Nervios.

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Llegue al aeropuerto de Colombia, Bogotá. Salí enseguida, no me agradaban muchos los aviones y necesitaba pisar tierra de inmediato para refrescarme un poco, también compré un jugo de naranja para no desesperarme y calmarme. Cuándo llegue a la salida del aeropuerto como tal busque una camioneta de color blanco pero nunca la vi, espere como uno cinco minutos y vi que se acercaba una. Mis piernas temblaban y mis nervios se fijaban en lo desconocido. Que pasaría, que diría, como seria. Miles de preguntas pasaban por mi cabeza lo simples puntos que iba a tratar eran sobre simplemente lo acontecido sobre el Ministro y como trataríamos ese problema, ya que ya sospechaban de mi padre y del grupo él no quería principalmente que sospecharan de el ni mucho menos de mí.

Tenía que explicar cómo sería el ataque para aquella persona que estaba sospechando, según la información cuando mataron al Ministro se escapó una mujer, la amante del Ministro. Por lo que yo resumía ese sucio asesinato se salió de descontrol, había dinero, drogas entre otras cosas de intermedio me imagino que por ese motivo matan al Ministro, pero mi padre no contaba con que iba a estar en ese momento con alguien más en ese acontecimiento, pero así fue. Solo que si ella escapo tal vez si se quedaba callada sería una buena señal ya que a ella tampoco le convenía que el medio político y mucho menos la familia se enterara de eso, la pondrían como principal sospechosa. Pero tampoco nos podíamos confiar de eso, así que el plan era asesinarla, claro así fuera lo mucho que me negara a planificarlo, solo planificaría y ya me olvidaba de todo lo ocurrido pero buscaba que hacer con mi vida con el dinero que mi padre me había dejado.

Enseguida escuche la corneta de la camioneta, y se bajó el vidrio. La mirada en unos ojos color café de un hombre como de unos veinte tantos años de edad, me miro de arriba abajo.

— ¿Maya Alina? —Susurro aquel hombre, su mirada era intimidante y mucho más su voz era fría aunque con el acento colombiano no se dejaba comprobar mi manera de pensar que fuera fría.

—Sí, soy yo—Quería parecer reda e intimidante igual que él, pero mi debilidad no me dejo.

—Súbete, con la maleta.

Su voz tan fría y su mirada tan intimidante me ponía nerviosa, cuando me subí y deje mi maleta en la parte de atrás me di cuenta que solo estaba el. En ese momento empezaron los nervios pero decidí que debía parecer más fría que él, y más dominante.

—El trayecto será largo, en la guantera hay galletas y algo de tomar por si te da hambre y sed. — Sus ojos me intimidaban cada vez que me veían, era difícil de entender sus miradas mas mis nervios.

Mi   historia       con el NarcotraficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora