle que no que era broma, estilo una venganza barata. Pero no fue así, resulta que la que quedo sorprendida otra vez fui yo. El hombre, era gay. Dios santo no lo podía creer.
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Mi historia con el Narcotrafico
AcciónNo escogí este tipo de vida ni mucho menos la familia que tengo. Soy Maya Alina Rosales Escalona. El nombre de Maya está presente en varias culturas y el Alina , según mi nana significa "Amiga Noble". Soy hija de Jose Antonio Rosales, uno de los na...