Capítulo 35: Príncipe de hielo

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Capítulo 35: 

Príncipe de hielo

Príncipe de hielo

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Mafer

Mi mente va directamente a Gerald, la necesidad de verlo me envuelve. Aunque también tengo algunas cosas que hablar con él, como la existencia de Romina, el compromiso. Sé que en realidad no existió nada entre ellos, pero no era necesario que me enterara por otra persona que no fuera él. Eso me molesta.

La oscuridad nos envuelve, por unos segundos mi vista no ve nada, pero al cabo de un rato me doy cuenta de que me encuentro en un desolado pasillo. No estuve aquí la última vez.

Doy vuelta y veo una red de raíces entrelazas que ocultan una puerta.

—¿Dónde estamos? —pregunta Geraldo en un susurro. Se mueve con sigilo hacia el otro extremo del pasillo, lo pierdo de vista por un instante. Me entran unos nervios porque no sé con exactitud que pueda estar haciendo la hermandad, ni que fue lo que ocasiono Gerald. Respiro de alivio al ver a Geraldo volver. —No hay nadie cerca.

—Nos encontramos en el velo —respondo de igual manera—, pero no sé con exactitud en que parte del castillo en ruinas nos encontramos.

—¿Cómo así?

—La última vez que vine, ellos estaban en una extraña celda. Y ahora estoy en un pasillo.

Camino hasta la puerta con gruesas raíces que emergieron del suelo. Desde aquí puedo escuchar voces con claridad.

—Arcadia ha vuelto, no está muy feliz —es la voz de Dar.

—¿Cuándo esa mujer ha estado feliz? —ese es Eulis.

—La corte de invierno le dio una paliza a la hermandad, según lo poco que pude escuchar. La guardia de otoño fue a apoyar a la reina de hielo, y la hermandad tuvo que retirarse —explica Dar con emoción.

Sí, esa fue una pequeña victoria. Toco la puerta dos veces.

Ellos se quedan en completo silencio, juraría que se han quedado paralizados.

—Es Mafer —me anuncio.

No abren la puerta sino hasta después de un par de minutos.

Dar se asoma, respira aliviado al verme. Abre la puerta, y me deja pasar. Lo primero que siento es el frío visceral intentando atravesarme la piel. Froto mis brazos en busca de calor. ¿No le había dicho ya a Kevin que controlara su habilidad con eso de que ahora es una criatura invernal? Estoy segura de que sí, y me hizo tanto caso.

Geraldo me sigue muy de cerca. El elfo lo observa desconcertado.

La puerta es cerrada, y me doy cuenta de que estamos en una habitación grande pero muy deteriorada, peor que la anterior. Hay un pasillo que supongo da a otra habitación.

Encantus. Alas de fuego (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora