Capítulo 15

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Capítulo décimo quinto Inusuales

AlonDead

Alondra: Me han regalado un viaje para mis 15 años.

Haze: Wow Alo, eso está brutal ¿Y a donde planeas ir?

Edu .I. : Solo vienes a presumirle a los pobres o_O

Víctor: Podíais venir de visita a Barcelona, hay tanto o más como lo que podéis encontrar en Latinoamérica

Alondra: España suena fantástico <3 pero mi destino es París.

Ash: Alondra llévame! Anda no seas sangrona, no hago ruido y consigo mi propia comida.:-D

Era 28 de diciembre. Habían pasado 3 días, largos, cortos, grises, oscuros, con mucho que hacer, pero vacíos realmente. Me gustaría decir que las cosas con Alma mejoraron, que ella fue más valiente y se enfrentó a sus demonios o que yo fui el valiente y me atreví a hablarle, pero no fue así, tal vez por el orgullo o tal vez por lo mucho que dolía hacerlo, tanto casi como lo que dolía no hacerlo, no hablarle. Llevo horas cuestionándome primero, porque yo no le escribo ¿Soy tan orgulloso como parece? ¿Me ha hecho algo a mí? No, para nada es eso, tal vez solo sea un asunto de prioridades, segundo, llevo aún más horas cuestionándome ¿Porque ella no me escribe? ¿Me odia ahora? O es tan orgullosa como yo pienso. He decidido dejar que pasen unos días más antes de buscarla de nuevo, darle tiempo a las heridas para que sanen. Ya no enviaré mensajes cada hora, mensajes que terminaran en doble flecha azul. No intentaré volver a llamarla en al menos dos días más y me limitaré solo a comprobar que está bien con una llamada a Jacobsen o a la Señora Irma.

Esperaba sin embargo reencontrarme con ella al menos antes de año nuevo, era algo importante para mí recibir el nuevo año a su lado y no permitiría que una situación estúpida hiciera que eso cambiara.

Salí a caminar solo al parque central, justo al pie de árbol sobre el montecito donde la lluvia nos sorprendió en uno de los más finos poemas que haya escuchado " y yo Bruno, yo estoy anocheciendo" había dicho hecho ella justo en aquel punto, justo después de asimilar el anochecer con la caducidad de la vida, con el final de los finales, anocheciendo, ella está anocheciendo, así de definió, pero de algún modo todos estamos anocheciendo, viviendo para morir, creciendo para morir, juntando dinero para morir, cavando nuestro hueco para morir o como Alaska, fumando para morir.

- Aló. Si soy Bruno

- Bruno, necesito verte hermano, es urgente

- ¿Dónde estás Eduardo?

- En Bosque Serino y tú?

- En parque central.

- Quédate ahí, voy para allá.

Y colgó.

Generalmente, Eduardo no hace estas cosas, y cuando las hace se trata de una situación muy complicada, como cuando en noveno año perdió su virginidad con la que era nuestra mejor amiga chica y no usaron protección alguna y me llamó pidiendo que le consiguiera la pastillita mágica, esa que se usa el día después, tres días después.

Por suerte no pasó nada, pero la paranoia de Eduardo aquel día fue de proporciones épicas.

Eduardo llego en unos 5 minutos, algo aberrante en la larga lista de impuntualidades que sustenta.

- Algo me dice que no viniste aquí para decirme por fin que me dejaras tu X-Box como herencia si mueres- le dije.

- No mames Brunitus, es algo serio.

- Esta Bien te oigo - y eso hice, o más o menos hice, porque no prestaba mucha atención, no pensé que era serio, y Eduardo dijo muchas palabras, que formaron oraciones, que unidas formaban una idea, una que no entendía hasta que de su boca salieron las palabras: "Bruno, tengo otra, Mia no es la única"

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