Capítulo 4. "The X Factor".

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Ya había pasado una semana, una semana acá es Londres.

Hemos visitado casi todos los rincones de la ciudad -metaforicamente hablando-, incluyendo también las universidades, todas son acogedoras, y según he investigado, todas tienen un excelente rendimiento académico, sería increíble entrar en una.

Si supiera que quiero estudiar, claro.

Caitlin estaba decidida, estudiaría medicina en "Imperial College London".

Pero yo, yo estoy con la cabeza hecha un rollo. Estaba ingeniería, pero a pesar de que soy buena en matemáticas, detesto la materia profundamente. Así que, nada de ingeniaría o arquitectura.

Medicina. Era una buena opción. Es interesante, y me mantendría económicamente. Pero... por ahora está solo como una opción.

Derecho. Detesto las injusticias, quizá sea lo que más detesto. Pero derecho no se basa únicamente en eso, y creo que me moriría de aburrimiento en las clases.

Educación. Siempre me han gustado los niños, y es una buena profesión. Es probablemente lo que más he considerado estudiar. Pero luego recuerdo las palabras de mi tía, lo de "haz lo que realmente te haga feliz, no lo que te haga bien", y no me termina de convencer educación.

-¿Y si escuchas música? A veces cuando te bloqueas la música te ayuda, quizás así te venga a la cabeza algo. -me recomendó Caitlin, yo bufé.

-Estoy segura de que si me pongo a tocar piano ahorita, escribo otra canción sobre lo que siento, y no creo que sea muy linda- le advertí- Sería como: "¡Noooo tengo la menor idea de qué hacer coooooon mi vidaaaaa!". O haría un cover, ¿qué opinas pasar "Call me maybe" a "Kill me maybe".

-No seas dramática. Y, ese sería un éxito,

-Gracias -le agradecí sarcástica-. Iré a dar un paseo a ver si algo me viene a la cabeza -tome mi suéter y salí de mi habitación, bajé las escaleras por el pasillo, crucé el living y finalmente atravesé el marco de la puerta.

Piqué el botoncillo del elevador, estábamos en el piso 16, el último piso, ahí estaban los Penthouse's.

Al cerrarse las puertas empezó la melodía de una canción, "Feeling Good". No había nadie más, ¿por qué no? El elevador era algo lento, así que comencé a cantar.

Sentía la voz vibrar en mis cuerdas vocales, y siendo liberada al exterior, era tan... se sentía tan... alegre, amaba cantar, amaba la música, y no me cansaría de ello, la música era... era magia.

Sabía que el elevador se detendría en cualquier momento, así que dejé de cantar, terminando con una nota apenas audible. Justo en ese momento sonó el "DING" y se abrieron las puertas.

Tomé paso encaminándome a la salida, abrí la puerta y el ventoso aire golpeó, de nuevo, mi rostro. Amaba esa sensación, así que arriesgándome a que las personas me vean, cerré mis párpados por un momento sintiendo como volaba mi cabello, me sentía libre. Ja, como un caballo.

Crucé la calle, e inicié mi caminata sin rumbo por el parque.

¿Atleta? nunca... ¿Ciencias políticas? nope... ¿Filosofía y letras? eh, no. ¿Geografía? No creo que sea buena idea considerando que siempre he tenido problemas para diferenciar el Este del Oeste...

¿DÓNDE ESTÁS? Ahg, muy lindo: prometo no decepcionar a mis padres, pero ni siquiera sé que estudiaré, fantástico. De algo estoy segura, no terminaré en la calle pidiendo limosna.

Tapé mi rostro con las palmas de mis manos, angustiada.

Y entonces, escuché el sonido de una guitarra. Dos guitarras. Dos guitarras y un teclado. Levanté mi vista. Santos caracoles hervidos, ¡son esa banda de chicos guapos que vi la otra semana!

Enamorada de la competencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora