Una palabra de asco, un dolor.

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Mis pensamientos estaban dispersos con la palabra de Matías, no lo terminaba de creer. Quien en su sano juicio iba a confesar eso, no me imaginaba que mi padre contratara a un gay. Ya que era un trabajo peligroso, mi mirada estaba sobre mis tostadas de tan impactada.

—Ay Maya, pobre niña ingenua y tan inmadura como lo eres. Obviamente sabía que querías hacer una de tus tonterías. Tenías que ver tu cara — Me quede mirándolo como por dos minutos, mis manos sudaban de lo tonta que era. Simplemente fue un estúpido juego y ya.

—Estúpido. — Me puse de pie y me fui a la habitación.

Me sentí tonta, pero fue algo sin importancia. A pesar de que solo llevaba un día habían pasado tantas cosas, mañana tal vez pasarían mal en la charla con mi padre. Me acosté pensando que no dormiría pero no recuerdo más nada desde ese momento.

A la mañana siguiente Matías entro a mi cuarto a despertarme porque teníamos que ir a ver a mi padre. No sé si Matías durmió en el departamento o fue a otro lugar. Esa mañana me duche y fui a vestirme me puse un pantalón alto con una camisola larga unas Converse. Estaba simple no tenía ni mucha elegancia pero tampoco estaba mal vestida. Quise maquillarme pero muy poco. Al salir de mi habitación Matías estaba muy bien vestido como si fuera a una entrevista de trabajo con un conjunto sencillo pero muy elegante.

—Lista. Vámonos. —Su expresión fue mal educada de su parte me vio de arriba hacia abajo como si estuviera mal vestida, y me sentí así pero no iba a cambiarme por una mirada de él.

Llegamos a la misma casa grande donde vi a mi padre por última vez. En mi mente pensaba que debía saberme comportar ante mi padre pero por otro lado no quería darle el permiso de hacer lo que quisiera.

Estuve sentada un rato dentro del auto antes de salir, cuando logre salir respire profundo. Y vi que de la casa salía Laura muy bien vestida pero muchos colores para mi estilo y su escote estaban más corte de lo normal. Se acercó y nos saludó a Matías y a mí muy divertidamente.

—Buenas bellezas, ¿están listos? Maya tu padre te está esperando vamos.

—Sí, lista vamos. —Susurre.

Todo se sentía normal, no había ambiente tenso ni nada por el estilo pero cada vez que hablaba con mi papá algo salía mal. Ya era costumbre que ocurriera, las pocas veces que me recuerdo era lo que pasaba. Estaba decidida a querer acostumbrarme a lo que pasara, sin embargo me daba temor en lo que el pensara o quisiera para mí, simplemente me utilizaba cada vez y cada momento que le diera la gana me veía como una niña, igual que Matías un ser extraño que llego a mi vida cuya personalidad no es fácil de llevar, a veces sentía que era tan inmadura y tan tonta que esto me ocurría por mí misma. No sabía ni que pensar de mi misma.

Camine junto a Laura y atrás se quedó Matías, fui esta vez hacia otros estudios. Luego que me di cuenta esto era especie de oficinas pero no se veía como unas oficinas de narcotraficantes. Había muchas personas sentadas un cafetín. Entre otros tipos de cosas, por lo visto estas oficinas eran clandestinamente cuando llegue habían televisores que daban en su pantalla a personas empacando drogas pero hoy no fue así habían cosas gerenciales, no parecía a nada como lo fue el primer día que entre aquí. Giramos a un lugar donde se hallaban unas escaleras largas y bajamos por esas al llegar pude entender todo, eran oficinas clandestinas arriba y en las demás se trataba de otras cosas y abajo estaba la mafia tenían todo bien controlado al llegar vi lo mismo que la primera vez ahora si ya entendía, la primera vez que vine a la casa que entre estaba sola en cambio por el lugar que llegamos hoy no. Era obvio este era el pasadizo para llegar a la misma casa pero por otro lugar que nadie podía darse cuenta, sinceramente cada día me sorprendía mas. Y estaba segura que en esto no estaba solo mi padre si no más personas. No creía que el solo pudiera tener planificado tantas cosas y pensar que yo iba a ser parte de esto. Fatal.

Mi   historia       con el NarcotraficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora