Mi tierra

115 8 2
                                    

Ya al estar en el departamento, con ayuda de Matías me apoyo en arreglar las compras. Recibí la llamada de mi padre para informarme de que podía ir a Venezuela fue mi emoción llena de tristeza con penas al querer volver y ver a Beatriz. Fui de inmediato arreglar mi maleta, pensaba que Matías iba acompañarme pero estaba equivocada. Iría sola, me parecía raro pero no le di importancia al llegar al aeropuerto me ayudo a bajar las maletas me anuncio que era un viaje de dos días y una noche. Solo tan poquitos días, me moleste pero por dentro de mi sabía que no debía hacer unos de mis berrinches ya que el motivo de viajar se diera con éxito era un gran paso.

Llegue a Venezuela, mi tierra. Tenía en mi mente que al salir del aeropuerto me esperaría uno de los hombres de mi padre para llevarme a ver a Beatriz, pensé que iríamos al hospital pero fuimos a la casa. Al llegar me encontré con Choe.

—Choe... Choe ¿Cómo estás? Y Beatriz ¿Dónde está? — Mis emociones no sabían describirse con el temor que me dieran una malísima noticia.

—Todo está mejor, mi mamá esta acostada en tratamiento arriba de la casa. Vamos. —Sus palabras me tranquilizaron y junto a sus abrazos mucho más.

Extrañaba esa casa que me vio crecer, partes de cada escalón y de cada puerta me hacían recordar los bueno y malos momentos que vive con Beatriz, ella era mi madre, mi madre postiza. La amaba. Al llegar a una de las habitaciones y entrar parecía una habitación de alguna clínica, tenía todos los aparatos médicos, inclusive pude detallar a dos enfermeras o doctoras en la esquina, me acerque a Beatriz y estaba con sus ojitos cerrados pero respiraba según la máquina, mis ahogos en lágrimas eran fuertes e indescriptible Choe me tomo fuerte del hombro al susurrarme "Todo va a estar bien". Luego de durar unos veinte minutos en la habitación las enfermeras que ya Choe me había presentado, nos avisaron que teníamos que salir para ella aplicarle otras inyecciones.

Nos dirigimos a la cocina mientras yo estaba más tranquila, luego Choe me llevo a mi habitación seguía intacta las cosas donde las había dejado, me sentí como una niña, aquella que presenciaba los objetos donde había vivido y a pesar del tiempo que me fui seguían iguales, esa era otra obra que le tenía que agradecer a Beatriz.

— ¿Cómo te va por allá, Maya? —Interrumpió Choe de mis pensamientos.

—Se podría decir que bien, dentro de lo que cabe. Aún no he muerto.

—Ja, que risa. Mientras estés más cerca de tu padre no vas a morir.

Cuando iba a continuar con la conversación escuche unos fuertes golpes un poco más lejos de la casa mire a Choe y sin pensar dos veces me tomo de la mano y me llevo corriendo hacia una de las habitaciones, luego de estar adentro sonaban disparos más fuertes, y cada vez se escuchaban más cerca. Choe tenía un radio pequeño para comunicarse con los demás trabajadores, por lo que escuchaban ya se estaban preparando para atacar en ese momento se escuchaban disparos diferentes, el temor se hundió y la preocupación por mí y Beatriz me ponía peor, quede paralizada mientras que Choe hablaba por el radio luego saco dos pistolas pequeñas una trato de ponerla en mi mano, pero la rechace no estaba preparada para eso y cada segundo que pasaba me sentía mucho más débil.

— ¡Maya! Escúchame y veme a los ojos, aunque no te agrade tomaste clases de disparos, no nos podemos quedar aquí escondidos. Te llevare a una habitación más escondida junto a mi madre y se cuidaran ella va a estar bien y tu más a la cuenta de dos salimos ¿Bien?. — Sus palabras se me hacían lentas, pero en su cuenta tan rápida del uno al dos reaccione, fuimos arrastrándonos por el piso junto con las pistolas, subimos por las escaleras y llegamos a la habitación en donde estaba Beatriz y las enfermeras hacia una esquina con todos los aparatos clínicos, Choe abrió una puerta que jamás en mi vida pensaba que estaba escondida en esa habitación entre junto con las enfermeras y los aparatos, Choe subió y cerró la puerta.

Al pasar como dos minutos seguían los disparos, se escuchaban groserías. No sabía si salir o quedarme, las enfermeras estaban asustadas y regañándose una a la otra por haber aceptado el trabajo. Cuando se dieron cuenta que traía un arma sus caras fueron del mayor poema que podía existir en ese momento.

— ¿Cómo se encuentra ella? —Les pregunte para desviar el tema. A pesar de los disparos y del miedo que me recorría.

—Está mucho mejor que antes, señorita.

Fue lo único que pudieron asegurarme ya que estaban tan asustadas como yo. Los disparos calmaron luego de quince minutos seguidos de esos horribles sonidos que hacían. Espere un poco más calmada en la habitación pero aún me recorría el temor y la imaginación de lo que pudo haber pasado allá afuera. A continuación, escuche unos pasos acercarse a la puerta cargue la pistola y la puse de frente como me explicaba Matías, las enfermeras le hice señal de permanecer en silencio y así lo hicieron, cuando se abrió la puerta ya estaba preparada para presionar el gatillo de repente vi los zapatos que utilizaba Choe, era él. Un alivio me traspaso todo mi cuerpo y mi mente.

— ¿Qué paso? ¿Todo está bien? —Pregunte.

—Sí, ya todo paso un pequeño incidente. Volvamos a poner a mi mamá a donde estaba. Maya ven conmigo.

Ayude a las enfermeras a poner todo en su lugar y luego seguí a Choe, estaba despeinado y sudado. Cuando baje a la sala las ventanas estaban todas rotas las decoraciones igual, en quince minutos el desastre inundo la casa, y lo peor había sangre.

—Tienes que irte, de inmediato Maya.

—Yo estoy bien, Choe. Vine por Beatriz, mi nana. A visitar, paso este terrible momento pero ya me encuentro más calmada al saber que todos estamos bien. Deberías explicarme que ocasiono esos disparos y quienes eran.

— ¡No! ¡No! Y ¡No! Te vas y punto, lo que paso hoy tenía mucho tiempo sin ocurrir. Te buscan a ti Maya, estas en peligro por ende es mejor que te vayas a Bogotá. Sin peros, ni excusas. Cuidare a mi madre y hare lo mejor que pueda, pero no te puedes quedar aquí más. No sé quiénes eran esos hombres, pueden que hayan venido para agarrar el poder de esta zona o pueden que sepan que estabas aquí, eres la hija de Antonio, Maya él no es cualquier hombre y lo sabes. Lo llamare para enviarte para allá.

— ¡Maldita sea! La persona que más amo en este mundo, en este momento está en peligro, acabo de llegar y a ti ni te importa mis sentimientos, mis ganas de ser diferente. Y al idiota que tengo como padre le importa es cada momento ser más importante, ¿sabes qué? Tienes razón me iré, sí. Me iré, pero una cosa si te digo Choe, Beatriz con todo esto que está ocurriendo desea la muerte para ella, porque es la que más ha sufrido al tener que aguantar tanto. Estaré en la habitación, llama a quien se te pega la gana.

Mi rabia crecía hacia todo el mundo, fui al baño para llorar y despojarme. Al verme al espejo mi cara reflejaba el agotamiento, no sabía si tenía ganas de vivir o de morir, estaba cansada de esto. Recordé que aún tenía el arma en mi cintura, la saque y me quede un gran rato observándola mientras mis lágrimas caían lentamente, por desgracia soy una estúpida cobarde que no se atrevía a nada. Me lave mi cara y fui a ver a Beatriz, les pedí a las enfermeras que me dejaran a solas con ella, se pusieron un poco obtusas pero al final cedieron.

—Hoy vine por mi preocupación hacia ti, quiero que sepas que aunque estés dormidita te amo mucho nana. En Bogotá conocí a dos personas, Matías y Laura. Matías es un joven apuesto, pero muy pedante y a veces su sinceridad me cae de las patadas, nos llevamos más o menos. Laura, es una loca me caía bien cuando la conocí luego hubo un extraño percance y me di cuenta que es un poco hipócrita o no está bien de su cabeza, mi padre está planeando algo contra una modelo de Bogotá un tema de un tal ministro. Me presento a otro señor junto a su hijo, realmente no los soporto. En mi cumpleaños mi padre me regalo un celular, pero tiene un GPS activado para vigilarme el mismo a donde voy y a donde estoy. Hace un rato hubo una guerra de disparos en esta casa, nos escondimos pero todo ya está en calma aunque Choe no quiere que me quede aquí contigo, quería cuidarte por estos dos días que iba a estar aquí pero me tengo que ir nana. Quiero que sepas que te amo un montón. — Mientras conversaba con mi nana sin saber si ella escuchaba le sobaba la mano para sentir su calor como cuando era pequeña.

—Yo... También, te am..o — Cuando escuche eso, subí la mirada mi nana abrió sus ojitos y trataba de decir miles de palabras la calme, la alegría de mi parte era tan sorprendente, decidí llamar a las enfermeras y a Choe pero ella me lo negó con su dedo. No quería que nadie lo supiera.


Mi   historia       con el NarcotraficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora