Engañada.

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Mis pensamientos estaban siendo lentamente procesados, no podía entender en medio de la situación que estaba. Según hasta lo que yo sabía, iba sola en esto sin más nadie. Y ahora viene un odioso y seco personaje a confundirme más de lo que estoy.

—Sí, Srita. Maya yo trabajo para tu padre. Pero simplemente estoy aquí para ayudarte y guiarte, ya que según eres muy ingenua. — Sus palabras era fría y secas, calculadoras y sarcásticas.

Prácticamente, me hacía sentir como él quería una estúpida niña que estaba perdida y ni sabía dónde estaba. Bueno realmente si lo sabía, estaba en Colombia, muy bello país por cierto.

—Quisiera entender por qué mi papá no me indico, esta parte del trato.

—No lo sé ni me importa, simplemente tienes que ser breve, concentrada y lista con estas personas que te conocerán. —Él hablaba como si no le importara que yo estuviese despistada en el tema. Simplemente o yo era muy estúpida o él era un ser repugnante.

Mi padre sencillamente no confiaba en mí, o no sé qué tramaba. Era un rompecabezas que para mí era difícil de armar, cada vez que tenía una pieza otra se me perdía y así iba, poco a poco. Tal vez no podía comunicarme con mi padre por ahora, pero sabía que en algún momento hablaríamos y descargaría lo que en este momento estaba sintiendo, grandes dudas...

Exactamente en veinte minutos vino un carro muy lujoso de color negro. Se acercó hasta donde estábamos estacionados y a continuación una mujer cabello rojizo y ojos exactamente claros se bajó del auto, en ese momento se me bajo el autoestima, yo estaba vestida súper sencilla y cómoda. Ella no, sus tacones color crema junto a un vestidos hasta las rodillas de flores y sus rizos lucia muy bien, prácticamente ni vulgar ni diferente.

—¡Mayaaa! Bienvenida, espero estés muy bien. — Su grito junto a mi nombre me aturdió, hablaba como si me conociera de toda la vida más la sonrisa de oreja a oreja que tenía. — Matías ¿cómo trataste a la hija de Antonio?.

Así que el personaje seco y frio tenia nombre de persona dulce, así pude saber el nombre de tal persona, ya que ni modales tenia para presentarse. La chica era tan carismática que para mí no era de confiar, se veía tan dulce y limpia como porcelana. Al bajarse del auto me hablo como si ya me conociera de toda la vida y le hablo a Matías como se fuera su superior, tal vez ella era miembro de toda esta situación que cada vez tenía más tela que cortar.

—Muy bien Laura, como se lo merece. —Su tono de voz hacia ella era suave y muy calmado. Si, aja como me lo merezco. Como una niña regañada, exacto así mismo.

—Me alegra, bueno nos vemos Matías, ahora la linda Maya y yo nos iremos a conversar un buen rato. — Su sonrisa era fastidiosa, como si nunca se la quitaran de la cara. Hablaba en un tono chillón pero por lo menos me trataba mejor que el tal Matías.

—Está bien, nos vemos.

En este momento me sentía una muñequita de trapo, si no me iba o no servía con una persona me mandaban con otra. La cara de Matías era seria y seca para mí y una sonrisa con labios fruncidos para Laura.

Me subí al auto color negro junto a Laura, y por la ventana vi cuando Matías se iba. En todo el recorrido Laura hablaba y hablaba de cualquier cosa estúpida que veía a todo exactamente a todo le sacaba un tema de conversación y yo como ya estaba cansada y aturdida solo asentía y le sonreía.

A la media hora, llegamos a una casa súper grande color blanca, era especie una residencia llena de miles de casas una más grande que otras. Pero por lo visto no vivían muchas personas. A pesar que todo estaba exactamente cuidado estaba solo, y por lo que Laura me decía en ese lugar se recibían a las personas que planificaban los ataques y se hacía especie cronograma para los acontecimientos.

Mi   historia       con el NarcotraficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora