Tantas cosas en mi cabeza.

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No sé hasta cuanto llore, no sé cuánto grite, no sabía qué hora eran pero ya no me encontraba en el suelo. Estaba en la cama y pude ver a Matías en una silla junto su celular en la habitación, recordé lo que sucedía y poco a poco me levanta al percatarse Matías de que ya me estaba acomodando en la cama, se acercó a mí y tomo de la mesita de noche un vaso con un té.

—Tómalo, Maya te servirá y te sentirás mejor. — Me lo dio con una mínima sonrisa en su rostro, para animarme.

—No quiero. — Susurre lo más bajo que pude, no tenía ni voz en eso momento de lo mucho que había gritado, sin más que decir Matías dejo el vaso junto a la mesita suspiro y volvió a donde estaba, a la silla. Sin más que pensar volví a llorar, pero esta vez lo más callada posible para que Matías no se diera cuenta dure como media hora así, sumergida en pequeños llantos, pero un gran dolor que lo causaba.

Cuando me sentí mucho mejor, volteé para ver si Matías seguía en la silla y así lo era, estaba aún en ese mismo lugar. Me puse de pie y un fuerte puntazo de dolor de cabeza me inundo sin pensarlo dos veces tome el vaso de té y fue directo a mi boca, ya no estaba tan caliente como parecía estarlo hace un rato. Luego de terminar, me dirigí al armario busco una prenda de ropa y una toalla, Salí de la habitación y fui directo al baño encendí el calentador y mientras colocaba todo en la repisa para darme un buen baño para despojarme, mi rostro se encontró con el espejo vi mi cara completamente hinchada, con los ojos color tomates de tanto llorar, habían pasado más de cuatro o hasta tres horas que gritaba y lloraba sin conocimiento. Me dije a mi misma "Tranquila, Beatriz te cuida. Dijeron que tal vez no pasara este día o esta noche, pero no era seguro" Me decía esto a cada momento, a cada instante me hacía creer que eso que dijo mi papá no era seguro pero dentro de una pequeña parte de mí, sabía que tal vez me estaba diciendo mentiras yo misma. Cuando comencé a meterme en la ducha, para descansar mi cuerpo en el agua tibia que caía sobre el sentía un silencio puro a mi alrededor me relaje, me calme y pude despejarme de los malos pensamientos, cuando ya estaba totalmente lista y vestida con una prende deportiva salí del baño, y me dirigí a Matías que seguía en el mismo lugar donde lo había dejado.

—Vamos a donde mi padre.

— ¿Perdón?, ¿para qué quieres ir a donde el Sr. Antonio?

—Por motivo a que es mi padre, por motivo a que quiero hablar con él, por motivo a que llevo el apellido de él. ¿Algo más? — Mientras le hablaba a Matías, busque mis lentes oscuros y me los puse y arreglaba mi cartera para estar lista.

—Tengo que avisarle Maya, para saber si está de acuerdo o no. — Me hablaba de una manera sumisa, para que yo cambiara de decisión, pero eso no iba a pasar.

—No te preocupes, yo le aviso. — Agarre mi celular marque al número de mi padre, y enseguida contesto, me aleje de Matías para que no escuchara. —¿Dime Maya?.

— ¿Dónde estás? —Pregunte

—En el lugar donde fue la reunión hace algunos días, que por cierto no te agrada. ¿Porque la pregunta Maya?

—Voy para allá, Matías me llevara.

Sin esperar respuestas colgué, decidí que debía hablar con el urgente no me iba a quedar de brazos cruzados sin saber nada de Beatriz, en mi cartera había otra muda de ropa para lo que iba. Esperaba todo saliera bien.

—Matías, vamos. Ya mi padre nos espera. —El con cara de sorpresa y por primera vez dudoso me siguió. Obviamente pensaría, que luego de estar llorando y gritando por mi nana andaba destruida pero mandando, necesitaba hablar urgentemente con el Sr. Antonio, mi padre y rezaba para que todo saliera bien.

Mi   historia       con el NarcotraficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora