Capítulo 23: Las Cortes

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Capítulo 23: 

Las cortes

Me desvisto, sin poder sacar ese tétrico mensaje de mi mente

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Me desvisto, sin poder sacar ese tétrico mensaje de mi mente. La seda se desliza por mi piel, como si fuera parte de mi cuerpo. El vestido negro tiene los brazos descubiertos, y un corte en v en el pecho, ajustado a mi cintura y suelto hasta mis pies.

Suelto mis ondas, el rojo intenso resalta mi rostro y ojos en contraste con el negro del vestido. Me calzo las cómodas botas, y salgo ante los insistentes gritos de Susej.

Esa chica en ocasiones es tan insoportable.

Las horas están pasando y mi tiempo se está acabando, pero voy a encontrar la manera de encontrar a Shema a tiempo. Esa niña no se va a salir con la suya.

En el instante en que cruzo la cortina, Susej camina hacia la puerta.

—Sé que estas preocupada por tu amigo, pero Lyon se está haciendo cargo. Iremos con las demás cortes y esperaremos noticias de él. Ahora, andando —ordena.

El hada de invierno, le sigue y hago lo mismo.

He recorrido estos intricados pasillos muchas veces, pero cada vez que vuelvo a estar en ellos sigo tan perdida como la primera vez. De cada cierto trecho, nos encontramos con un guardia, se han tomado muy en serio lo de la seguridad, pero no ha sido suficiente.

No me fijo hacia dónde vamos hasta que reconozco el lugar donde la princesa oscura casi me mata, el acantilado. Quién lo diría, hace meses ella intentó matarme, yo en cambio, he salvado su vida en dos ocasiones.

Alas negras, expuestas por todos lados.

La reina se encuentra rodeada por dos mujeres, una mujer mayor y una joven de cabello oscuro recogido en un delicado moño, al borde del acantilado. La reina gira la vista y se detiene en mi dirección, sus ojos se crispan en desagradado, y vuelve su atención a sus invitadas.

Apenas y transcurren unos segundos y la señora y la joven me dedican la misma mirada cargada de recelo. No es necesario que nadie lo diga, esa joven es la prometida de Gerald. No me cabe la menor duda.

—¿Quién es esa que intenta calcinarme con la mirada? —pregunto mientras le sostengo la mirada a la joven de cabello oscuro.

—Es la prometida de mi hermano —dice Susej con un deje de amargura.

—Pensé que ella te agradaba —la joven se gira, sus alas negras extendidas a su espalda, hermosas.

—No más que a Gerald.

Una voz gruesa y tosca anuncia que es momento de partir. Como si fuera un régimen militar, las hadas se forman para alzar el vuelo. Como unas siete hadas oscuras, presiden el desfile, y luego la reina y sus dos invitadas. Algunas tras hadas cierran la comitiva.

Encantus. Alas de fuego (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora