Capítulo 10. "Maripofobia".

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–     Vuelo 345 con destino a Londres, Reino Unido, favor abordar el avión. Vuelo 345 con destino a Londres, Reino Unido, favor abordar el avión.

–     Es el nuestro –hablé, levantándome de mi asiento.

–     ¡Vamos! –Kathie me imitó, y ambas dirigimos nuestra vista a Dannia y Sussan, que estaban adormiladas. Sussan con la cabeza en el hombro de Dannia.

–     Tu entusiasmo me motiva a convertirme en asesina serial –le dice Sussan, sin abrir los ojos.

–     Si hubieran dormido… –reprocho, tomando una de las maletas y saboreando mi dulce "se los dije".

–     ¡Tú tampoco dormiste!

–     Sí dormí, pero me desperté a la una. Mi organismo no necesitaba descansar más, y podía mantenerme despierta hasta tomar el avión, duh.

–     Obvio, Sussan, ¿por qué no lo pensaste antes? Duh –se burló Dannia.

–     Dejen de hablar y muévanseeee –se quejó Kathie– Quiero llegar primero para coger una buena habitación.

Esta semana nos mudaríamos a una casa que el programa rentó para todos los concursantes durante la competencia. No tenemos idea de cómo es, pero Tulissa nos dijo que era simplemente genial. Será genial, si logramos conseguir una habitación genial (que, según la Real Academia Española, se define como una habitación espaciosa que quede cerca del interruptor de luz del pasillo para no tener que correr demasiado cuando apagues la luz, que quede cerca del baño para no tener que caminar demasiado a la madrugada con muchos espíritus observándote, y que quede cerca de la cocina por si te da hambre).

–     ¡Dannia, ahg!

–     ¡Lo siento, fue mi pie!

Kathie y yo volteamos, encontrándonos con Dannia encima de Sussan, ambas en el suelo. Suspiré, Kathie suspiró, Obama suspiró, el mundo suspiró, y Einstein comenzó una investigación sobre los fallos en el cerebro humano.

–     Vamos –digo, extendiéndole mi mano a Dannia mientras que Kathie ayudaba a Sussan.

–     Necesito un caballo, si tuviese un caballo, él podría llevarme y no me caería –dijo Sussan.

–     Yo prefiero los elefantes –dijo Dannia– O las…

–     ¡Mariposas!

–     COSA DEL DEMONIO, ¿DÓNDE ESTÁ? ¡AAH!

Dannia comenzó a corretear en círculos a nuestro alrededos, mientras agitaba sus brazos y su cabello.

–     ¡Dannia, no hay ninguna mariposa! –le gritó Kathie, y ella dejó de correr casi de inmediato.

–     ¡¿Y por qué gritas algo así?! ¡¿Crees que es un juego?! ¡Esas cosas pican!

Tres segundos después Sussan, Kathie y yo reíamos al punto de dolor de estómago.

–     ¿Estás bromeando? LOOOOOL, ELLA LE TIENE MIEDO A LAS MARIPOSAS –gritó Sussan. Un par de chicos voltearon y rieron.

–     Disculpa, pero pueden ser peligrosas –hablo Dannia indignada–. De pequeña una me pico el cuello –coloco una mano hasta su cuello, como si aún sintiera el dolor.

–     ¿Qué qué?- le pregunté yo.

–     ¡Si es cierto!, ¡enserio! -se defendió.

–     Claro, ¿era una mariposa vampiro? -se burló Kathie. Dannia refunfuñó y se cruzó de brazos.

Al llegar le entregamos los boletos a la aeromoza (y Sussan le dijo que Dannia le temía a las mariposas), y caminamos por el pasillo que nos lleva al ascensor.

Enamorada de la competencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora