Capítulo 32: Laberinto de hielo

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Capítulo 32: 

Laberinto de hielo

Laberinto de hielo

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Mafer

No pasará mucho tiempo para que, la reina Zulay se dé cuenta de que abandonamos su corte. Solo faltamos Geraldo y yo. Por lo que hago una entrada triunfal en una espaciosa y extravagante sala.

El rey se encuentra en compañía de otros tres hombres, elfos oscuros, quienes quedan impresionados con el despliegue de fuego a mí alrededor.

—Lamento la interrupción, pero debemos irnos —anuncio con suspicacia.

Los tres elfos oscuros entornan los ojos con desconfianza. Geraldo no parece haber tenido mucha suerte con la guardia de la corte oscura.

—¿Piensan en escapar? —pregunta uno de ellos. Es mucho más alto que el rey, y ya él de por sí es alto.

—Me temo que no podemos quedarnos más tiempo —comenta Geraldo.

—Una osadía bastante interesante —secunda otro de los hombres, casi amenazante.

—Realmente quiero ver que lo intente —expresa el otro con diversión.

Geraldo se muestra tranquilo, apaciguado. Pero su mirada grisácea se mantiene fija en los tres guardias, quienes se burlan descaradamente de él. Para ser un rey tiene bastante autocontrol. Si fuera su consorte quien estuviera recibiendo los insultos, dudo mucho que lo tomara tan calmada.

—Espero que tengan el mismo sentido del humor para expresarle a la reina como no pudieron mantenernos en la corte —comento con una vivaz sonrisa. Me acerco a Geraldo lo suficiente para alcanzar su mano—. Han olvidado un pequeño detalle en un muy pocos segundos—. Entrelazo mi brazo con el del rey. Él deja escapar una risita con la mirada gacha—. Mi llegada.

Los ojos de los tres guardias se abren como si se fueran a salir de sus órbitas, en el momento en que tanto mi cuerpo como el de Geraldo, comienzan a cubrirse de fuego.

Por unos instantes sus ojos grises se tornan llenos de temor, pero luego se relaja al ver que las llamas realmente no lo lastiman.

La sensación de fuego corriendo por mi cuerpo es maravillosa. Pongo mi mente en la corte de invierno, dejo que la nieve y la frialdad inunden mis pensamientos.

Un frío gélido me impacta el cuerpo, pero no es tan helado como la última vez que estuve aquí. Es como la corte se estuviera descongelando, perdiendo fuerzas en su principal fuente, el hielo. Es definitivo, la corte de invierno se encuentra en un descontrol peligroso para Encantus.

Lo que me recuerda la posición que debe tomar uno de mis hermanos, y lo imposible que será que seda para ser rey. Estoy segura de que Kevin se negara, le importa muy poco lo que pueda pasarles a las hadas, aun cuando él es un hada.

Encantus. Alas de fuego (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora